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Iztapalapa lidera en estos casos, señala la activista Rebeca Franco

El año pasado, 410 niños sustraídos o desaparecidos

La mayor de las veces esos delitos son cometidos por familiares, dice

 
Periódico La Jornada
Miércoles 2 de mayo de 2012, p. 38

De acuerdo con datos de la procuraduría capitalina, el año pasado fueron reportados como desaparecidos o sustraídos un total de 410 menores de edad en el Distrito Federal, delitos que la mayor de las veces son cometidos por los propios familiares o un conocido.

La delegación que lidera este ilícito, con 96 desapariciones, es Iztapalapa, donde desde hace dos años Rebeca Franco se ha convertido en una activista solidaria con las familias que se ven involucradas en este tipo de situaciones.

En entrevista, relata que le ha tocado ver casos desde los más chuscos, donde las presuntas víctimas se fueron de parranda sin avisar a sus padres, hasta los más dramáticos, como los relacionados con trata de blancas o familiares que se llevan a los pequeños para su explotación sexual o laboral.

En dos años, agrega, siete familias han solicitado su apoyo. Mi labor es de acompañamiento y asesoría, porque nadie está preparado para enfrentar la desaparición de un familiar y no sabes qué hacer, refiere. Señaló que en todos los casos que ha apoyado se ha encontrado a los menores, aunque en uno de ellos una adolescente apareció muerta.

Hay experiencias de todo tipo: a Jessica se la llevaron luego de contactarla por Internet, donde se refugió porque no le gustó la escuela a la que la mandaron sus papás; una niña de nueve de años fue raptada por su propio tío, la encontraron en Guanajuato, y otra joven desapareció en un parque y 15 días después la encontraron sin vida en el mismo lugar, refiere.

En otros casos, tres jovencitas se fueron a Acapulco con unos amigos. Sus padres reportaron su ausencia, pensando que se trataba de tratantes de blancas, pero resultó que sólo se estaban divirtiendo, señaló.

Dos adolescentes más se involucraron con adultas homosexuales. Se salieron de sus casas y los papás denunciaron la desaparición, y las que sabían que se habían ido con sus parejas sentimentales eran las mamás, pero no decían nada, para no enfrentar a sus esposos, apunta.

La mayoría de los reportes de extravío o ausencia que llegan al Capea son de menores entre 12 y 16 años. Es la etapa de la adolescencia más difícil, a la que hay que poner mucha atención, expresó Franco. Señaló que muchos casos se suscitan por la falta de comunicación y comprensión entre padres e hijos.