Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 15 de enero de 2012 Num: 880

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Reseña de un emigrante
Ricardo Bada

El medio milenio de Vasari
Alejandra Ortiz

Avatar o el regreso
de Gonzalo Guerrero

Luis Enrique Flores

La fe perversa
Ricardo Venegas entrevista
con Tedi López Mills

Smollett, el llorón
Ricardo Guzmán Wolffer

Senilidad y Postmodernidad
Fabrizio Andreella

La dama del armiño
de Da Vinci

Anitzel Díaz

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


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El medio milenio de Vasari

Alejandra Ortiz


Giorgio Va sari, fragmento de un fresco

En este recién concluido 2011 se celebró el quinientos aniversario del natalicio del artista italiano Giorgio Vasari (1511-1574), mejor conocido por su monumental obra literaria Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos desde Cimabue hasta nuestros días, abreviada como Le vite (Las vidas), obra que marca el inicio de la moderna historiografía artística, cuyo modelo por biografías tendrá seguimiento hasta nuestros días.

Además de esta gran obra, Vasari gozó de fama, riqueza y títulos nobiliarios como pocos artistas de su tiempo, por sus dotes de pintor y arquitecto al servicio del duque de Toscana desde 1554 hasta su muerte, dejando una imponente producción artística hoy poco conocida por el gran público. Los festejos a él dedicados en Italia y en el extranjero, a través de conferencias, restauración de obra e importantes exposiciones son una ocasión para descubrir a este “artista total” renacentista.

Le vite

La tan esperada primera edición denominada también torrentina por el nombre del editor, fue publicada en 1550 tras diez años dedicados a investigar, clasificando a 160 artistas en tres “edades” históricas distintas y evolutivas: Medioevo, Renacimiento y maniera (o estilo) moderna que correspondía a la contemporaneidad, o sea, al Renacimiento maduro.

La segunda edición de 1568, editada por Giunti , y por lo tanto, llamada giuntina, es más meditada y completa: aparecen los retratos que hace de los artistas, agrega una veintena de nombres además de una preciada información sobre sus contemporáneos, entre otras novedades, lo que aumenta el texto de dos tomos de la edición original, a tres.

Le vite refleja la erudición de su autor, así como su vida en contacto con los mayores intelectuales de la época (entre ellos Pietro Aretino y Paolo Giovio), así como los viajes que realizó en busca de trabajo al servicio de las mayores cortes principescas y órdenes eclesiásticas; pero también los debates de la época en el seno de la Academia Florentina, empezando por la famosa disputa que buscaba definir la superioridad entre las artes mayores desatada por el humanista Benedetto Varchi y resumidas en su texto Due lezzioni (Dos lecciones, 1547). Para Vasari, la arquitectura era superior respecto de la pintura y escultura, no sólo porque ambas dependían de ella, sino por su utilidad en la vida del ser humano, como se lee en el proemio de Le vite.

El valor de su obra consiste en la recuperación y análisis histórico –no siempre correcto– de los artistas analizados, incluyendo noticias biográficas, anécdotas, pero sobre todo descripción, contextualización y ubicación de la obra, manteniendo cierta objetividad de juicio a pesar de reputar a los artistas toscanos como superiores. Como teórico, Vasari es menos trascendental: recupera el concepto tradicional de los historiadores florentinos que consideraban a la Toscana el lugar en donde habían “renacido” las artes, tras la decadencia medieval: una evolución iniciada con Cimabue y continuada por su discípulo Giotto, siguiendo hasta Masaccio, y Brunelleschi (en arquitectura). Vasari aumenta la lista con nuevos nombres hasta concluir con el admiradísimo Miguel Ángel, que alcanza la suma perfección.

Le vite ha formado nuestro gusto: gozamos o reprobamos a ciertos artistas siguiendo su modelo. Los juicios de Vasari hicieron famosos a algunos artistas pero también denigraron a otros, como Correggio, que serán rescatados siglos más tarde.

Vasari no fue sólo historiógrafo sino también pintor, arquitecto, escenógrafo y coleccionista. Una ocasión para palpar la magnitud de su obra es visitar la muestra en el Museo de los Uffizi en Florencia –edificio por él construido, tal como el corredor vasariano– que focaliza la obra de Vasari, en específico la fábrica de los Uffizi, en relación con el Gran duque Cosme I de Medici (1519-1574), con el cual mantuvo un vínculo de camaradería (significativamente, murieron el mismo año).

A esta muestra se integran tres óptimas más en su ciudad natal Arezzo, tituladas Giorgio Vasari Santo es bello; Giorgio Vasari dibujante y pintor. Estudio, diligencia y adorable fatiga y por último La primacía de los toscanos en la “Vite” de Vasari. Tocan todas un aspecto distinto del artista.

Para profundizar la visita vale la pena adentrarse en el tejido urbano de la vieja ciudad Toscana que conserva innumerables huellas de su ilustre ciudadano. como sucede –en proporción más áulica y solemne– en Florencia. Varios edificios de Arezzo guardan su memoria, empezando por la casa que construyera y decorara al fresco (1542-1568), que resguarda su preciado archivo, además de ser museo y uno de los más bellos ejemplos de demora renacentista italiana. Infinidad de lugares vibran de energía dejando prueba de su habilidad y erudición, con obras exquisitas que continúan ennobleciendo la vida cotidiana de sus ciudadanos, como sucede al caminar bajo el resguardo de los portales que llevan su firma en la Plaza Grande, o cuando los fieles le rezan a sus santos creyendo que los retablos o estandartes religiosos son “producto de mano divina”, como se lee en un antiguo documento. Lo extraordinario es que su obra ha rebasado las paredes de los museos, filtrándose por siglos en la vida de la gente común sin que la mayoría lo sepa siquiera.

La obra de Vasari encarna plenamente el ideal estético de la bella maniera por él teorizado en Le vite, en donde la espiritualidad y la rigurosidad perseguida por los artistas del Renacimiento abría paso a una pintura nueva, hiperrefinada, que no pretendía igualar a la naturaleza sino superarla, estudiándola con rigor hasta alcanzar la destreza técnica necesaria para poder pintar de memoria, sin el modelo en vivo, con fluidez y rapidez. Era ésta una de sus grandes dotes: hacer ciclos pictóricos inmensos en poquísimo tiempo, gracias a un equipo de ayudantes que él coordinaba con destreza.