Editorial
Ver día anteriorMartes 19 de junio de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Debate #YoSoy132: desdén privado y omisión pública
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stá programado para las 20 horas de hoy el único debate real entre candidatos presidenciales en la presente campaña electoral, habida cuenta de que los encuentros realizados el 6 de mayo y el 10 de junio fueron meras exposiciones, acartonadas, acotadísimas y previsibles, de las posturas de los aspirantes. En contraste, en la reunión concebida y organizada por el movimiento estudiantil y juvenil #YoSoy132, y hospedada por la Comisión de los Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), los protagonistas deberán responder a preguntas no pactadas de antemano (aunque ponderadas y validadas por académicos de varias instituciones) sobre ciencia y tecnología, educación, arte y cultura; debatir entre ellos temas como la necesaria democratización de los medios y el combate a los monopolios, y contestar a las inquietudes del público, filtradas por un sistema de votación en línea. Es significativo del atraso institucional que padece el país que el movimiento estudiantil haya sido capaz de formular y organizar, en pocos días pero de manera eficiente, un cotejo de propuestas y de personalidades que resultó ausente en los encuentros pactados por el Instituto Federal Electoral (IFE) y los partidos con registro.

Aunque el movimiento #YoSoy132 es, de origen, contrario a la candidatura de Enrique Peña Nieto y a lo que ésta representa, los términos y el formato del debate aseguran equidad e imparcialidad. Resulta inexplicable, por ello, que el aspirante presidencial priísta persista en su rechazo a participar en el intercambio de hoy, sobre todo si se tiene en cuenta que es la única oportunidad real de confrontar las propuestas en juego para los comicios del primero de julio próximo y constituye, en esa medida, una inapreciable posibilidad para que la ciudadanía se haga una idea precisa de las aptitudes de los contendientes y de la calidad de sus plataformas.

Por la trascendencia de la decisión que los votantes habrán de tomar dentro de 12 días, la creatividad y la capacidad de organización y de convocatoria de los jóvenes debiera merecer un decidido respaldo de los consorcios mediáticos y, sobre todo, de los instrumentos de difusión del Estado. Pero los medios electrónicos privados, al negarse a dar cobertura al encuentro –con la excepción, hasta el cierre de esta edición, de Milenio Tv– han refrendado su conocido desdén por la información cívica y la cultura democrática, pese a que son beneficiarios de concesiones de radiofrecuencias que pertenecen a la nación; han dado, asimismo, una nueva muestra del extremado pragmatismo monetario que los caracteriza al optar por la difusión de programas comerciales en detrimento de una información crucial para la vida republicana de México.

La ausencia en el encuentro de los medios públicos –los canales 11 y 22, el Instituto Mexicano de la Radio, IMER y, hasta donde se sabe, del Canal del Congreso– es aún menos justificable, pues son, o debieran ser, entidades consagradas a la difusión de temas de interés y relevancia públicos, y el debate organizado por #YoSoy132 corresponde, evidentemente, a esta categoría. Particularmente lamentable resulta el pretexto esgrimido por el canal del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de que no transmitirá el encuentro porque Peña Nieto no asistirá a él. Al argumentar de esa manera, la televisora del Poli se presenta como guardaespaldas mediática de uno de los contendientes.

Aunque este boicot de hecho contra el llamado Debate #YoSoy132 resulte exasperante e indicativo del desdén de los medios privados por la información de interés público, así como de la omisión de órganos de difusión del Estado ante sus responsabilidades básicas, es posible que tales actitudes resulten contraproducentes para los medios en cuestión. Si la creatividad y el ánimo cívico logran una difusión masiva del debate por medios alternativos, se confirmará, como pudo apreciarse el pasado 6 de mayo, que la cobertura de la televisión abierta y de paga empieza a volverse prescindible para una sociedad ávida de información y difusión responsable y veraz. Es posible que en la confluencia de movimientos sociales emergentes y de las redes sociales empiece a gestarse la obsolescencia de las concesiones como mecanismos ilegítimos de acumulación de poder político.