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El exitoso estreno mexicano de las óperas de Milhaud y Weill, un logro más de la UNAM

Cantantes mexicanos y europeos causaron furor en la sala Miguel Covarrubias

Façade: poesía de Sitwell y música de Walton marcó el comienzo de las dos funciones

Foto
Escena de Mahagonny Songspiel, ópera con textos de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill, que se presentó en Ciudad UniversitariaFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Martes 21 de agosto de 2012, p. 6

El estreno en México de óperas de Darius Milhaud y Kurt Weill, así como el suceso escénico Façade, de Edith Sitwell/William Walton, fue un éxito artístico y de público en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

A sala llena en las dos funciones, el sistema de vasos comunicantes trazado entre las tres obras por la directora escénica, la joven alemana Nicola Raab, el uso de melodías populares por parte de los tres compositores y especialmente un rendimiento de excelencia a cargo del elenco, conformado por cantantes mexicanos y europeos, todos ellos especializados en repertorios no convencionales, causaron furor entre el público, conformado a su vez por músicos, profesionales de las artes escénicas y melómanos atentos a las propuestas que se alejan de lo trillado para aportar elementos de crecimiento a la cultura nacional.

El programa se inició con Façade: una delicia de prosodia, humor, artificio de palabra, poesía y música, en una puesta en escena cuya sencillez y originalidad dotó de vida nueva a esa audacia de ultravanguardia que sacudió el moho de los escenarios ingleses de principios del siglo XX.

La poesía de Sitwell y la música de Walton discurrieron en una algarabía pocas veces vista en escenarios operísticos. La fanfarria inicial, en la cual una espectadora descubrió el original de lo que hoy se conoce como el tema de la serie televisiva en comic de Popeye, el foxtrot, los giros saltimbanqui del texto de la autora inglesa, hicieron la delicia del público.

Enseguida, Les Malheurs d’Orphée, de Darius Milhaud, planteó atmósferas oníricas y escenas de ensueño con un trazo escénico minimalista y sumamente eficaz, del mismo modo que las voces de Irasema Terrazas y Lourdes Ambriz lucieron en plenitud al lado de los también extraordinarios cantantes visitantes.

El gran final: los textos de Bertolt Brecht y la música de Kurt Weill, ésta por cierto que se quedó sonando horas en los cerebros de los circunstantes, completó una sesión operística que consolidó a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a la vanguardia de ese arte tan abandonado en México y a lo mucho revisitado con los mismos caballitos de batalla en Bellas Artes, donde supuestamente se hace ópera.

Gran triunfo universitario para bien del país.