Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de diciembre de 2011 Num: 876

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Gira literaria
Vilma Fuentes

Correspondencia póstuma con Jorge Turner
Rossana Cassigoli

Efraín y María en
La Casa de la Sierra

Marco Antonio Campos

Gelman, el árbol
de la poesía

José Ángel Leyva

Santos Discépolo,
del teatro al tango

Álvaro Ojeda

La Banda Mágica
sin Beefheart

Juan Puga

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
Orlando Ortiz

Paso a Retirarme
Ana García Bergua

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

La Jornada Virtual
Naief Yehya

A Lápiz
Enrique López Aguilar

Artes Visuales
Germaine Gómez Haro

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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El estereotipo feminista

Sonia Peña


Diez mujeres,
Marcela Serrano,
Alfaguara,
México, 2011.

Si la nueva novela de la escritora chilena Marcela Serrano logra breves momentos de interés, es por su estructura que recuerda exitosas series televisivas como En terapia, por ejemplo: nueve pacientes se reúnen a pedido de su psiquiatra, evocan el pasado e imaginan el futuro.

El libro de Serrano apuesta a reflejar los miedos, deseos y angustias del sexo femenino desde la adolescencia hasta la vejez: Francisca, Mané, Juana, Simona, Layla, Luisa, Guadalupe, Andrea, Ana Rosa y Natasha, son las diez protagonistas que –con vidas tan opuestas como similares– conforman los fragmentos de un rompecabezas que intenta armar una sola y compleja pieza, “la” mujer. Sin embargo, no todas adquieren vida propia; unas lo logran y opacan al resto, como Mané, la anciana actriz de setenta y cinco años que gana altura por su postura cínica frente al mundo y su visión de la vejez. Otro de los personajes que alcanza relevancia es Luisa, asistente a la terapia gracias a una subvención del gobierno, hija de campesinos y con un marido desaparecido durante la dictadura. Su testimonio convence porque representa a millones de luisas chilenas, argentinas, uruguayas…

El resto de las historias es previsible por el lugar común: la cuarentona casada y en crisis; la diva acosada por sus fans y sin vida propia; la adolescente de clase alta que se debate entre la droga y la indefinición sexual; la periodista alcohólica y madre soltera; la estilista enamorada de un hombre casado que carga con una madre lisiada y una hija bipolar; la beata fanática y violada en su infancia; la socióloga feminista... Finalmente, cuando le toca el turno a la psiquiatra, el lector se ve defraudado porque conoce la historia por boca de su insípida asistente (por lo que el título debería ser “once mujeres”).

Paralelos a los dramas cotidianos la autora introduce –a veces de manera forzada– problemas actuales, como el de la franja de Gaza, el conflicto entre palestinos y judíos o la discriminación de la mujer en los países árabes. También evoca el régimen nazi, la guerra de Vietnam y las dictaduras de Videla y Pinochet, temas estos últimos que resultan verosímiles en el contexto de la obra por su cercanía con el lector latinoamericano. La novela de Serrano aspira a profundizar en el complejo universo femenino, para lo cual le hubiera bastado sólo un par de personajes. El resto es redundancia, estereotipo y un discurso feminista bastante trillado.


Roberto Calasso y su tesis de licenciatura

Raúl Olvera Mijares


Los jeroglíficos de Sir Thomas Browne,
Roberto Calasso,
Sexto Piso-FCE,
México, 2010.

El lector familiarizado con las obras de Roberto Calasso, al enfrentarse con su más reciente traducción al español, Los jeroglíficos de Sir Thomas Browne, es probable que tenga una doble reacción: si su conocimiento del autor es más bien sumario, agradecerá la brevedad de la obra, a costa de lidiar con innumerables elementos herméticos; cuando se conoce un poco mejor al autor, surge una serie de cavilaciones respecto de la exigua extensión de la obra, la profusión de citas de otros autores, el carácter académico del trabajo, en una palabra, se extraña al Roberto Calasso, escritor de la madurez.

Es posible asumir que el original debió estar cuajado de citas en inglés, latín y francés, pues se trataba de una tesi di laurea, obra realizada bajo la dirección de Mario Praz (1896-1982). La primera cosa que salta a la vista es la ausencia de un estudio preliminar donde, de manera honesta, se declare el carácter específico del trabajo, haciendo todas las salvedades del caso, sobre todo a manera de justificación por no ofrecer las citas en la lengua original, que el celo académico y el buen gusto filológico del autor habían conservado, pero cuyo traductor ni siquiera se tomó la molestia de comprobar si existían versiones canónicas de los textos en español (indicando el año y lugar de edición en las notas que aparecen al final).

Umberto Eco en Cómo se hace una tesis (1977) distingue con claridad entre las tesis sistemáticas y las meramente históricas. Calasso toma el concepto de jeroglífico como hilo conductor en su tesis sobre la vida y obra de Sir Thomas Browne casi como un motivo recurrente que vuelve, una y otra vez, en una serie de espirales concéntricas que se van cerrando y acaban más bien por sugerir muchas cosas que significar una sola en particular. Sería algo largo perseguir todas y cada una de las pistas que retrotraen el pensamiento de Calasso a su maestro. Precisamente reconocer esta prosapia académica, poder decir quién es hechura de quién, es lo que avala la trayectoria en la erudición y en las letras de un editor y ensayista que no conoce rival al menos en el horizonte de las lenguas románicas. En España, el caso más cercano sería el de Jaume Vallcorba; el resto de los editores, que incluiría a figuras como Jorge Herralde, Beatriz de Moura, Jacobo Siruela, Manuel Borrás y algunos otros más, cuenta de todo entre sus filas, menos con el perfil tan peculiar de un auténtico escritor combinado con un académico.

Un gran compromiso, tanto para el autor como para sus editores en español, fue dar a la imprenta esta monografía realizada a los veinte años. Para el autor, porque puede delatar cierta crítica demasiado holgada hacia las propias creaciones (pues al parecer piensa que todo lo que sale de su pluma tiene un valor de excepción); para los editores, porque al tirar la piedra y esconder la mano, no declarando que se trataba de una tesis de licenciatura, tan deudora por otra parte de las ideas de Praz, no constituyen ciertamente sus mejores cartas de recomendación.



El Tentero. Para que sepas lo que no debes,
números 1, 2 y 3,
México,
octubre y noviembre de 2011.

Gratuito, de distribución quincenal y dieciséis páginas oficio impresas a color, este periódico infantil es el resultado de un esfuerzo colectivo encabezado por Vanessa Ángel y Roberto Montero. A juzgar por la libertad en el diseño, la frescura del lenguaje empleado y el abanico temático que se aborda en los tres primeros números, este Tentero es una de las poquísimas, tradicionalmente escasas, publicaciones periódicas hechas pensando en los niños como personas inteligentes y no como trepanaditos, o seres condenados a jamás abandonar el analfabetismo funcional que, más tarde, prohija hordas de políticos incapaces de recordar al menos tres títulos bibliográficos.