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Elogios a Calderón en su última sesión al frente del Consejo Nacional de Seguridad Pública

Martí pasa del si no pueden, renuncien a México está cambiando positivamente

El Presidente sostiene que su estrategia contra el crimen organizado está funcionando

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Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal, y el general Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional, ayer durante la sesión del CNSP en Palacio NacionalFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 3 de agosto de 2012, p. 17

El sexenio del empleo (de la fuerza) se va. Así lo dicen algunas sillas vacías y la ausencia de figuras estelares, otrora presentes y hasta firmantes en actos como esta sesión, la número 33, del Consejo Nacional de Seguridad Pública (CNSP).

Hace cuatro años, el hombre del cabello cano fue rudo y le aplaudieron a rabiar los mismos a quienes dirigía su mensaje: Si no pueden, renuncien, pero no sigan ocupando las oficinas de gobierno, no sigan recibiendo un sueldo por no hacer nada, eso también es corrupción, dijo aquel agosto de 2008 Alejandro Martí, el empresario cuyo hijo secuestraron y asesinaron.

Martí es otro en la recta final del calderonismo: Es evidente que México está cambiando positivamente, dice, al elogiar los avances de la reforma penal.

Como María Elena Morera, Martí aprovecha el espacio que se le concede en el salón Tesorería del Palacio Nacional para presumir las actividades de su propia asociación y para mostrar que Genaro García Luna y el presidente Felipe Calderón supieron hacerse de buenos aliados en la llamada sociedad civil.

Se dirige ahora Martí al futuro presidente de la República: Debemos ser muy cuidadosos y evitar que sucumbamos a la tentación sexenal de cambiar lo que hizo el anterior y empezar de cero.

Hoy el reto es que estos efectos positivos se consoliden más allá de gobiernos, más allá de coyunturas y más allá de partidos, había dicho poco antes Calderón, en su última sesión ordinaria del CNSP.

En la recta final podría discutirse lo que Calderón llama el fortalecimiento del tejido social, o bien la reparación del daño a las víctimas de la violencia. Pero no, el tema de debate es el número de muertos.

Con los números oficiales, Calderón comienza a dibujar lo que quiere heredar: la percepción de que su estrategia, así sea en el último momento, está resultando. Dice el Presidente que hay un descenso de 7 por ciento en la cifra de homicidios dolosos, y de 15 por ciento si se consideran las muertes por rivalidad delincuencial.

80 muertos menos al mes

La respuesta corre a cargo de uno de los cinco ciudadanos invitados al cónclave de mandos federales y gobernadores. Héctor Larios Santillán, del Observatorio Nacional Ciudadano de la Seguridad, la Justicia y la Legalidad: Lo que hemos encontrado en el caso del homicidio doloso a nivel nacional es que la variación porcentual entre el segundo semestre de 2011 y el primer semestre de 2012 es decreciente en 4.32 por ciento, lo que significa que en términos absolutos se redujo en 80 homicidios menos al mes, de un total de mil 767 que se han cometido al mes en el último año.

Va más allá Larios, cuando dice, a manera de balance sexenal, que la denuncia del delito de homicidio doloso creció 80.52 por ciento del primer semestre de 2006 al mismo periodo de este año. El dato en sí mismo es elocuente, dice, como si hiciera falta.

Con esos números, el ex dirigente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) estima que la disminución no es estadísticamente relevante y además pone en duda la veracidad de las cifras, debido a serias deficiencias e inconsistencias que se expresan en la falta de concordancia entre las cifras del gobierno federal y los estatales. De enero a abril, dice, hay mil 140 homicidios sobrantes o faltantes.

Pero Calderón no va a dejar que le ganen la batalla de la percepción, así que pide y toma la palabra. No se trata de una encuesta para que se hable de lo estadísticamente significativo.

“Para algunos, que los homicidios se reduzcan en México 7 por ciento por primera vez en varios años, durante dos semestres consecutivos, puede ser relevante, para otros no… A mi juicio, sí es importante para los mexicanos saber que por lo menos la tendencia dramática que veníamos registrando durante varios años ha cambiado.”

¿El comienzo del fin del horror? No necesariamente. Sigue Calderón: Puede cambiar otra vez hacia arriba, desgraciadamente, en cualquier momento. Pero, por lo pronto, a mí, en lo personal, me resulta alentador ese dato.

Igual, en el cierre de su segunda intervención, ordena: Pero sí hay que verificar ese dato, por favor, secretario ejecutivo.

La tendencias se han invertido

El hueco sigue siendo el hueco, y es uno que Calderón siempre ha atribuido a los gobernadores. El gran pendiente es la depuración de los cuerpos policiacos.

Esta vez, sin embargo, Calderón es más que mesurado en el reparto de culpas. Antes al contrario, reconoce que la disminución de la tasa de homicidios es resultado del trabajo coordinado de las instituciones de seguridad.

Aunque los encabezados de todos los días digan otra cosa, Calderón sostiene que los patos ya no les tiran a las escopetas. Las tendencias se han invertido, el Estado mexicano se fortalece en sus capacidades, mientras las organizaciones criminales se debilitan, debido, desde luego, a la ofensiva ininterrumpida por parte de las fuerzas del orden y a la participación cada vez más activa de los ciudadanos y gobiernos en la prevención y en la denuncia de los delitos.

Clave en esa nueva ecuación es, por supuesto, la neutralización de los capos. El segundo presidente panista elude mencionarlos por sus apodos, como en otras ocasiones hizo en este foro, pero presume que gracias a la acción de su gobierno hasta hoy han sido capturados o abatidos... 22 de los 37 líderes criminales más peligrosos que operaban en México.

En enero de 2011, el gobierno se ufanaba de haber capturado o abatido a 19 de los 37 más peligrosos. De modo que el cierre no ha sido espectacular, puesto que en los últimos 18 meses sólo han caído tres, aunque, eso sí, el gobierno diga que los retoños de los capos neutralizados nunca serán los gigantescos árboles torcidos que fueron sus jefes.

En su tercera intervención, el Presidente se despide con referencias a los momentos especialmente tristes y preocupantes vividos durante su sexenio y dedica algunos párrafos a Ciudad Juárez, la urbe emblemática de la guerra. Presume uno notable reducción de los homicidios en la ciudad fronteriza y los parques, centros culturales, bibliotecas y escuelas erigidos en los escenarios de la muerte. Allá, pero eso es otra historia, muchos ven más cemento que reconstrucción del tejido social.

Se despide Calderón olvidando por un momento su divisa: estás conmigo o con los criminales. Hoy, en el andén de salida, no sólo reconoce una coordinación que nadie veía en la realidad –y que incluso el gobierno federal reconocía inexistente por culpa de los estatales–, sino presume la suya como una administración que trabajó con otros niveles de gobierno de manera concertada, voluntaria y horizontal, con la concurrencia de múltiples actores y tomadores de decisiones, puestos en este consejo en un plano de igualdad.

Tras la dramática derrota del PAN en la elección presidencial, algunos de los representantes de la sociedad civil –no es casualidad que sean los más cercanos al secretario García Luna– toman la estafeta y demandan a los gobernadores hacer permanente su lugar en el Consejo Nacional de Seguridad. Y piden, claro, continuidad en la estrategia.

¿Concertada y horizontal? El primero de diciembre podría llegar a la silla que deja Calderón un partidario del presidencialismo fuerte, sin obstáculos y pragmático.