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Desgarradoras historias de recuperados por Abuelas de Plaza de Mayo

Los niños del Cóndor, ronda de la muerte provocada por dictaduras del cono sur de AL
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 13 de noviembre de 2011, p. 23

Buenos Aires, 12 de noviembre. Cuando la jueza María del Carmen Roqueta, del tribunal que juzga a responsables del robo sistemático de niños durante la pasada dictadura militar argentina (1976-1983), le preguntó su nombre a Victoria Julien Grisona, ésta respondió: Claudia Victoria Larrabeiti Yáñez. Así figura en su cédula de identidad chilena, donde también su fecha de nacimiento, que es el 7 de mayo de 1975, es falsa.

Nacida dos veces en el laberinto de lo que fue la Operación Cóndor, la coordinadora criminal de las dictaduras del cono sur de Sudamérica en los años 70, tiene nacionalidad chilena aunque nació en Buenos Aires. Ella y su hermano Anatole son protagonistas de una historia increíble y cruel de la época, cuando ambos fueron secuestrados con sus padres uruguayos, Victoria Grisona y Roger Julien, por la dictadura argentina el 26 de septiembre de 1976. Tenía un año y medio y Anatole cuatro.

El padre fue muerto en el lugar y está desaparecido. Los niños y su madre fueron llevados al temible centro clandestino de detención Automotores Orletti, donde estaban otros uruguayos. La mayoría de éstos, como la madre de Victoria y Anatole, están desaparecidos. Ambos niños fueron vistos por varios testigos en ese lugar junto con otra niña uruguaya secuestrada, Mariana Zaffaroni Islas, quien fue robada por los militares y apropiada por Miguel Angel Furci, de los servicios de inteligencia argentinos, que la llevó incluso a Paraguay cuando cayó la dictadura.

Mariana había sido secuestrada cuando tenía 18 meses con sus padres uruguayos Jorge Zaffaroni y María Emilia Islas y fue encontrada por Abuelas de Plaza de Mayo. Ahora intenta saber si tiene un hermano, porque su madre estaba embarazada cuando se la llevaron, de Orletti a Uruguay, en algunos de los vuelos de Cóndor.

Victoria y Anatole fueron trasladados en octubre de 1976 desde Orletti a Montevideo, donde permanecieron alojados en otra institución militar clandestina, la sede del Servicio de Información de Defensa. Allí tenían a otros prisioneros en la planta baja, secuestrados también en Buenos Aires en julio de 1976, entre ellos Sara Méndez, a quien le habían robado su niño de 20 días los militares de un comando de uruguayos y argentinos, policías y ex integrantes de la Alianza Anticomunista Argentina, en julio de 1976. El niño fue entregado después a un comisario y encontrado en 2002.

Victoria y Anatole pudieron haber compartido sus días de secuestro en Montevideo con la joven María Claudia García de Gelman, que fue mantenida con vida hasta que nació su hija, también robada. Después desaparecieron a María Claudia. La niña nacida en cautiverio en Montevideo es Macarena Gelman, quien estaba en manos de un policía uruguayo cuando fue recuperada en 2000, después una larga y dolorosa búsqueda familiar, y ahora también testigo en este juicio, uno de los más difíciles de seguir por esta historia laberíntica y extremadamente dolorosa.

A fines de noviembre de 1976, los hermanos Julien Grisona fueron llevados a la casa de un sargento en Montevideo, se supone que después a un hotel, que pudo ser en Buenos Aires, y luego a Chile.

Es posible que estuvieran destinados allí a alguna familia, que luego no quiso adoptarlos, o por otras razones que se desconocen los hermanos Julien fueron abandonados en una plaza de Valparaíso, donde los encontraron perdidos y desorientados algunos vecinos.

En su relato ante los jueces contó que los habían llevado a la plaza en Valparaíso tres mujeres y dos hombres. Una supuesta tía Mónica nos dice que vamos a ir a los jueguitos, pero que la esperemos ahí, que vuelve en un momento. Se retiran y no vuelven más, de hecho nos dejan ahí esperando y nadie nos viene a buscar por horas y horas y horas. La gente se dio cuenta de que éramos como niños perdidos, que teníamos acento, que no éramos de ahí, estábamos bien vestidos, en una situación extraña, que no había ningún adulto que preguntara por nosotros. Después de pasar por manos de algunas familias al fin fueron adoptados de buena fe por los Larrabeiti Yáñez, que decidieron no separar a los hermanitos. Fue la salvación.

Unas fotografías de ambos publicadas en Caracas, Venezuela, en 1979 y que dieron la vuelta al mundo, permitió que fueran encontrados por su abuela Angélica en Chile. El encuentro fue difícil, ya que su abuela biológica los quería llevar a Uruguay, como era lógico, pero se entendió que ambos no podrían soportar otra pérdida y la decisión salomónica fue que siguieran con sus padres adoptivos y mantuvieran permanente contacto con su familia biológica. Fueron los primeros nietos recuperados por las Abuelas de Plaza de Mayo y contaron con la ayuda de la familia que los adoptó de buena fe.

A los nueve años, Victoria viajó por primera vez a Uruguay, previa explicación muy cuidada y amorosa de los padres adoptivos que les dijeron que iban a conocer otra familia, que tenían otros padres que habían muerto por razones políticas y que tenían otra abuela. Allí conocieron la terrible historia de muertes y desapariciones, lo que significó un antes y un después para ella, y entonces entendió el terror a separarse de su madre adoptiva, el miedo a que desapareciera.

Ésta es una de las historias de los niños del Cóndor, que como estos jóvenes fueron arrancados de sus padres y llevados a otro país en esa ronda de muerte, una novela interminable donde no hay ficción.