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Toros

Sobrio, profundo y solvente, el español Manuel Jesús El Cid confirma su alternativa

Espectacular y entregado, El Zapata triunfa con sus 2 toros y sale a hombros

Bien presentadas pero sosas, las reses de El Nuevo Colmenar pusieron a prueba a los toreros

Foto
Uriel Moreno El Zapata se llevó la oreja de Corazón de toroFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de diciembre de 2011, p. a46

Al salir de la plaza alguien me informa que con el quinto festejo de la temporada como grande el Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje (Cecetla), también conocido como Plaza México, alcanzó las 400 corridas desde que inició sus cursos mal asimilados de promoción taurina en septiembre del lejano 1993.

Tal vez la empresa y sus patrocinadores han arriesgado mucho dinero, trabajado muy duro y hecho su mejor esfuerzo pero, al igual que a los políticos, nomás no les luce. Explicaciones sobran, resultados cuatro: deficiente apreciación de lo que es un toro con edad y trapío, disminución del interés por el espectáculo, operación empresarial poco imaginativa y sin rigor de resultados y pérdida de posicionamiento de la fiesta en los medios.

Había expectación por ver el encierro de la ganadería de El Nuevo Colmenar, propiedad de Francisco Miguel Aguirre Farías, quien antes había triunfado en dos tardes en la Plaza México con sendas novilladas. El encierro, bien presentado y cómodo de cabeza, cumplió en varas pero en general llegó al último tercio aplomado o doblando las manos, obligando a los toreros a poner de su parte lo que faltó a los astados.

Por ello, quien resultó el triunfador fue el tlaxcalteca Uriel Moreno El Zapata, convertido en el torero más espectacular de México y quien a diferencia de sus alternantes pudo suplir la falta de tauridad de las reses con una tauromaquia animosa y sus extraordinarias cualidades como banderillero. El público no sabe pero siente, dejó dicho el maestro Paco Gorráez, y es obligación de todo torero que se respete hacerlo sentir de una manera o de otra, que por eso paga, no para divertirse sino para emocionarse.

Con su primero, Uriel comenzó con largas cambiadas en tablas y luego en los medios que fueron aplaudidas por la asamblea. Pero la magia negra de la lidia, que dijera el poeta, apareció en un portentoso segundo tercio con tres sensacionales pares prácticamente en un solo viaje, si no es porque el toro se distrajo en el último. Llevando los seis palos en ambas manos, el de Tlaxcala dejó primero un par monumental en todo lo alto, en seguida colocó uno al violín con idéntica precisión, y cerró con un apretado sesgo por dentro. La gente se levantó de sus asientos y lo hizo dar una vuelta al ruedo. Tras una faena vistosa y variada por ambos lados en la que mostró su afición, recursos y capacidad de vender las suertes, Uriel dejó una estocada trasera y caída, que fue premiada con una oreja, pues ya se sabe que en el Cecetla son bien democráticos, como los políticos pues. Con su segundo repitió color pero ahora desplegando un galleo sensacional con los palos, templando la embestida del toro a cuerpo limpio aunque dejándole poco pases con la muleta, pero como cobrara una estocada fulminante la agradecida concurrencia lo premió con otro apéndice.

El sevillano Manuel Jesús El Cid, que confirmó alternativa, posee un rotundo toreo rondeño, es decir, sin el menor asomo de demagogia y con el máximo de interioridad, que dejó ver en su primero y en el de regalo, sólida tradición en esta plaza, que fue ruidosamente pitado por su pobre presencia pero al que el andaluz sometió en largos muletazos por ambos lados. Ojalá regrese. Y Manolo Mejía, que ya no pone banderillas, nomás no pudo remontar con su técnica la sosería de su lote.