Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de noviembre de 2011 Num: 871

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Depresión
Orlando Ortiz

Soledad de una madre
Takis Sinópoulos

Giordano Bruno en la hoguera
Máximo Simpson

Dos poetas

Ricardo Prieto, un dramaturgo inolvidable
Alejandro Michelena

Ted Hughes, animal y poeta
Anitzel Díaz

Identidad e idioma en el sur de Estados Unidos
Antonio Valle entrevista con Antonio Cortijo

Claudio Magris, académico y cronista
Raúl Olvera

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
[email protected]

 

Jorge Moch
[email protected]

Ni tiro ni estado de gracia (al Once)

Once Televisión sigue encajando golpes bajos de la burocracia de derechas que lo arrebató a la comunidad universitaria –y a los mexicanos– para someterlo al arbitrio de intereses que le son ajenos, de sucia índole política. Ahí los periplos de sus dos más recientes directores. Primero estuvo Fernando Sariñana, amigo personal y compadre de Felipe Calderón. El paso de Sariñana por Canal Once significó, sí, inyecciones de recursos técnicos y un ambicioso proyecto de cobertura nacional de la señal del canal que, para decirlo sin adornos, rindió frutos más bien mediocres. Pero se movió muchísimo dinero. Corazón Films, la productora y distribuidora cinematográfica de Sariñana, creció de manera sorprendente desde la atropellada llegada de Calderón a la Presidencia. Solamente por el rubro de “servicios de grabación a cuadro del presidente de la República” que consigna la papelería oficial de la Presidencia (según el contrato de adjudicación directa, sin licitaciones de por medio, tramitado a mediados de 2007 por la Coordinación General de Administración de la oficina de la Presidencia) le fueron gestionados casi ocho millones de pesos. Poco después, además, Sariñana fue nombrado director de Canal Once. Corazón Films es responsable también de varios spots propagandísticos del gobierno federal, entre ellos varios aparentemente creados para amistar la imagen de las fuerzas armadas en el contexto de la violencia que se vive hoy en el país.


Karina Gidi

Recién nombrado director del canal, Sariñana anunciaba en 2008 cambios en la barra de programación y enfatizaba que en Canal Once no habría censura, hablaba de “cosas fundamentales como la pluralidad”. Empezaban las nuevas series del Once, como Soy tu fan y XY, y se anunciaba desde ya una polémica serie sobre narcotráfico, Estado de gracia (nota de Nancy Méndez en Excélsior, 28/IV/2010). Pero esa serie no vio la luz. Sariñana congeló el proyecto hasta su salida de Canal Once (ya trucado en Once TV y bajo la égida ominosa de la Secretaría de Gobernación, torcida la autonomía politécnica del canal) y su sucesor, Rafael Lugo, ha decretado la incompetencia del público mexicano y establecido claramente, viéndose de alguna manera presionado por los medios, los actores y los productores involucrados en la serie, que no la va a transmitir hasta después de las elecciones presidenciales de 2012. La arbitrariedad de la decisión, además, pretendió matizarla –mal–, aduciendo que puesto que el argumento de Estado de gracia gira en torno de la polémica sobre la legalización de algunos estupefacientes, sería utilizada por diferentes grupos políticos para desacreditar al Instituto Politécnico Nacional, todavía la institución que detenta la tutela de la televisora, o para atacar al gobierno. Rafael Lugo, por cierto, no es ni siquiera egresado del ipn, sino del Tec de Monterrey; forma parte de esa pléyade de luminarias que poblaron la administración pública a partir de la victoria en las urnas (aquella sí, malamente incontrovertible por lo que significaría después hasta un hoy ruinoso) de Vicente Fox hace casi doce años. Lugo llegó en 2004 a la dirección de noticiarios y programas informativos de Canal Once. Venía, desde luego, de la iniciativa privada. Y esa es en general la tragedia de nuestros medios públicos: desde que gobierna la derecha, están en manos de gente que no entiende la diferencia entre un medio público, creado en función de su servicio social, y uno privado, lo que en la parafernalia mediática mexicana muchas veces se traduce en trabajar como brazo propagandístico del régimen, con más enjundia, incluso, que los medios oficiales.

En el cálculo apresurado de Lugo, una serie televisiva donde una diputada aguerrida (que interpreta Karina Gidi) intenta legalizar las drogas para desarticular los cárteles y con ello abatir la violencia cotidiana de una sociedad sumida en una guerra perdida de antemano (la realidad monda y lironda) es un chirrión por el palito de la propaganda gubernamental de la personalísima guerra contra las drogas de Felipe Calderón, quien es, de paso, su jefe máximo.

Sea para proteger la imagen del gobierno del sexenio sangriento, afortunadamente ya próximo a sus estertores finales, ya porque la serie resulta polémica en año electoral, ya porque le tiraron línea desde Gobernación o por capricho personal, Lugo olvida, como suele suceder con quienes se suben a un ladrillo político y se marean, el meollo de los medios en México: el público hace mucho tiempo que llegó a la mayoría de edad.