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Ver día anteriorMartes 19 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Trabajemos juntos
L

a mañana del 12 de junio falleció en Bloomington, Indiana, en Estados Unidos, Elinor Ostrom, quien en 2009 recibió el Premio Nobel de Economía por su contribución a la comprensión de las instituciones de acción colectiva, particularmente de la propiedad común. Ostrom fue la primera y hasta hoy única mujer en obtener esta distinción.

La noticia sorprendió a todos los que la admiramos y respetamos como profesional y como persona. Hace un mes, muchos mexicanos tuvimos la fortuna y dicha de escucharla y de asimilar sus profundos y a la vez sencillos consejos en torno al trabajo con las instituciones comunitarias del ámbito rural de nuestro país.

Pero, ¿quién era Lin Ostrom? Una académica y politóloga de la Universidad de Indiana, que planteó nuevos paradigmas en las ciencias sociales y durante 50 años se dedicó a documentar y desarrollar una teoría sobre la gobernanza de los bienes de uso colectivo de comunidades que realizan una apropiación social de sus recursos naturales a partir del establecimiento y cumplimiento de reglas de acceso y uso de la riqueza natural de muchos de ecosistemas alrededor del mundo. A partir de la documentación puntual y sistemática de experiencias de productores rurales, pescadores y usuarios de bosques, aguas superficiales o subterráneas, algunas dentro de territorios de comunidades indígenas, cuya característica principal es haber logrado durante cientos de años una gobernanza sustentable y equitativa de su riqueza natural y biodiversidad, sin el agotamiento de la base natural que les da sustento, en la mayoría de los casos sin la intervención de los gobiernos, o de los mercados, y en muchos casos a pesar de ellos.

Su trabajo, dedicación y la firme convicción de que el conocimiento es un producto y un bien colectivo que surge de la cooperación y el intercambio de experiencias, llevaron a Ostrom y a sus colegas a integrar la Asociación Internacional para el Estudio de los Recursos Comunes (IASC, www.iasc-commons.org). En 2004 la IASC realizó su décimo congreso mundial en el Jardín Etnobotánico de Santo Domingo, en Oaxaca, con la presencia de 800 asistentes provenientes de 73 países, entre ellos miembros de comunidades indígenas mexicanas y latinoamericanas. Le antecedió en 2000 la publicación en español de su obra más conocida: El gobierno de los bienes comunes: la evolución de las instituciones de acción colectiva, publicada en forma conjunta por el Fondo de Cultura Económica y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Lin Ostrom adquirió notoriedad a partir de la refutación –con base en una extensa investigación de campo– de la difundida propuesta de La tragedia de los comunes, del biólogo Garret Hardin, quien en los sesentas planteó que los recursos naturales sujetos a propiedad colectiva estaban inexorablemente condenados al deterioro y agotamiento, al ser, en tanto de todos, de nadie. Durante décadas este argumento ha sido utilizado con frecuencia en políticas de conservación y manejo de la biodiversidad para justificar la privatización de la naturaleza, o una intervención excesiva del Estado sin participación de sus dueños y usuarios locales, en las políticas de conservación y manejo de la biodiversidad y en la actualidad en las políticas de mitigación de los efectos del cambio climático global en México y en muchas partes del mundo.

Hace un mes la doctora Ostrom visitó México por séptima y última vez, invitada por varias instituciones. En esa ocasión dictó una conferencia magistral sobre políticas del cambio climático ante cientos de personas en la UNAM. Ahí enfatizó la necesidad de actuar y no esperar a la firma de acuerdos multilaterales, buscando pactos de gobernabilidad entre actores de distintas escalas, pero, sobre todo, fortalecer acciones locales de gobernanza para mitigar y hacer frente al cambio climático. Asimismo, en la librería Rosario Castellanos del Fondo de Cultura Económica presentó el adelanto de la publicación en español de su último libro, Trabajemos juntos, dedicado a promover la cooperación y el trabajo interdisciplinario en todos los ámbitos de la ciencia.

Su lucidez, sencillez, energía y sabiduría nos daban aliento. Algunos sabíamos que tenía diagnosticado un cáncer de páncreas avanzado y esto nos hacía dudar de su visita, pero ella por ningún motivo quiso cancelar su viaje. La alegría con que se condujo lograron opacar momentáneamente su eminente partida.

Su ejemplo de vida, del quehacer científico y sus importantes contribuciones dieron un marco de referencia sólido a quienes estamos comprometidos con una apropiación social, compartida, justa y equilibrada de nuestra riqueza natural. También con la convicción de que la experiencia acumulada por muchas comunidades campesinas indígenas de nuestro querido México debería tomarse seriamente en cuenta en estos momentos de definición de las políticas públicas de los próximos años. Es una de las tareas pendientes de nuestro próximo gobierno.

*Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, Conabio.

**Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.