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Mi casa es zona de alto riesgo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 13 de noviembre de 2011, p. 29

Cuautitlán Izcalli, Méx., 12 de noviembre. Zona de alto riesgo dice el texto en la fachada de la casa de Jorge Arzave Orihuela, que comenzó a cuartearse hace cuatro años y desde entonces se ha deslizado 12 centímetros hacia un barranco. Protección Civil estatal y la alcaldía dictaminaron que la vivienda es inhabitable.

No obstante, el subteniente retirado aún habita su casa, ubicada de la cerrada de San Juan Bautista, manzana 114, lote 2, en el fraccionamiento Lomas de San Francisco Tepojaco, compuesto por más de 11 mil casas construidas en un cerro por las empresas Profusa Cuautitlán, Desarrolladora Metropolitana y Came.

Las compañías sólo colocaron planchas de concreto y sobre ellas construyeron las viviendas, sin cimentaciones, castillos ni estructuras de anclaje, y el peso de las casas ha hecho que las placas se deslicen y se fracturen, dice.

La casa apenas tiene 37 metros cuadrados. Una sola pieza sirven para sala, comedor, cocina y dormitorio. La alcoba está separada por un librero. Un pasillo de medio metro permite la entrada y salida del domicilio.

Arzave narró que se deshizo de gran parte de su patrimonio por falta de espacio en la casa que compró mediante un crédito de 250 mil pesos.

Estudios del Instituto Politécnico Nacional y la relatora de Vivienda Adecuada de la Organización de las Naciones Unidas corroboraron los hundimientos y contaminación existentes en Lomas de San Francisco Tepojaco, ubicado a unos metros del tiradero municipal de Cuautitlán Izcalli.

Desde octubre de 2007 Arzave Orihuela denunció las irregularidades del fraccionamiento, pero las autoridades estatales que autorizaron las construcciones y tendrían que vigilar el cumplimiento de los proyectos no sólo no le han dado respuesta, sino que también ha sido objeto de amenazas.

Por ello autoridades estatales y municipales fueron obligadas por organismos no gubernamentales y de derechos humanos a darle protección precautoria.

Se esfumaron mis sueños, se fueron a la basura, dice Arzave, quien como militar cobra 2 mil 500 pesos al mes, apenas para comer: no tengo de otra, aquí me quedo, dice.