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El análisis debe partir desde la experiencia zapatista y las protestas juveniles: Sicilia

Movimientos emergentes obligan al Estado y partidos a revisar su pasado

La situación de violencia e inoperancia política que vivimos nos ponen en revolución, afirma

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El poeta Javier Sicilia participó en el foro sobre los grandes problemas de la naciónFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Jueves 24 de mayo de 2012, p. 18

Las instituciones del Estado, al igual que los partidos están en un parteaguas civilizatorio que obliga a revisar el pasado y a construir nuevos paradigmas, como lo evidencian los movimientos emergentes, producto de las características horrendas que estamos padeciendo en México, advirtió Javier Sicilia.

Al intervenir en el foro sobre los grandes problemas nacionales, propuso que el análisis parta del movimiento zapatista, pasando por los Okupas, los indignados, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y los agrupamientos juveniles, incluyendo el que empieza a moverse hoy en México, al que además hay que festejarlo, hay que dejarlos que se expresen, apoyarlos absolutamente porque les hemos robado su futuro.

Esos movimientos, agregó ante un auditorio lleno, están balbuceando algo nuevo, que sale de las resquebrajaduras de estas instituciones con las que nos estamos viendo, como también el problema de la democracia.

El poeta abordó la relación del Estado como parte de un sistema y el surgimiento de expresiones que se le oponen. Ahí está el problema que va a empezar a crecer en torno al dinero y la violación de los derechos humanos, que es el último bastión que nos queda, luego de que todos los otros derechos se han desgarrado.

Agregó que hoy, la idea de revolución se ha vuelto inviable por el fracaso de las ideologías históricas, entre las que destacó al liberalismo que hoy nos asuela, y que ha hecho perder toda credibilidad en un cambio que mejore la suerte de los marginados y los excluidos.

También, añadió, la toma de poder mediante la violencia, como se señalaba ya en 1968 es una idea romántica que la sofisticación del armamento de los ejércitos ha vuelto ilusoria.

Advirtió que aun cuando pudieran repetirse las revoluciones cuyas ambiciones eran libertarias, como en 1789 la Revolución Francesa o 1917 y la Revolución Rusa, no tendrían eficacia.

Sin embargo, la crisis que vivimos, graves turbulencias económicas, guerras entre el gobierno y el crimen organizado, inoperancia de los partidos y de las instituciones del Estado, movilizaciones sociales crecientes, aumento del despojo, de la miseria, de las fuerzas represivas y de la criminalización de la protesta, destrucción cada vez mayor del campo y del medio ambiente, traiciones a las conquistas laborales, crímenes horrendos, desapariciones, nos colocan en estado de revolución, es decir, en la necesidad de un cambio político y social profundo, afirmó.

Para ese cambio, insistió, hay que pensar en los mejores de esta época, en el movimiento zapatista, en los Sin Tierra de Brasil, los jóvenes. Lo que ocupa nuestro pensamiento y quehacer ya no es el sueño de las abstracciones que en nombre del mañana, llámese cielo, paraíso, proletariado, raza, democracia, libertad, pueden arrastrar a hombres, mujeres, niños, culturas vivas y tierras, sino el de conservar los mundos que otros prepararon para nosotros.