El campo está estancado. En los pasados dos sexenios el PIB agropecuario creció menos de 2 por ciento en promedio, la balanza comercial agroalimentaria es negativa en 4 mil millones de dólares y de no revalorarse el papel del agro en el desarrollo, se prevé que el país se convierta en el segundo importador mundial de granos y productos cárnicos, asentó el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) en un estudio sobre la situación del sector agroalimentario.

Si no hay cambios, en ocho años, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, las compras de granos básicos y de cárnicos aumentarán. En maíz pasarán de 9 a 12 por ciento; en sorgo, de 40 a 51; en res, de 6 a 8; en pollo, de 9 a 13, y en cerdo, de 16 a 21 por ciento. México es uno de los tres países que más redujeron su producción de alimentos, junto con Sudáfrica y Etiopía.

El sector agropecuario ocupa a 13 por ciento de la población que trabaja, cerca de 6 millones de personas, pero apenas genera 3.6 por ciento del PIB total, aunque tiene potencial para reducir la pobreza alimentaria en el sector rural, la cual es dos veces más alta que la urbana, así como para aumentar en 25 por ciento las exportaciones agroalimentarias.

Los precios de los granos están sujetos a alta volatilidad. En el periodo 2003-2010 tuvieron una volatilidad de 31 por ciento; el trigo en grano y el arroz palay  han estado sujetos a mayores variaciones en sus precios, en tanto el maíz ha mostrado mayor estabilidad. También los productos pecuarios se han incrementado cada año; la carne de bovino ha superado 33 pesos por kilo, y el precio del huevo tuvo mayor volatilidad en comparación con las carnes de bovino y porcino. No se prevé que los precios de los principales granos registren disminuciones significativas en el futuro; de hecho, organismos reguladores y analistas independientes estiman que se mantendrán en los niveles actuales.

Ante este panorama, los agroempresarios consideran que el cambio de administración es la oportunidad para establecer cambios sustanciales, pues más de 90 por ciento de los municipios no cuentan con más de 10 mil hectáreas de maíz sembradas, cultivo altamente sensible para la población,cuya producción se concentra principalmente en Sinaloa, Campeche, Chihuahua y Jalisco.

Mientras la mitad de la producción de carne de bovino se localiza en Jalisco, Veracruz, Sonora, Chiapas, Chihuahua, Baja California y Sinaloa, 65 por ciento de la oferta de la de puerco se ubica en Jalisco, Sonora, Yucatán, Puebla y Guanajuato; 88 por ciento de la producción de carne de ave se concentra en Durango, Aguascalientes, Guanajuato y Chiapas.

Dicha situación, de acuerdo con el CNA, empuja a establecer una política agropecuaria que considere las diferencias de las regiones productivas, así como a impulsar un programa específico para pequeños agricultores, así como a readecuar los subsidios para el campo y condicionar apoyos a resultados y productividad.

La confederación insiste en la creación de una secretaría de pesca y una subsecretaría de ganadería, y en diferenciar las políticas productivas de las de corte asistencial.

No se trata de tomar decisiones precipitadas ni de estar en contra del sector social, sino de realizar una evaluación de costo-beneficio en la necesaria restructuración de la administración pública para el sector agropecuario, concluyó Juan Carlos Cortés, presidente del CNA.