Opinión
Ver día anteriorMiércoles 7 de diciembre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Isocronías

Canción del que está cansado

N

o sé qué siento, no sé;
en paz no me deja, nada.
Se clava como una espada
de luz en mi pecho, que
cómo me la arrancaré.
No sé. No sé lo que siento.
Como éste no otro momento
he tenido (ni tendré,
espero). ¿Me moriré?
Que me moriré presiento

Muera pues, si necesario
que muera es. No me alarmo.
Si exánime me desarmo
menor será este Calvario.
De penas llevo un rosario
y más, mucho más, rezado.
Para mí todo ha pasado,
qué más me podrá pasar.
Las amarguras del mar
todas las he saboreado.

También algunas dulzuras,
pa qué más que la verdad,
he gozado en libertad,
y alcancé algunas alturas
de transparencias tan puras,
de fresco aire tan liviano
hoy tan lejos de mi mano…
Mas el recuerdo me queda:
subo por esa vereda
y sé que no muero en vano.

En vano no moriré,
me lo tengo dicho ha rato,
y aunque a veces me hago pato
la profecía cumpliré.
El pecho lleno de fe
tengo en ese cumplimiento.
¿Es luz el dolor que siento?
Más que luz es claridad,
claridad que en humildad
asumo y creo que contento.

Creo que, porque –en serio–
duele, aunque es dolor llevadero.
Me siento como cordero
luminoso al que algo impele
al sacrificio: –Aquí, déle
–parece decir gozoso
al verdugo numinoso–,
déle hasta que el alma vuele
al Cielo con el que suele
soñar, quizá mentiroso.

Pue que ese Cielo no sea
sino un modo de evadirse.
Un Cielo me ofreció Circe
y cerdo no hay que lo vea.
Ardiente se quema en brea
mi palabra. Ya me voy.
No conseguí ser quien soy.
–Aún no acaba la pelea
–me alientan desde platea.
Pero yo cansado estoy.

Fatigado, bien jodido,
aquí canto lo postrero.
Esperando el agujero
está por mi cuerpo herido.
Ya con ésta me despido.
Se destartaló el coplero.