Opinión
Ver día anteriorSábado 24 de marzo de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Palabras al viento
E

l domingo pasado, José Agustín Ortiz Pinchetti escribió en su columna Al despertar un texto cuyo contenido me llamó la atención. Mi primera reacción fue escribirle directamente una carta para ventilar mis diferencias. Sin embargo, cambié de opinión por la relevancia del tema tratado, pensando que este tipo de discusiones entre amigos pueden ser útiles para la sociedad toda, por ello la carta constituye el total de este artículo.

Estimado José Agustín: Conociéndote de tiempo atrás, cuando luchábamos por lograr un destino mejor para nuestro país por medio de la democracia, me dio mucha tristeza tu artículo del domingo pasado, en el que no sólo exoneras, sino que además enalteces a Manuel Bartlett, ante el simple hecho de que él comentase que Andrés Manuel es la mejor opción que tiene el país en este momento, lo cual norma tu pensamiento y en lo cual coincido contigo. Coincido contigo también en tu apreciación positiva de la actuación de Bartlett, en sus intervenciones en el Senado en torno al petróleo, las cuales consideré afortunadas. Sin embargo, eso no lo exonera ni justifica ante el terrible delito que cometió contra el país en 1988, cuando actuaba como responsable único del proceso electoral, no sólo permitiendo que se consumara un fraude, sino dirigiéndolo él mismo y borrando luego todas las huellas, o pensando al menos que eso hacía.

Que Bartlett debió tener todas las presiones del equipo de Salinas, entre los cuales muchos de ellos –bastante prominentes, por cierto– forman hoy parte del equipo de López Obrador, esto es posible; que seguramente recibía órdenes del presidente Miguel de la Madrid, no tengo dudas, pero es imposible olvidar que él era el secretario de Gobernación, nada más, pero también nadie menos, y esos momentos cruciales son los que distinguen a un hombre valioso, entero y a la altura de lo que el país reclamaba y esperaba de él.

¿O es que no te has dado cuenta de que con ese hecho, hoy explicable y justificable para ti, se inició el periodo de retroceso y tragedia, que 24 años después no hemos podido superar? ¿Qué acaso Manuel Bartlett no sabía de las inclinaciones perversas de Carlos Salinas y no tenía la sagacidad ni la visión para prever las nefastas consecuencias que ese acto tendría para la nación entera? Por favor, José Agustín, tú has sido secretario de Gobierno, tú has tenido puestos de alta responsabilidad en nuestro propio diario y has sido también miembro del Consejo del Instituto Federal Electoral. La ingenuidad no va con el contenido de tu columna.

En verdad, la actividad de Bartlett en los últimos 10 años ha sido ejemplar y congruente casi en todo, pero existe esa mancha en su pasado que no puede ser olvidada, especialmente porque nunca ha sido reconocida por él mismo en las muy numerosas ocasiones en que ha sido entrevistado por periodistas y analistas políticos serios, como Carmen Aristegui y Ricardo Rocha, por señalar sólo algunos, y aun en tiempos recientes ha continuado afirmando que el fraude referido nunca existió, avalando aquel supuesto triunfo y olvidando las numerosas llamadas que él personalmente hizo en aquellos días, pidiendo a colaboradores suyos en Chiapas, Campeche, Quintana Roo, Oaxaca y Guerrero que modificaran los resultados electorales de cientos de secciones, para que los resultados de esos estados cuadraran con las cifras oficiales que se les asignaron desde las oficinas centrales. Qué bueno que Bartlett haya decidido modificar su conducta y sus ideas en torno a la defensa de los intereses nacionales, pero para muchos mexicanos que sí tenemos memoria, la aceptación del fraude que él dirigió contra la nación entera como secretario de Gobernación y la explicación de algunos actos oscuros de su gestión en ese puesto, sigue y seguirá siendo necesaria.

Quizás estos planteamientos de mi parte te parezcan hoy extraños, obsoletos o difíciles de entender, por lo que recurro a un ejemplo más sencillo: ¿estarías de acuerdo en aceptar un planteamiento similar en relación con Luis Carlos Ugalde, justificando su rol en 2006, si éste comentara que hoy la mejor opción para el país es López Obrador?

Desde hace algunas semanas había tenido intención de escribirte en relación con otro artículo que publicaste en La Jornada, refiriéndote a Andrés Manuel como el Gandhi de México, lo cual me pareció también fuera de lugar e incluso inadecuado y problemático para el propio López Obrador, cuyas características personales no tendrían por qué ser semejantes a las del líder hindú, que buscaba liberar a su pueblo de la dominación colonial de Inglaterra, habituada a saquear el patrimonio de las naciones y a practicar el racismo, para justificar la violencia a que tan afines eran en ese tiempo las naciones europeas.

Entiendo que el artículo pudiera responder a las estrategias de López Obrador y su equipo de trabajo, para cambiar la imagen que quedó de él luego del sucio proceso electoral, que culminó con el fraude del haiga sido como haiga sido. Sin embargo, tu comparación deja el sabor de querer asociarle una nueva personalidad que ni le queda ni tiene por qué asumir, pues él tiene la suya propia y los atractivos políticos que seguramente ejercerá en la campaña electoral por iniciar. En lo personal, considero que tratar de ponerle un disfraz a Andrés Manuel es lo más desafortunado que su equipo de trabajo podría hacer, pues si de algo estamos hartos respecto a los procesos electorales, es de tener candidatos que utilizan caretas para ocultar sus verdaderas intenciones, para muestras, la del candidato del cambio y la del candidato del empleo son suficientes. Por ello, creo que lo mejor que pudiera pasar con tus artículos sería convertirse en palabras al viento.