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Se cumple el 20 aniversario luctuoso del autor de Adiós Nonino y Balada para un loco

Piazzolla pugnaba por hacer crecer el tango desde adentro, afirma poeta

Fue un innovador y su música inspira a numerosas orquestas jóvenes, indica Horacio Ferrer

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Astor Piazzolla (1921-1992)
 
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de julio de 2012, p. 6

Buenos Aires, 3 de julio. Dos décadas pasaron desde la muerte de Astor Piazzolla. Pero el tiempo no logró aún apagar el carácter vanguardista y revolucionario de su tango, que hoy día se mantiene como fuente de inspiración de numerosas orquestas jóvenes de música ciudadana.

Astor fue un innovador que percibió que al tango había que hacerlo crecer desde adentro, recordó el poeta uruguayo Horacio Ferrer, quien compuso 53 títulos junto a Piazzolla.

Había muchos músicos que tomaban elementos, giros, modismos, fraseos del tango para incorporarlo a la forma sinfónica. Él procedió de otra manera, lo revolucionó desde su propia forma; primero escribió temas de cinco y seis minutos, luego de 10 y después hizo obras extensas, siempre manteniendo los instrumentos clásicos del tango, subrayó Ferrer en una entrevista reciente con la revista Ñ.

Difícil mantener la indiferencia ante los compases de alguna obra de Piazzolla.

Su irrupción en el conservador y clásico mundo del tango rioplatense generó una revolución. Eso no es tango, se decía entonces, según rememoró Ferrer, quien equiparó al compositor con Carlos Gardel, por haber sido un universalizador del 2x4.

Misterio y profundidad

El tango diría que es casi como el jazz, tiene misterio, profundidad, dramatismo. Es religioso, puede ser romántico y puede alcanzar una agresividad que el folclor nunca podría tener, salvo la chacarera. Cuando empezamos con el octeto, por ejemplo, parecíamos salidos de un grupo de combate. ¡Éramos ocho guerrilleros subidos al escenario!, describió el propio Piazzolla.

“Yo ‘rompía’ el bandoneón todas las noches y el gordo (Leopoldo) Federico también. Cada uno, en lugar de un instrumento, tenía una bazuca. Habíamos convertido el escenario en un ring de box”, recordó.

Entre sus composiciones más recordadas destacan Adiós Nonino, Libertango y Balada para un loco. Escribió junto a Ferrer la pequeña ópera María de Buenos Aires, que dio la vuelta al mundo en numerosas versiones. El poeta uruguayo le puso también letra a Balada para un loco y Chiquilín de Bachín, dos temas que alcanzaron enorme éxito.

Tocaba el bandoneón parado, casi con las entrañas, como una vez aseguró: Toco con violencia, mi bandoneón tiene que cantar y gritar. No concibo el color pastel en el tango.

Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en la ciudad balnearia argentina de Mar del Plata. Cuatro años después se radicó junto a sus padres Vicente Nonino Piazzolla y Asunta Manetti, en Nueva York. Fue allí donde la nostalgia tanguera de su padre se combinó con el jazz que flotaba en los sótanos de la Gran Manzana y los estudios de la música clásica que décadas después explotarían en su revolucionario nuevo tango.

Su padre le regaló a los seis años su primer bandoneón y en poco tiempo se enamoró del instrumento. Fue en Nueva York donde en 1934 conoció al cantor Carlos Gardel. Enviado por su padre para llevarle un regalo, el entonces aprendiz de bandoneonista cautivó al tanguero, que le ofreció un pequeño papel en su película El día que me quieras.

Por los escenarios del mundo

En 1937, Piazzolla regresó a Argentina y apenas dos años después se convirtió el bandoneonista de la orquesta de Aníbal Troilo, uno de sus grandes maestros y a quien le escribió, tras su muerte en 1975, la Suite troileana.

Se casó en 1942 con Dedé Wolf, con quien tuvo a sus dos hijos, Diana y Daniel, y en 1946 formó su primera orquesta propia. Estudió con Alberto Ginastera y con la célebre maestra Nadia Boulanger, en París, gracias a quien dio el giro definitivo a su carrera.

En 1955 creó el Octeto Buenos Aires, mítico conjunto con el que cambió los códigos del tango tradicional. Sus composiciones generaron polémica en el ambiente conservador del 2x4 y en medio de esa circunstancia hostil decidió regresar a Estados Unidos, en 1958.

Un año después, durante una gira por Puerto Rico, recibió la noticia de la muerte de su padre. Agobiado por una profunda tristeza, escribió en su memoria Adiós Nonino, el tango del cual ya se hicieron más de 170 versiones distintas y aún emociona.

En 1960 formó el Quinteto Nuevo Tango, definitorio en la carrera de Piazzolla. Ya separado de su primera esposa, tuvo una relación durante varios años con la cantante de tangos Amelita Baltar, hasta que en 1976 formó pareja con Laura Escalada.

Piazzolla recorrió los escenarios del mundo con sus composiciones, tocó en el Teatro Colón y en el Central Park de Nueva York. Ganó un Premio César en 1986 por la banda sonora del filme El exilio de Gardel, una de las más de 40 películas que musicalizó.

Sus problemas de salud comenzaron en 1988, cuando se le realizaron cuatro bypass cardiacos. En 1990 sufrió una trombosis cerebral en París y murió el 4 de julio de 1992, en Buenos Aires.