Opinión
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¿La Fiesta en paz?

Los idos de agosto

Un marqués que mal mueve el abanico

I

dus es palabra del antiguo calendario romano con la que se denominaba al día 13 de ocho de los 12 meses, incluido agosto, así como el día 15 de marzo, mayo, julio y octubre. Eran días de buenos augurios. Por el contrario, los idos en cualquier fecha no son sólo los distraídos, sino además los que se marchan para siempre de este plano. Cada año, agosto aumenta su recolección de personajes de la fiesta de toros que dan vuelta a la página de su vida para llevarse con ellos la respuesta de la gran interrogante de la existencia: y después de la muerte, ¿qué?

Así, el 1 de 1900 fallece en Córdoba el célebre diestro Rafael Molina Lagartijo, rival de Frascuelo. El día 2, de 1897, muere en Sevilla Fernando Gómez El Gallo, padre de Rafael y de Joselito, y ese mismo día, pero de 2001, fallece en México el informador taurino Jesús El Ciego Muñoz. En 1885, el 3, muere en la fatídica plaza de San Roque, provincia de Cádiz, el banderillero Mariano Tornero.

En 1984, Valente Arellano, figura mexicana en cierne, deja de existir el 4, debido a un accidente de motocicleta, y ese mismo día, pero de este año, fallece Jesús Sánchez El Azteca, matador de toros y padre del también matador José de Jesús. El día 6, de 1934, en la plaza de La Coruña, una espada de descabellar hiere mortalmente a un espectador, y en esa misma fecha, en 1956, muere el espléndido pintor taurino y cartelista valenciano Roberto Domingo. Alejandro Aguilar Colorín, novillero en sus mocedades, ameno conversador y maestro de varias generaciones de toreros, falleció aquí el pasado martes 7. El día 8 de 1933 muere en Sevilla el diestro Francisco González Faíco.

Luis Procuna, El Berrendito de San Juan, perece en un accidente de aviación el 10, en 1995. El lunes 13 de agosto de 1934 deja de existir Ignacio Sánchez Mejías, tan rico de aventura, a consecuencia de la cornada que dos días antes le infiriera Granadino, de Ayala, en Manzanares. El 15, de 1926, muere Enrique Berenguer Blanquet, quien fuera peón de confianza de Joselito. El viernes 16 de 1996 es fecha luctuosa por partida doble, pues fallecen el matador y ganadero Manolo Martínez y el culto ganadero Francisco Madrazo, de La Punta. El domingo 18, pero de 1946, es herido mortalmente en la plaza de San Roque, Cádiz, el exitoso novillero mexicano Eduardo Liceaga, pocos días antes de tomar la alternativa.

Federico García Lorca, autor del soberbio Llanto por Ignacio Sánchez Mejías es fusilado el miércoles 19 de 1936. El 21, de 1960, fallece en Palma de Mallorca Salvador Reyes, primer rejoneador que muere en la plaza. El miércoles 23, de 1978, un infarto termina con la vida del mexicano Ciro El Chico, aficionado, cantaor y paciente formador de críticos. El 27, de 1916, en Astorga, es muerto el novillero Antonio Carpio. El viernes 29, de 1947, expira en Linares Manuel Rodríguez Manolete, presuntamente a consecuencia de la cornada que le infiriera el día anterior Islero, de Miura. Y el viernes 30, de 1985, muere instantáneamente en la plaza de Colmenar Viejo, Madrid, el matador José Cubero Yiyo, al partirle el corazón Burlero, de Marcos Núñez.

Jaime Rojas Palacios, incansable y ejemplar promotor de la cultura taurina en México, partió ayer 11, como si todos los toreros muertos hubiesen bajado para llevárselo en hombros, sabedores de la estatura de su afición, entrega y amor pensante por una fiesta hace tiempo secuestrada.

Vargas Llosa, marqués. Entre indignada y divertida, una amiga española comenta que hurgando un Boletín Oficial del Estado Español del año pasado se enteró del Real Decreto por el que el rey Juan Carlos I, entre otros de sus tropiezos, le concede el título de marqués de Vargas Llosa al escritor hispano-peruano Mario, no obstante que según la legislación nobiliaria debe ser hereditario. El agradecido decreto aduce como fundamento su extraordinaria contribución, apreciada universalmente, a la literatura y a la lengua españolas, que merece ser reconocida de manera especial.

Respecto al monárquico gesto, el escritor dijo: Hay que tomarlo con humor, viviendo y siendo de un país republicano (el Nobel adquirió la ciudadanía española y conserva la peruana); con agradecimiento porque es un gesto muy cariñoso del rey de España; y con una sorpresa descomunal, pues jamás imaginé que me harían marqués... Agradezco a España, agradezco al rey. Y al mismo tiempo digo que yo nací plebeyo y voy a morir plebeyo, a pesar del título. Y a pesar de su taurinismo hispanocentrista, aristocratizante y colonizado, le faltó agregar.