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Preocupa a rescatistas el plan oficial para desastres

Está enfocado a oficinas y centros de trabajo, dicen

Cada familia debe tener uno

Hoy se cumplen 27 años del terremoto que casi devastó a la ciudad de México

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Integrantes de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios y de Código Comunicaciones y Servicios presenciaron ayer un simulacro de evacuación con tubos verticales de inmuebles de más de cinco pisos en caso de un terremotoFoto Luis Humberto González
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Conferencia de prensa del grupo Topos de Tlatelolco de la Brigada Internacional de Rescate Azteca, en el restaurante La Polar, en la que refrendaron su compromiso de apoyar por apoyarFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Miércoles 19 de septiembre de 2012, p. 49

Pola se preparaba para ir a dejar a su hija al kínder cuando sintió el terremoto del 19 de septiembre de 1985. Era una trabajadora dedicada a los artículos de belleza, tenía 21 años, ninguna experiencia en rescate o primeros auxilios. Aun así, desde el estado de México llegó al centro de la ciudad, donde se unió al trabajo ciudadano por rescatar sobrevivientes de los escombros. Entre ellos, jóvenes del Conalep ubicado en avenida Juárez y Humbolt, con quienes aún tiene contacto.

Desde entonces su vida, como la de muchas víctimas del terremoto, cambió y ahora forma parte de la Asociación Civil Topos Adrenalina Estrella, a quienes les preocupa que las estrategias de protección civil se centren mayoritariamente en las oficinas y centros de trabajo, cuando cada familia debe contar con un plan de emergencia, de traslados de escuelas, mercados y todo su entorno, explica Pola Díaz.

La mujer, que desde el terremoto se especializó en primeros auxilios, rescates, usar cortadores de metal y rapel, entre muchas otras técnicas, recuerda que el día del terremoto salió de su casa sin decir adónde iba, porque cuando fue la explosión en San Juanico quería ir ayudar y mi familia no me dejó.

Encargó a su hija con su hermana y se fue a trabajar entre los escombros por varios días, sin regresar a su casa. Volví a la casa sólo porque era el cumpleaños número tres de mi hija, pero ni a la misa llegué a tiempo, sólo a la partida del pastel, y me volví al centro de la ciudad. No supieron de mí de nuevo hasta octubre.

Recuerda que una de sus primeras labores espontáneas ese 19 de septiembre fue coordinar a gritos a los camilleros, que no se organizaban para entrar porque se peleaban por ser de una institución o de otra.

Poco a poco, ayudando en todo, llegó hasta el Conalep, donde, al meterse para entregar un tanque de oxígeno portátil, vio cómo la losa completa de un salón había caído sobre las bancas llenas de alumnos que momentos antes tomaban clases. El problema es que antes la instrucción era no moverse, no hacer nada porque el temblor va a pasar.

Tras hacer una pausa y recomponer la voz, Pola Díaz dice que nadie puede decir que rescató solo a alguien. Fue una labor de todos, de muchas manos que se prestaron a ayudar. Sin embargo, dice, mucha gente que sobrevivió o perdió familiares se niega a hablar del tema.

Hoy, a 27 años de lo sucedido, el objetivo de la asociación a la que pertenece es promover la capacitación, los planes de prevención y protección civil para evitar las pérdidas humanas, ante la posibilidad real de sufrir movimientos telúricos fuertes en la ciudad de México.