Opinión
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Penultimátum

Polifonías de Klee

C

uando gobernaba en Francia el socialista François Mitterrand, decidió revitalizar el barrio obrero del norte de París, entonces en malas condiciones, y construir allí dos ciudades: la de la ciencia y la industria y la de la música. Aprovechó para ello parte de las 55 hectáreas que integran el espacio verde más grande de la capital francesa, el de la Villete. Las obras se concluyeron en 1994 y son un logro arquitectónico y lugar de las más diversas actividades científicas y culturales.

Para construir la Cité de la Musique se convocó a un concurso internacional que ganó el reconocido maestro Christian de Portzamparc. Forman parte de ella un museo, un espacio para exposiciones temporales y una gran sala de espectáculos, donde se ofrecen conciertos de rock, música clásica y el famoso festival Jazz en la Villette. Sin olvidar la cafetería, cuya una gran terraza tiene vistas al hermoso parque.

Aunque la sala de exposiciones no es la más grande ni la de más fácil acceso de París, siempre recibe miles de visitantes, trátese de homenajear a John Lennon y Miles Davis o mostrar la vida musical de la Unión Soviética durante el régimen comunista. Recientemente concluyó una muy visitada y elogiada: Paul Klee: polyphonies.

Cuando se anunció esta muestra, en septiembre pasado, muchos se preguntaron qué tenía que hacer el pintor suizo en ese lugar. Muchos ignoran que Klee (1879-1940) nació en una familia de músicos y tocaba el violín a los siete años; que desde niño era asiduo a las salas de conciertos y óperas y, ya adulto, formó con su esposa Lily, pianista, y otros amigos, cuartetos y quintetos para interpretar las grandes obras del repertorio clásico y romántico.

La exposición permitió recorrer seis etapas de la vida de Klee con base en 130 cuadros, 12 marionetas y 70 documentos que, además, sirvieron para mostrar didácticamente el universo sonoro que envuelve la obra del creador suizo y cómo la música inspiró muchos de sus cuadros abstractos y figurativos. Provisto de audioguía, el visitante pudo recorrer las salas del museo y ocho vitrinas con cartas, fotografías, libros y las partituras de los clásicos que luego se reflejaron en su obra pictórica: desde Bach, Mozart y Beethoven hasta Wagner, Stravinsky, Debussy y Wolpe. Sin faltar el violín que el pintor adquirió en 1903, construido dos siglos antes por el maestro italiano Carlo Testore.

Además de la exposición se ofrecieron conciertos con la música preferida de Klee, talleres para los estudiantes, los niños y sus padres. Igualmente, tres documentales sobre la vida del pintor. Con toda justicia, Paul Klee: polyphonies fue catalogada como una de las mejores exposiciones de 2011 en París, al lado de la de Fra Angelico y los maestros de la luz y Matisse, Cézanne, Picasso: la aventura de la familia Stein.