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La película Visa al paraíso se estrena hoy con 10 copias

Ninguna terapia alivia la nostalgia del refugiado: Lillian Liberman
Foto
Fotograma del largometraje, producido en 2010
 
Periódico La Jornada
Viernes 20 de abril de 2012, p. a10

A diferencia de Schindler, quien salva de la muerte por motivos morales, el poblano Gilberto Bosques rescató a miles de judíos de morir por las balas o en los campos de externinio nazis siendo cónsul, expresó Lillian Liberman, directora del documental Visa al paraíso, que se estrena hoy en el país con 10 copias.

La sinopsis es la siguiente: tras su derrota en la Guerra Civil contra Franco, cuando 500 mil republicanos cruzaron la frontera con Francia para salvar la vida y muchos fueron recluidos en campos de concentración, sin ninguna condición sanitaria, el entonces presidente Lázaro Cárdenas envió a Gilberto Bosques como cónsul general de México en París con el fin de rescatar al mayor número de republicanos españoles concentrados en el sur de Francia.

Salvó a miles de perseguidos

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Bosques instaló el consulado en Marsella, amplió la misión diplomática y salvó a miles de perseguidos del nazi-fascismo.

Producida en 2010, la cinta ha ganado varios premios. Sus 108 minutos de duración calan hondo, sacuden conciencias.

El formato digital y las imágenes en color y blanco y negro le dan la dimensión histórica que ese trabajo necesitaba para ganar en realismo.

Las voces de los entrevistados son de Gilberto Bosques Saldívar, Friedrich Katz, Fernando Serrano Migallón, Luis Prieto, Pedro Castro, Flory Klapp, Claudia Bodek, Nuria Simarro, Sara Rallo, Concepción Fernández Lozano, Roberto Rivera, Rafael del Castillo, Cecilia Elio y Rita Chayet.

En entrevista posterior a la exhibición para prensa, en las oficinas del Instituto Mexicano de Cinematografía, Liberman expuso que en su trayectoria ha puesto acento en la elaboración de videos educativos, de prevención de abuso sexual, sobre maltrato, adicciones, embarazo adolescente y robo de niños, porque me parecían muy urgentes y les dediqué más o menos 14 años. Cuando acabé esto y me dije que ya lo dominaba busqué un reto más fuerte y decidí hacer la película. Yo ya había entrevistado a don Gilberto en 1992. Guardé las entrevistas hasta madurar como cineasta y como persona. Hasta 2010.

Considera el cine como una forma de comunicación con el mundo a muchos niveles. Es un espacio para crear el inconsciente de la humanidad. Es como un santuario. No hay diferencia entre documental y ficción, pues a final de cuentas muestran aspectos de la humanidad.

Agregó: “Me parece importante que los seres humanos aprendamos a escuchar, sobre todo las historias de otros. Muchas de las personas que entrevisté nunca habían contado su historia. En medio de las charlas se emocionaban y lloraban. Incluso los hijos decían que tal cosa no se las habían contado. Ellos mismos señalaban que no contaban tal cosa para no herir a sus hijos, por tanto dolor.

“Cuando vieron la película dijeron que sintieron un proceso de sanación, porque su historia había quedado registrada. Debe quedar claro que en sus tiempos no se usaban las terapias. Por eso se guardaban las cosas. Vivían una nostalgia y no hay ninguna terapia que quite esa nostalgia del refugiado, del salvado, por su infancia, por sus familias. No fue el simple hecho de cambiar de país. Perdieron parte de sus vidas. Eso no se recupera, aunque regresen. Es como cuando arrancas un árbol con todo y raíces.

“Los entrevistados son gente mayor, que ya logró salir adelante. Ese es otro valor de la película.

A don Gilberto lo entiendo antes que nada como ser humano con altos valores, sin egos. Un sobrino de él platicaba que en las reuniones nunca contaba estas cosas, porque consideraba que ese era su trabajo. En sus memorias escribió que uno no hace lo que le gusta, sino lo que debe hacer.

Destacó el archivo de Bosques, facilitado por la familia. Entrevistó al poblano ocho veces y me contó toda su vida. Imposible contar su historia en una película, porque fue un hombre muy activo.

Dijo que querer negar el holocausto, el exterminio de los judíos, le parece una locura más de los seres humanos. “Somos capaces de crear y dejar de crear. Hay gente que odia a los judíos férreamente, y ese odio sigue porque es irracional. Creo que Europa no ha curado la herida, porque no la ha sabido analizar desde la verdad. Una de mis obsesiones es que se pensara que yo inventé esta historia, pero no, quise contar la historia como es, no como se dice que es.

Estaba cansada de las películas de Hollywood, con sus horrores. Siempre en blanco y negro, los buenos y los malos. ¡No! La vida tiene matices.