Opinión
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Los de abajo

Asesinatos y temblores en Guatemala

N

o terminaban de llorar a los muertos de la masacre de Totonicapán, donde fueron asesinadas ocho personas por el Ejército durante una protesta, por oponerse al aumento de las tarifas de luz y a las reformas educativas, cuando un terremoto los alcanzó. Son los mismos que también fueron golpeados con la destrucción de sus montañas por la mina Marlin, San Marcos; son los mismos que hace 36 años fueron enterrados por otro temblor en Guatemala.

La organización comunitaria, como en 1976, es la que los salva. Pobres entre los pobres y abandonados desde siempre por el Estado, levantan los escombros y buscan a su gente, siempre pensando que rescatarán a alguien con vida, mientras sostienen lo no caído.

El gobierno de Guatemala ofrece cifras: temblor de 7.4 grados Richter. Localidades afectadas: San Marcos, en la frontera con México, Quetzaltenango, Totonicapán, Sololá, Sacatepéquez, Quiché y Guatemala. Muertos: 52. Damnificados: 5 mil 251. Viviendas dañadas: 2 mil 263.

Después del trabajo de bomberos y rescatistas, relata Iduvina Hernández, para el mediano y largo plazo vuelven las gentes, las organizadas comunitariamente, a sostener los pilares del apoyo solidario y para levantar lo caído. En los albergues se encuentra el auxilio inmediato y en eso se ha ido alcanzando una especialidad logística y funcional, relativamente ágil y efectiva. Pero luego viene la reincorporación que no siempre es atendida oficialmente. Entonces, las gentes salen a cumplir solidariamente, hermanadamente, la labor que el entramado oficial no es capaz de resolver. Como en México 1985, igualito.

Esta misma semana de temblor y réplicas en Guatemala, circula desde ese pequeño país centroamericano una carta sobre el caso Barillas, poco visibilizada ante los acontecimientos telúricos. Se trata de la localidad en la que la empresa española Hidro Santa Cruz pretende construir una hidroeléctrica en contra de la decisión de los pueblos.

Las mujeres de Barillas reclaman que no se consideren válidas ningún tipo de firma, consulta o negociación mientras haya un clima de intimidación y presión en el municipio, por lo que debe liberarse urgentemente a los presos políticos y eliminarse las órdenes de captura en contra de los líderes y lideresas de nuestro pueblo, además de garantizar nuestra seguridad y libertad de expresión y movimiento antes que cualquier diálogo o consulta.

Amenaza de minas e hidroeléctricas en el territorio, matanzas y encarcelamiento a quienes se oponen a ellas, mientras un temblor los entierra y vuelven a sacar la garra de los escombros. Eso es Guatemala.