Opinión
Ver día anteriorDomingo 12 de agosto de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Dos Auras de Fuentes
L

eí por primera vez, con dosis iguales de susto, gusto y asombro, la breve novela Aura, de Carlos Fuentes, cuando estaba en la secundaria. La releí hace unas semanas, con reacciones idénticas, en ocasión de la muerte del autor. Debo decir que, venturosamente, en ninguno de mis dos encuentros con Aura hubo un secretario de Estado panista (léase retrógrado, censor, pudibundo, ignorante y represor) que quisiera prohibirme su lectura. Con el mismo motivo, revisité recientemente la grabación de la ópera Aura (1988) de Mario Lavista, basada en el texto de Fuentes, y reencontré una música de gran atractivo, de una expresividad concentrada, misteriosa, a veces elusiva y siempre atmosférica, una música que habita esos mundos acústicos enrarecidos y sutiles a los que Lavista es tan afecto, y los cuales sabe expresar con gran claridad en muchas de sus partituras. La buena noticia al respecto es que, si bien la primera edición de la grabación de Aura realizada en 1989 con los intérpretes de su estreno es inconseguible, recientemente fue reeditada con todas las de la ley, es decir remasterización, nuevo diseño, nueva presentación, y lanzada al mercado por el sello Tempus. Hoy más que nunca, ante la desaparición física de Carlos Fuentes, se impone regresar a sus letras y a todo aquello que han inspirado; la ópera de Lavista es sin duda una de las mejores y más lúcidas aproximaciones al imaginario más profundo del escritor.

Otra buena noticia, que estoy seguro que la mayoría de los melómanos mexicanos ignora, es que 20 años después de Lavista, otro compositor, el español José María Sánchez-Verdú, escribió otra ópera Aura (2007-2009) sobre la novela de Fuentes. El propio compositor ha adaptado el texto de Carlos Fuentes para realizar su libreto, que es breve y parco, apenas un esqueleto narrativo con poca acción y mucha sugerencia. Sánchez-Verdú crea desde el inicio de Aura texturas instrumentales a la vez intensas y enrarecidas, potenciadas por un ensamble instrumental pequeño pero diversificado que incluye un par de acordeones, procesamiento electrónico, y el Auraphon, especie de instrumento semi-virtual que consta de tres gongs y dos tam-tams activados por los sonidos de las voces y de los otros instrumentos a través de medios electrónicos. El uso de los registros instrumentales extremos es otra de las características esenciales de la partitura de Aura. Para las partes vocales, Sánchez-Verdú propone un canto muy estilizado, fragmentado, disjunto, en el que conviven el Sprechgesang (canto hablado o habla cantada) y diversos tipos de emisión vocal no-afinada, murmullos, susurros y otros efectos. En su conjunto, la escritura vocal del compositor español sugiere un ambiente decididamente expresionista. A diferencia de tantas óperas de todos los períodos históricos, aquí la parte instrumental no sólo rebasa el nivel de soporte o acompañamiento, sino que es de importancia igual (y por momentos superior) a la parte vocal. De hecho, es el conjunto instrumental el que articula y ensambla el discurso de esta Aura de Sánchez-Verdú.

El compositor español utiliza inteligentemente los ecos y las resonancias (de voces, de instrumentos, de unas con otros) para reflejar la confusión y fusión de identidades de los personajes de la ópera, así como la duplicidad y desdoblamiento de presencias. En lo general, la música que Sánchez-Verdú ha escrito en Aura logra comunicar el ambiente de sordidez, misterio, oscuridad y fantasmas añejos que Carlos Fuentes describe con certeza notable en su novela corta. La grabación es de muy buena calidad, los textos y la presentación del cedé también son de muy buen nivel, y esta otra versión operística de Aura se consigue en el sello Kairos. La conclusión de mi texto de hoy es necesariamente evidente: recomiendo mucho a los melómanos de hueso colorado que además son operófilos y admiradores de Carlos Fuentes, la adquisición inmediata de ambas grabaciones de las Auras de Lavista y Sánchez-Verdú y su gozosa audición comparativa. Créanme, lectores, que es una experiencia literario-musical fascinante. Y relean la Aura original, antes de que alguien intente prohibirla de nuevo.