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La Corte Suprema brasileña también dictó sentencias contra dos directivos del PT

Condenan a ex jefe de gabinete de Lula a casi 11 años de cárcel por corrupción
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En esta foto de archivo tomada del 15 de junio 2005, el entonces presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, derecha, habla con el ministro José Dirceu durante una ceremonia en el palacio presidencial, en BrasiliaFoto Foto Ap
 
Periódico La Jornada
Martes 13 de noviembre de 2012, p. 24

Brasilia, 12 de noviembre. El ex jefe de Gabinete, José Dirceu, fue condenado este lunes a 10 años y 10 meses de prisión por su responsabilidad en la compra de votos en el Congreso durante el gobierno del izquierdista Luiz Inacio lula da Silva.

En un fallo histórico, la Corte Suprema señaló a Dirceu como el cerebro del esquema de compra de votos de legisladores con fondos públicos durante el primer gobierno de Lula, entre 2003 y 2006, conocido como mensalao o gran mensualidad.

Fue un delito de lesión gravísima a la democracia, dijo el juez Joaquim Barbosa, encargado de presentar las acusaciones.

La responsabilidad del procesado es extremadamente elevada. Él se valió de sus posiciones de mando y prominencia, tanto en el Partido de los Trabajadores como en el gobierno federal para incurrir en delitos de corrupción, expuso el magistrado Barbosa.

Dirceu, poderoso operador político del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), fue condenado a 7 años y 11 meses de prisión por el delito de corrupción activa más 2 años y 11 meses por formación de cuadrilla.

Según la ley brasileña, Dirceu, de 66 años, deberá cumplir al menos una sexta parte de la condena tras las rejas.

Pero la ejecución de la condena podría demorar meses, pues la Corte Suprema debe terminar de dictar las sentencias contra otros 24 políticos y empresarios involucrados en el escándalo.

El político considerado mano derecha de Lula fue declarado culpable el pasado 9 de octubre. Lula, que gobernó el país entre 2003 y 2010, siempre negó estar al tanto de esta red de corrupción.

Dirceu fue arrestado por primera vez en 1968, cuando participaba en un congreso de la Unión Nacional de Estudiante (UNE) y permaneció por alrededor de un año en la cárcel, hasta ser liberado en septiembre de 1969, conjuntamente con otros 14 presos políticos, a cambio de la liberación del entonces embajador estadunidense Charles Burke Elbrick, secuestrado por guerrilleros de izquierda.

Desterrado, viajó inicialmente a México y luego se exilió en Cuba, pero regresó clandestinamente a Brasil en 1971, con el rostro cambiado por una cirugía plástica.

Luego de la edición de la Ley de Amnistía, en 1979, regresó a Cuba para deshacer los cambios en su rostro, volvió a Brasil y reanudó su vida política. Participó en la creación del PT, partido que presidió en varias ocasiones, y en 1992 obtuvo el primero de tres mandatos como diputado federal.

Dirceu se convirtió rápidamente en uno de los principales líderes del PT, y fue el gran artífice del giro hacia el centro que viabilizó la victoria de Lula da Silva en los comicios presidenciales de 2002, después de tres derrotas consecutivas, en las elecciones de 1989, 1994 y 1998.

Por el destacado papel que cumplió durante la campaña, fue designado por Lula jefe del Gabinete Civil de la Presidencia, con amplios poderes para negociar alianzas con otros partidos políticos y asegurarle al gobierno una cómoda mayoría en el Congreso.

Dirceu, por su parte, consideró injusta e infame la sentencia de la Corte Suprema y dijo que luchará desde la cárcel para demostrar su inocencia

La de Dirceu no fue la única sentencia de la jornada. José Genoino, otro dirigente histórico del PT que presidía el partido cuando estalló el escándalo en el 2005, fue condenado a seis años y 11 meses de prisión por los mismos delitos.

Y la Corte Suprema condenó también al ex tesorero del PT en la época, Delúbio Soarez, a ocho años y 11 meses.

Según la Corte, el mecanismo comandado por Dirceu desvió al menos 35 millones de dólares de fondos públicos para comprar el apoyo de legisladores al PT, que era minoría en el Congreso.

El PT niega los cargos y dice que se trata de un juicio político. Pero para muchos brasileños las condenas quiebran con una larga historia de corrupción e impunidad en el país e indican que las instituciones democráticas están madurando.

Lula no fue implicado en el caso, que la prensa brasileña calificó como el juicio del siglo. El ex presidente sigue gozando de una inmensa popularidad en Brasil.