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En Sudán, Malasia y Nigeria, movilizaciones contra embajadas por filme contra Mahoma

Arrecian protestas en el mundo musulmán contra Occidente

Legaciones de Alemania y Reino Unido, además de las estadunidenses, blanco de ataques

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Los disturbios en la ciudad de Jartum dejaron ayer tres muertos. En la imagen, la embajada estadunidenseFoto Reuters
The Independent
Periódico La Jornada
Sábado 15 de septiembre de 2012, p. 19

El Cairo, 14 de septiembre. La ola de indignación contra Occidente que desató la notoria película sobre el profeta Mahoma parecía extenderse a lo largo de todo el mundo musulmán la noche de este viernes, mientras indignados manifestantes realizaban protestas y atacaban embajadas de países occidentales.

En Jartum, las misiones diplomáticas británica, estadunidense y alemana en Sudán fueron blanco de las protestas, y los manifestantes irrumpieron en esta última. En Líbano, por lo menos un manifestante fue muerto a tiros cuando los soldados dispararon balas de verdad para reprimir los disturbios.

La misión diplomática alemana fue atacada cuando más de 5 mil manifestantes se congregaron en la capital sudanesa para expresar su indignación por la película, realizada en California, aunque, además del sentimiento antioccidental generalizado, no queda claro por qué atacan intereses de Europa. Los manifestantes prendieron a parte del complejo, mientras algunos ascendieron a la azotea y sustituyeron los colores alemanes por una bandera shahada negra, el pendón que a veces portan los conservadores religiosos, la cual contiene la declaración de fe musulmana.

El ministro del Exterior de Alemania, Guido Westerwelle, dijo a reporteros que nadie había resultado herido durante el ataque, pero que el embajador sudanés había sido convocado para recordarle claramente la obligación de su gobierno de proteger las misiones diplomáticas.

Agregó que aunque la película estadunidense era inefable, ello no debía ser pretexto para la violencia.

Segunda manifestación

Hubo una segunda manifestación en Jartum, frente a la embajada británica. Los primeros reportes señalaban que los manifestantes habían tomado por asalto la misión diplomática, aunque la Oficina de Asuntos Exteriores no confirmó si el edificio había sido violado o no.

Manifestantes sudaneses que escalaron el muro de la embajada de Estados Unidos fueron expulsados antes de que lograran llegar más lejos en el complejo, declaró un portavoz de la sede. Reportes de la noche del viernes indicaban que en la ciudad de Túnez, capital del país del mismo nombre, los manifestantes quebrantaron la seguridad de la embajada estadunidense. Al final de la jornada se reportó un saldo de dos muertos en Túnez.

En otras partes a lo largo de la comunidad musulmana en el mundo hubo protestas después de las oraciones del viernes, mientras las discusiones por la película –la cual describe al profeta Mahoma como un mujeriego empedernido– corrían el peligro de salirse de control.

En Líbano, cientos de manifestantes marcharon por las calles de Trípoli, la segunda ciudad del país en importancia, gritando consignas contra Estados Unidos y el papa Benedicto XVI, quien inadvertidamente quedó en medio del conflicto al acudir a una visita de tres días acordada previamente.

Luego de destrozar pendones que daban la bienvenida al Papa, los manifestantes prendieron fuego a un restaurante de la cadena KFC y a un jeep de la policía, de acuerdo con el periódico libanés Daily Star. Un manifestante murió bajo el fuego de las tropas que repelieron la protesta.

También fue el segundo día de disturbios en Yemen, donde una persona murió el jueves luego de que los manifestantes irrumpieron en la embajada estadunidense.

Los manifestantes llevaban carteles en los que se leía ¡Hoy es su último día, embajador!, pero fueron repelidos por la policía, que les disparó chorros de agua.

En todas partes, desde Malasia hasta Irak, se convocó a realizar protestas en todos los rincones del mundo musulmán, mientras en Nigeria –donde el gobierno se ha enfrentado a un violento movimiento insurgente islámico– se reforzó la seguridad alrededor de las instalaciones de la embajada. Se reportó que las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes en la ciudad nigeriana de Jos.

En El Cairo, los manifestantes se enfrentaron a la policía por tercer día consecutivo. Ésta se vio obligada a erigir un gigantesco muro en la calle principal que conduce a la embajada de Estados Unidos, en el centro de la ciudad, para proteger el complejo de los jóvenes indignados.

Mientras los huéspedes se asomaban desde los balcones del Semiramis Intercontinental, hotel de cinco estrellas ubicado a sólo 46 metros del principal frente de batalla, los manifestantes escalaron la pared para arrojar piedras y disparar fuegos artificiales a las fuerzas de seguridad que protegían la embajada.

Han ofendido a todos los musulmanes del mundo, declaró un manifestante, un hombre de veintitantos años que se identificó únicamente como Hossam. En Estados Unidos hay libertad de expresión, pero si la usan así será un desastre.

El presidente egipcio, Mohamed Mursi, ha sido blanco de algunos comentaristas occidentales en los últimos días por su supuesta indolencia en condenar la violencia desatada en relación con la película antislámica.

Desde entonces ha dirigido una petición a los manifestantes para que cesen los disturbios, mientras el dirigente Khairat Shater, importante figura de la Hermandad Musulmana, también se mostró deseoso de resguardar la imagen del grupo al dirigir una misiva al periódico The New York Times condenando el asalto del miércoles a la embajada de Estados Unidos en El Cairo.

Algunos manifestantes también dijeron que en el incidente hubo otros factores en juego, como la hostilidad subyacente hacia la policía y la política exterior estadunidense.

En Jartum, por ejemplo, se especuló si los ataques habrían estado relacionados con las críticas que recientemente expresó el Ministerio de Asuntos Exteriores respecto de los manifestantes de derecha, a quienes en Alemania se permitió portar caricaturas del profeta Mahoma.

Sin embargo, no hay duda de que muchos musulmanes perciben cualquier argumento importante en contra de su religión como la ofensa más profunda.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya