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Se trata de una ejecución paralela, sincrónica o duplicado de taller, sostienen expertos

Por primera vez y durante tres semanas exhiben al público La Gioconda del Prado

De esa obra del taller de Da Vinci hay varias certezas, pero subsisten muchos enigmas por resolver

A partir del 26 de marzo, el óleo sobre tabla de nogal se mostrará junto al original en el Louvre

Foto
La Gioconda del Museo del Prado, antes y después de ser restaurada (a la derecha), en la cual se observan dos montes copiados de un dibujo de Leonardo da Vinci, de 1508, así como algunos detalles en los extremos superior derecho e inferior izquierdo, además del retoque de las manosFoto Notimex
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de febrero de 2012, p. 6

Madrid, 21 de febrero. La Gioconda del Museo del Prado tiene cejas, colores más vivos, un velo que recorre la superficie del enigmático rostro y un paisaje de fondo casi idéntico al original, salvo por dos montes copiados de un dibujo de Leonardo da Vinci, de 1508.

Expertos españoles, franceses, ingleses e italianos que han tenido acceso a las pruebas reflectográficas, a los análisis comparados y a las radiografías coinciden en la misma conclusión: no se trata de una copia al uso, sino de una ejecución paralela, sincrónica o un duplicado de taller.

Hoy se mostró por primera vez al público el nuevo tesoro de la pinacoteca madrileña antes de que sea trasladado a París, donde a partir del 26 de marzo habrá una gran retrospectiva del genio florentino.

El nombre oficial del cuadro es La Gioconda, taller de Leonardo. H. 1503-1516, óleo sobre tabla de nogal, título con el cual se ponen en evidencia las pocas certezas y las todavía muchas preguntas sin resolver sobre esta pintura; se desconoce la autoría, la fecha exacta de su ejecución, cómo llegó hasta las Colecciones Reales de España, que después pasaron a formar parte del acervo del Museo del Prado, y quién y por qué se pintó la ventana negra que impidió durante siglos ver el cuadro original.

Al margen de los enigmas que todavía encierra ese óleo, los dos años de investigación y los cinco meses de restauración intensa han permitido descubrir que es un duplicado de taller o ejecución sincrónica y no, como se pensaba, una copia al uso. Es decir, el cuadro se pintó de forma paralela al original y bajo la tutela del maestro, por lo que se proponen varias hipótesis sobre la autoría, pero todas ellas del círculo íntimo de Da Vinci.

También se sabe con certeza que el óleo fue pintado sobre madera de nogal y no de roble, como se creía, lo que aporta información valiosa: el nogal era más habitual de tierras italianas, mientras el roble en España, con lo que versión de que estábamos ante una copia de la Mona Lisa pintada por un artista español está descartada.

De la capital española a París

El milagro de La Gioconda del Museo del Prado ha sido posible gracias a un cúmulo de circunstancias y a tres personas: Ana González Mozo, responsable del estudio técnico, la que vio por primera vez la radiografía del cuadro, la comparó con el original y la que vislumbró que estábamos ante un duplicado de taller del cuadro más celebrado en la historia del arte.

También fueron vitales la paciencia y la precisión de Almudena Sánchez, quien con pequeños algodones y disolvente limpió las manchas del cuadro y, lo más importante, eliminó la capa de barniz negro que se había pintado para eliminar el paisaje de fondo, quizá con una intención estética para potenciar la figura. Y, por último, Miguel Falomir, jefe del área del Renacimiento del Museo del Prado, quien finalmente coordinó la investigación.

Los tres coincidieron en advertir que estamos ante el inicio de la investigación sobre este cuadro y que probablemente se descubran muchas e importantes cuestiones de su origen en la exposición en el Museo del Lovre, en marzo, donde habrá un enorme apartado dedicado a las obras surgidas del taller de Leonardo da Vinci, con lo que si se contrastan con la obra del Prado se podría conocer la autoría y más datos historiográficos de ese óleo. Los especialistas del Prado debaten si el autor fue, entre otros, Francesco Melzi o Andrea Salai.

En todo caso, explicaron que La Gioconda del Prado tiene un trazo más preciso y relamido en su ejecución y, por supuesto, está ausente el famoso sfumato leonardesco.

La obra estará expuesta en el museo madrileño las próximas tres semanas y luego viajará a París. En junio volverá al Museo del Prado, donde tendrá una sala especial, pero se exhibirá sin cristal ni vitrina, como el original.