Editorial
Ver día anteriorLunes 23 de abril de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Francia: perspectivas para mayo
E

l presidente francés, Nicolas Sarkozy, fue el gran derrotado en las primarias realizadas ayer en su país, al quedar en segundo lugar y por detrás del socialista François Hollande. Tras cinco años de un ejercicio de poder autoritario, opaco, frívolo e inepto en lo económico, el electorado le pasa la factura al actual residente del Eliseo, quien se convierte en el primer mandatario en funciones que pierde una primera vuelta como aspirante a la relección.

La noticia no es necesariamente buena, porque el fracaso de Sarkozy no se debe al crecimiento de la oposición de izquierda, sino al deslizamiento de un importante sector del electorado hacia la ultraderecha, representada por Marine Le Pen (Frente Nacional, FN), quien obtuvo el tercer sitio en los resultados, con 17.3 por ciento de los sufragios. A lo que puede verse, el beneficio electoral de las políticas xenófobas y racistas del actual mandatario fue cosechado por esa formación ultranacionalista, que equipara a la población islámica de Francia con la ocupación nazi y se declara dispuesta a dinamitar la participación de Francia en la eurozona.

Un tercer dato relevante de los resultados electorales fue la imposibilidad de que Jean-Luc Mélenchon, del Partido de Izquierda, concretara las expectativas generadas por los sondeos, que le concedían entre 13 y 17 por ciento de la intención de voto. A la postre, sin embargo, el ex socialista apenas logró rebasar 11 por ciento de los sufragios. De inmediato, Mélenchon pidió a sus votantes que respalden a Hollande en la segunda vuelta del mes próximo, y otro tanto hizo la ecologista Eva Joly, quien obtuvo poco más de dos por ciento de los votos.

En tal circunstancia, y dando por descontada la disciplina de las fuerzas progresistas alrededor del aspirante socialista, el resultado final del proceso electoral dependerá principalmente de dos factores: por una parte, de la determinación que tome el centrista Movimiento Democrático, que postuló al democristiano François Bayrou, quien en 2007 se abstuvo de apoyar a los candidatos entonces finalistas, Nicolas Sarkozy y la socialista Ségolène Royal; por la otra, los cálculos de conveniencia en el FN de Le Pen y en la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy. Ciertamente, con tal de aferrarse al Eliseo, el actual mandatario podría estar dispuesto a tragarse el pudor y pedir y aceptar el sufragio de la ultraderecha, e incluso a pactar la realización de los aspectos más impresentables del programa de ésta. Sin embargo, el endoso de sufragios de la ultraderecha hacia Sarkozy no parece tan simple como en el caso de las izquierdas. Por lo demás, en el seno de ambas formaciones hay tendencias que apuestan a una reagrupación de la derecha que pasaría por la desarticulación de la UMP y por la deposición del liderazgo del aún presidente.

El destino de Francia está en el aire. El 6 de mayo los ciudadanos decidirán si recuperan el país del escenario de desastre en que lo ha sumido el actual mandatario y se decantan por las tradiciones políticas más progresistas de la historia francesa o si, por el contrario, conducen a Francia a una aventura incierta y regresiva.