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Rodrigo Ímaz inaugura exposición en la Escuela Nacional de Artes Plásticas

El arte no es un medio para satisfacer egos, sino para revolucionar sociedades

Con la muestra Proyecto invisible aboga por hacer patente la estética, el amor y el lenguaje

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Rodrigo Ímaz ayer en la Galería Luis Nishizawa, de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, en Xochimilco, durante la entrevistaFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Miércoles 28 de marzo de 2012, p. 8

El arte no es un medio para satisfacer los egos, sino para revolucionar las sociedades, porque los productos que el arte genera revolucionan las conciencias de manera paulatina y muy discreta, expresa Rodrigo Ímaz (DF, 1982).

Hoy, a las 12 horas, el artista inaugura Proyecto invisible, exposición de pintura, escultura e instalación, en la Galería Luis Nishizawa y su jardín, de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP, avenida Constitución 600, Barrio de la Concha, Xochimilco).

Admirador de Marcel Duchamp y Gabriel Orozco, influenciado por Paul Auster, el cine y en especial por Werner Herzog, a Ímaz le agradan los artistas que son frescos y sinceros.

También gusta de la claridad: “Me molesta mucho cuando el arte está enredado, cuando no me dice nada claro, cuando lo único que hace es tomarme el pelo o dice, ‘te estoy diciendo algo que tú no entiendes’. Admiro sobre todo a los artistas que tienen precisión acerca de lo que dicen”.

Egresado de la ENAP en 2007, Ímaz estudió una maestría en producción artística en la Universidad Politécnica de Valencia, España. También apoyado con una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, en 2010 tuvo una residencia de seis meses en el International Studio and Curatorial Program, en Nueva York. Proyecto invisible es su octava muestra individual.

Acerca de la variedad de su obra –en el centro de la galería se construyó un muelle que fue cubierto de objetos encontrados o coleccionados–, manifiesta no entender este viejo pleito de que si uno es pintor o escultor, si los nuevos o viejos medios. Me interesa producir mis ideas en el soporte donde mejor se reflejen.

Ímaz se asume como dibujante: Entiendo el dibujo como una disciplina que atraviesa a todas las demás, y de la que parte el resto de las disciplinas artísticas, al menos de las artes visuales, porque el dibujo es la acción más inmediata del pensamiento. Es lo que más rápidamente refleja lo que uno piensa. Y como entiendo así el dibujo, nunca he sido un amante de las técnicas. Para mí la técnica es una consecuencia de trabajar con el material y tiene que ser totalmente libre.

Por una autocrítica en Occidente

La obra de Rodrigo Ímaz parte del principio de renegar de Occidente, pero racionalmente, como los occidentales. No es que conozca mucho de la cultura oriental, pero hay que hacer una autocrítica en Occidente hacia la parte racional, hacia la depredación y la voracidad con la que hemos actuado, con la manera tan desapegada que nos hemos desarrollado frente al entorno. Estos principios invisibles o transparentes, que no necesariamente aparecen, son los pretextos para crear sus obras.

El título de la muestra, Proyecto invisible, aborda sobre todo la mirada y la visión, como esa idea de que aunque tengamos ojos, a veces miramos, pero no vemos. Con el presente trabajo abogo para que aparezca lo invisible, que es el arte, el amor, el lenguaje, ese intercambio entre la obra, el artista y el espectador que lo activa.

Otro apéndice de lo invisible es la idea del agua: He trabajado muchísimo con el agua y los diluvios. Me gusta la metáfora de la invisibilidad, la transparencia o la inmaterialidad del agua que, sin embargo, es el elemento originario para que todo ocurra. También ha explorado la posibilidad de quemar madera y hacer pirograbados.

Ímaz prepara el largometraje documental Objeto encontrado, que retrata la vida de Juan de la Garza Carranza, quien habita entre la basura en el desierto de Cuatro Ciénegas, Coahuila. Este personaje encarna la idea del artista como outsider que vive de reciclar objetos que la sociedad produce. Es la manera en que el arte revoluciona a las sociedades, al relatar lo que no se cuenta.