Opinión
Ver día anteriorSábado 28 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La Casa de la Acequia
E

l gobierno de la ciudad ha hecho realidad varios empeños exitosos que mejoran la vida de los capitalinos, el programa EcoBici que ha dado muy buen resultado, el Metrobús, transporte limpio, decoroso y veloz; la línea 12 del Metro que unirá rumbos del oriente de la ciudad, Tláhuac e Iztapalapa, con los del poniente, Mixcoac y Santa María Nonoalco.

Entre estos esfuerzos hay uno que en particular me entusiasma, un rumbo del Centro con el cual me identifico, ha sido especialmente atendido y por decirlo así, devuelto a vecinos y visitantes; el núcleo de esta transformación es la calle peatonal de Regina, en la que se ve todos los días a la gente conviviendo y por tanto viviendo; señoras en las bancas, platicando, tejiendo, descansando al aire libre; niños jugando sin riesgo del tránsito y en fondas y restoranes comensales tranquilos, disfrutando de su tiempo para el almuerzo.

Hasta una pulquería, que debiera ser declarada, sino patrimonio de la humanidad, al menos patrimonio del Centro Histórico y cerca, la Fundación Concepción Béistegui con sus sobrio edificio, el templo de Regina Coeli, la pequeña explanada que es el corazón del espacio rescatado, han visto surgir en los alrededores nuevos lugares y espacios para disfrutar la ciudad y difundir la cultura urbana.

En los alrededores se remodeló la emblemática Secundaria 1, que en su imponente construcción da a los jóvenes de los barrios de la Merced y de San Pablo oportunidad de educación media; cerca de ahí, se entregó por el gobierno de la ciudad a doña Rosario Ibarra una casona que fue cuartel de bomberos y que será ahora bajo su dirección, sitio para preservar el recuerdo de una parte triste de nuestra historia, conservará para las futuras generaciones, la memoria de persecuciones, desapariciones forzadas y otras barbaridades cometidas en contra de activistas sociales.

En la esquina de San Jerónimo e Isabel la Católica, a unos pasos del restaurante El Zéfiro, escuela de gastronomía del Claustro de Sor Juana, está la Casa de la Acequia notable por muchas circunstancias.

Su actual dueño, sin pleitos ni lanzamientos, la rescató de ser una vecindad de rentas congeladas, centro de insalubridad y pobreza, para convertirla hoy en un lugar hermoso; el nombre de Casa de la Acequia se lo dio la gente quién sabe desde cuándo, porque estaba construida, según las viejas crónicas, al lado del curso de una acequia que corría del Salto del Agua a un lavadero de caballos por ahí cercano.

En el siglo XVI se levantó al margen de la corriente de agua, que era el límite de la traza de la ciudad, una torre de vigilancia de la que quedan aun vestigios, en el siglo XVII se construyó el ala sur de la casa, con lo que corría el agua en medio del predio y en el siglo XVIII se completó la casa con la parte alta.

Junto al portón de madera aparece una placa de cerámica que indica que ahí nació don Daniel Cosío Villegas, en ella funcionó hace algunos años el Ágora Cultural Alfonso Reyes, un club con el sugerente nombre de El Molcajete y hasta hace poco años tuvo su biblioteca y oficinas el Ateneo Español.

En la actualidad la casa se destina a presentación de libros, conferencias, exposiciones de pintura y otras actividades relacionadas con el arte y la cultura. Recientemente se estableció ahí la librería Madero, fundada en 1939 por don Tomás Exprésate, que llegó a México como refugiado y fue conocido como librero y hombre culto y por haber sido comisario del Partido Comunista en el frente de Tudela.

La librería ha venido a dar nueva vida a la casona, muy en armonía con el actual ambiente del barrio; en ella se pueden encontrar libros de arte, de arqueología y especialmente de historia de México, es de las que los conocedores denominan librería de fondo.

Todo el conjunto muestra que cuando un gobierno se ocupa de poner las condiciones propicias, los vecinos saben colaborar y aportan su parte para una convivencia mejor y más digna.