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La tradición sonora, unida a 500 años de laudería europea, afirma Félix Iván Díaz

Todo violín tiene una línea que debe ser cuidada a la manera de un cirujano
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Félix Iván Díaz ofreció una plática sobre el proceso de construcción de un violínFoto Isaac Sánchez
 
Periódico La Jornada
Martes 9 de octubre de 2012, p. a11

Citlaltépetl, Ver., 8 de octubre. Por lo menos 500 años de laudería europea se unieron a la tradición sonora de esta población, arreglando violines con los que se tocan sones y huapangos, expresó Félix Iván Díaz García, originario de Toluca, quien llegó hasta aquí invitado por el Instituto Queretano para la Cultura y las Artes, para participar en el 17 Festival de la Huasteca.

Félix Iván Díaz agregó que llegó para explicar cómo es el proceso de construcción de un violín; además, dan servicio de mantenimiento básico, limpieza, ajuste de clavijas, quizá el cambio de un alma (pieza que está en el centro del instrumento) o de un pequeño cilindro de madera, que sirve para que resista la caja.

Añadió que la laudería es una tradición europea con 500 años de historia. “Se originó en el pueblito italiano de Cremona. Yo la estudio en la Escuela de Laudería de Querétaro, porque desde niño me ha interesado la música. La laudería complementa la música; es básica. Mi escuela depende del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y mi carrera es una licenciatura. La institución es única en su tipo en América Latina. Hago la especialidad en violines, violas y violonchelos: es la familia de las cuerdas frotadas y tiene un amplio campo de trabajo en México, tanto de restauración como de mantenimiento.

En la escuela sólo somos 23 alumnos. Un laudero sabe tocar el instrumento. El programa incluye la obligación de estudiar un instrumento durante cinco años, para saber música, interpretarla. Nosotros tocamos en modelos de Stradivari, que era el laudero más preciso de la escuela cremonense, muy buena referencia para copiar un violín.

Joya

En su alma mater tienen planos de los Stradivarius, los cuales son considerados una joya. “Tuve la oportunidad de tener uno en mis manos, el de mi amigo Justus, mexicano. Lo tuve en mis manos y me parece increíble.

“Así como a nosotros, el clima y el paso del tiempo afectan a los instrumentos, a todos, y los violines también, porque están hechos de materiales orgánicos. Aquí, con los músicos tradicionales, los soneros y huapangueros, podemos dar un buen servicio, lo cual no demerita en nada lo que ellos hacen, que es de acuerdo con sus necesidades. Debemos escuchar al músico y sus necesidades; es decir, un laudero debe saber escuchar y tener paciencia. Cada músico toca de manera diferente su instrumento; en una región los músicos pueden tocar diferente. Todos. Uno se adapta al instrumento y no al revés.

Ahora bien, la calidad depende sus materiales y del trabajo manual. Si el material es malo se escuchará al tocar el instrumento. He visitado a lauderos tradicionales y me parece loable su trabajo, que es para sus necesidades, exclusivamente para huapangos, por ejemplo. Están especializados en jaranas y violines para sones.

En su pequeño local da servicio a unos músicos tradicionales, que salen satisfechos. Todo violín tiene una línea y debe ser cuidada a la manera de un cirujano, esa es la precisión que se exige. La laudería tiene apenas 25 años de historia en México.”

Sobre si los músicos tradicionales tocan o no desafinado, meditó la respuesta: Me he dado cuenta de que la afinación de un instrumento de música huasteca es más abajo que la 4:40. Esto se debe a que tienden a tocar con sobreagudos, lo que hace presión en el arco. Si afinaran en el 4:40 tendrían problemas. Tienen una afinación específica, por lo que no diría que son desafinados. La manera de tocar se denomina templado. Templar es cuando el músico instrumentista decide que la afinación está puesta a su oído, pero cada uno es particular.

Viejos soneros se acercaron y se interesaron por el tema de la laudería europea, científica. De hecho, curaron del alma a varios violines de soneros tradicionales.