Cultura
Ver día anteriorMiércoles 16 de mayo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El autor de La silla del águila vertió reflexiones sobre política con La Jornada

Políticos con imaginación hay muy pocos; en cambio, los escritores podemos ir más allá

Observador sistemático, dijo que la nación lleva un rumbo bastante desviado del camino

De estas elecciones puede surgir un buen gobernante, como quizá López Obrador

 
Periódico La Jornada
Miércoles 16 de mayo de 2012, p. a12

Un primer apoyo relativo o condicionado al candidato presidencial de las izquierdas Andrés Manuel López Obrador, un claro rechazo hacia el aspirante priísta Enrique Peña Nieto o la afirmación de que los políticos mexicanos están a una distancia brutal de las respuestas necesarias al país fueron algunas de las últimas opiniones y reflexiones políticas del escritor Carlos Fuentes, observador sistemático de México y el mundo.

La nación lleva un rumbo bastante desviado del camino, decía Fuentes apenas en enero a La Jornada, en relación con problemas como la inseguridad, la violencia, la pobreza, el sistema político o la economía.

El escritor consideraba que de estas elecciones podría surgir un buen gobernante, como, quizá, podría ser López Obrador, siempre y cuando se rodeara de colaboradores calificados en sus áreas para que lo asesoraran, porque si éste sólo quiere tener gente obediente y menor al lado, lo único que logrará es un mal gobierno.

De Peña Nieto, quien en la Feria del Libro de Guadalajara dijo que el libro de Fuentes La silla del águila había sido escrito por Enrique Krauze, consideró que había dado muestras de ignorancia, y agregó: Se hizo bolas el pobre, ¡quedó muy mal! Hay gobernantes del pasado de México que si bien no habían leído mucho, al menos eran inteligentes.

Los candidatos, mediocres o poco interesantes

Sin embargo, a principios de mayo, desde Buenos Aires, consideró que los tres principales candidatos son mediocres o poco interesantes, y planteó que la política tiene que ponerse a la altura de la sociedad, no a la inversa. La sociedad en América Latina es más fuerte que la política.

Pese a ello, un mes antes, en abril, en una entrevista en el suplemento cultural La Jornada Semanal, que le dedicó su portada, refrendó su posición de toda la vida: Yo pertenezco a una izquierda, centro izquierda digamos.

Aparte de comentar hace unos días sobre las revoluciones árabes, los indignados de Europa y Estados Unidos y los cambios y mejoras en varios países de América del Sur, en febrero del año pasado Carlos Fuentes criticó al ahora ex presidente Nicolas Sarkozy por utilizar el caso de Florence Cassez, francesa encarcelada en México acusada de secuestro.

Al hacer eso y afectar el Año de México en Francia, dijo Fuentes, Sarkozy pretendía “engrandecerse ante el público, aparecer como el defensor de la patria (…), el presidente se está comportando como un dictador bananero para obtener popularidad, esto es ridículo”. En contraparte, desde hace meses el escritor mostró simpatía por el ahora nuevo presidente de aquel país, el socialista Francois Hollande.

Amigo de empresarios poderosos o de ex presidentes como Bill Clinton, Fuentes tenía claro, sin embargo, que los intelectuales debían mantener una no coincidencia con los políticos.

“Hay acercamientos y alejamientos entre ellos –dijo en enero pasado–, pero no es posible ni deseable que coincidan, porque el escritor siempre debe decir algo más, ir más lejos que el político, que está capturado en su momento, pues si no, no podría ser político; en tanto, el escritor puede ir más allá porque puede imaginar, y políticos con imaginación hay muy pocos.”

Varios especialistas consideran que sus novelas como La muerte de Artemio Cruz o La silla del águila incluyen en su abordaje un tono político. Incluso, las opiniones y reflexiones políticas de Carlos Fuentes solían imbricarse entre sí. Por ejemplo, cuando hablaba de momentos de la historia del país:

“Con la Revolución volvimos a ser nosotros, pero nuevamente estamos distanciados de nuestro ser y tenemos que recuperarlo: ahí esta la cultura mexicana, para indicar quiénes somos: buenos, malos, pero así somos, de allá venimos, de una imaginación y una realidad conjuntas.

Lo bueno de nuestra cultura es que tanto la imaginación como la realidad siempre han estado hermanadas, no se pueden separar. Mientras que en la política constantemente hay un divorcio entre ambas.