Opinión
Ver día anteriorLunes 22 de octubre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
El homenaje más merecido
P

ablo González Casanova recibirá mañana martes 23 de octubre, en El Colegio de México (Colmex), el premio Daniel Cosío Villegas que otorga esa institución cada dos años a especialistas distinguidos en el campo de las ciencias sociales. Este año, por aclamación, según nos aclara Javier Garcíadiego, presidente del Colmex, se le otorga a Pablo González Casanova por su trayectoria y aportaciones al conocimiento, desarrollo de las ciencias sociales y a su mérito académico en México y a escala internacional. (La Jornada, 19/10).

Tiene toda la razón Garciadiego, Pablo González Casanova es sin duda uno de los más distinguidos sociólogos latinoamericanos y seguramente primus inter pares en México. En efecto, su prestigio es también notable a escala internacional: casi podría decirse que su presencia o no en las reuniones internacionales de sociólogos marcan la calidad mayor o menor de las mismas. Tiene razón también Garciadiego cuando sostiene que una de las características que define la personalidad intelectual de González Casanova es su atención y preocupación permanentes por los jóvenes, esto es, por los jóvenes en cuanto actores sociales, por la presencia de la juventud en cuanto parte fundamental de la dinámica social, de la participación, eventualmente de la crítica y la denuncia y, desde luego, por la elaboración intelectual de los jóvenes, a quienes respeta profundamente Pablo en este campo.

Y tiene toda la razón: no por nada ha pasado gran parte de su vida entre jóvenes, enseñándoles y aprendiendo de ellos, como estudiante, hasta el más alto grado académico, y por supuesto siempre como profesor, director de seminarios, centros de investigación y facultades universitarias, y desde luego como rector de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Nacional Autónoma de México. Pero siempre poniendo un sello en que se combinan felizmente la originalidad y el rigor académico. Permítaseme recordar que, entre muchas otras aportaciones, siendo rector fue el fundador de los colegios de Ciencias y Humanidades (que en la propuesta original de González Casanova eran mucho más que preparatorias limitadas, ya que debían llegar incluso a doctorados interdisciplinarios, pero que por azares e incomprensión de las burocracias universitarias en el fondo fueron reducidas a su mínima expresión).

Cabe aquí recordar que el Centro de Investigaciones Multidisciplinarias en Ciencias y Humanidades fue también obra de su fundador, Pablo González Casanova, atraído siempre por una visión totalizadora y plural que no concibe los fenómenos sociales como rectilíneos y puramente acumulativos, sino como realidades complejas en que las dinámicas de sus distintos factores actúan unos sobre otros, hasta resultar en complejidades que sólo pueden ser exploradas de manera multilateral y en la perspectiva de la dialéctica, en una palabra.

Una de las experiencias más enriquecedoras de mi afortunada cercanía con Pablo González Casanova, creación suya otra vez, fue la participación como profesor (ya en los lejanos años 60) en los llamados grupos pilotos en que se intensificaban y concentraban extraordinariamente los cursos (todos los días, más de dos horas, para terminar el ciclo en alrededor de un mes, pero también en que se intensificaban las lecturas, las exposiciones en clase por parte de los estudiantes y en que se multiplicaban los escritos y los ensayos organizadores del conocimiento). La mejor muestra del éxito pedagógico, científico y cultural de tales grupos, descrito así tan sintéticamente, es que buena parte de aquellos compañeros estudiantes hoy son profesores y autores de buen número de libros, y varios han sido directores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y jefes de la sección de posgrado en la propia facultad. Y otros más compañeros hoy en la batalla periodística diaria de La Jornada.

Resulta significativo que Pablo González Casanova haya decidido llamar a su ponencia del día de mañana, en El Colegio de México, en que se le brinda homenaje, El proyecto nacional, de los habitantes originarios a #YoSoy132. Revelador el título, sobre todo, porque en él, González Casanova alude a dos cuestiones que para él han sido clave de conocimiento y acción en los recientes años: las luchas de los pueblos indios, principalmente al sur del país, en el EZLN y, como decíamos antes, la presencia política e intelectual de los jóvenes.

A nadie sorprenderá si afirmo que Pablo es, al mismo tiempo, uno de los intérpretes más reconocidos mundialmente del levantamiento indígena de Chiapas en 1994, defensor decidido de ese levantamiento y difusor incansable de las tesis y razones que orillaron a esos grupos a tomar las armas en un primer momento y después a convertirse en pueblos que con su mandar obedeciendo resultan un ejemplo excepcional de democracia para todo el país, y seguramente para el mundo. Sobre todo por el hecho de que han cumplido estrictamente con el contenido de sus discursos, lo cual, como decíamos, resulta excepcional en México y en cualquier otra parte. La personalidad de Pablo González Casanova en apoyo de los pueblos indígenas de México resulta de gran valor para esos pueblos y a Pablo le ha añadido, sin duda, nobleza y valor humano.

En cuanto a los jóvenes, últimamente se ha referido sobre todo al #YoSoy132, subrayando su carácter rebelde, su lejanía, disidencia y rechazo no sólo del orden establecido, sino de las ideas y principios en que se asienta ese orden. En los jóvenes ve Pablo, de alguna manera, no un automático ejemplo a seguir (porque para el espíritu crítico no puede haber excepciones), pero sí, en todo momento, atender y entender el nuevo espíritu, la originalidad que ciertamente pueden encerrar sus conductas y expresiones.

Me parece que aspecto esencial de la juventud de Pablo, que deseamos se prolongue mucho tiempo más, resulta de esta doble admiración por los pueblos originarios y por los jóvenes, de los que sigue aprendiendo y respecto de los cuales nos sugiere, con toda su autoridad de maestro y guía, que también los sigamos en sus luchas y que aprendamos de ellos valorando plenamente la calidad de sus batallas y mensajes.