La campana no se está tocando en las colonias. La gente se molesta, pero hacemos tantas horas formados para entregar la basura que sólo nos da tiempo de recoger los montones que se quedan en la calle y dar una sola vuelta, aseguró Salomón Lara Cruz, quien desde hace 35 años trabaja en los camiones de basura y es la primera vez que, asegura, se tiene que formar en filas de 40 o más camiones para depositar los desechos en el Centro de Transferencia ubicado en calzada de La Viga y Eje 3 Oriente.

Esta situación también ha repercutido en quejas de los vecinos de la colonia Paulino Navarro, perímetro de la delegación Cuauhtémoc, quienes desde hace una semana soportan el olor de la basura acumulada en los camiones de basura varados día y noche y que esperan vaciar los contenedores.

Alejandro Velázquez, conductor de una unidad, cuenta que el martes se formó a las 14:30 horas y entregó la basura a las 7:30 del miércoles, es decir, 18 horas de espera. Así cómo vamos a pasar por la basura de las casas, se pregunta.

Don Alejandro, de 47 años de edad, explica que cuando iban a depositar al Bordo Poniente les daba tiempo de dejar la basura y pasar nuevamente a recoger una segunda tanda, lo que convenía tanto a los vecinos de las colonias asignadas como a ellos, porque juntaban más material para reciclar y vender.

Ahora tenemos que entrar al centro de transferencia, ahí se depositan los desechos separados y un tráiler los lleva a un tiradero de Cuautitlán Izcalli. Antes, en el Bordo, esto tomaba cerca de dos horas, pero hoy es el doble de tiempo, se queja.

Sus ayudantes cuentan, por ejemplo, que hoy (ayer miércoles) llegaron a dos mercados públicos ubicados en San Antonio Abad y tuvieron que dejar llenos sus depósitos porque ya no había más capacidad de almacenamiento y tenían que regresar a formarse.

A esto se suma, dicen, que muchos camiones de la delegación Cuauhtémoc no tienen divisiones, entonces, ellos mismos tienen que separar la basura en costales y separarla, lo que les lleva más tiempo.

La gente ya sabe que no estamos recogiendo en las calles y sabe por qué, pero quienes la pagan somos nosotros, porque se enojan y a veces hasta nos insultan, finaliza don Alejandro.