Opinión
Ver día anteriorDomingo 30 de octubre de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
A la mitad del foro

Días de muertos

Y

a no hay espacio en los cementerios para enterrar los muertos en Monterrey. En la Villa de Guadalupe inauguraron espectacular plaza en terrenos donados por el gobierno laico del Distrito Federal, en los que la Iglesia católica ha puesto a la venta nichos para las cenizas de centenares de miles de cadáveres incinerados. Hoy, en todo México se erigen altares y se preparan las ofrendas para recibir a nuestros muertos. Las imágenes de Pátzcuaro son ya de la memoria colectiva, luces sombras de la noche, las flores y las velas; la tradición indígena teñida por el mestizaje.

El viernes 28 de octubre, en la comunidad de Santa Ana Chapitiro de Pátzcuaro, se enfrentaron a balazos efectivos del Ejército y una gavilla de delincuentes. Murieron nueve hombres y una mujer. Todos los días son día de muertos. Los muertos chicos, víctimas de la violencia armada, suman miles. Sin rostro, sin nombre, sin un altar erigido en su memoria, donde manos amorosas pongan los alimentos que les faltaron en vida, sin el camino trazado con flores de cempazúchil. La llorona ya no espera la noche para gritar sus lamentos. Cuarenta, cincuenta, sesenta mil muertos. ¿Quién lleva la cuenta de las actas de defunción invisibles, de los cadáveres enterrados en tumbas colectivas? Nadie le pide al presidente Calderón que no combata al crimen organizado, que aliente la impunidad que emponzoña nuestro sistema de justicia. Pero es hora de cambiar.

Antes de volar rumbo al Paraguay, después de atestiguar la entrega de la medalla Belisario Domínguez en el Senado, Felipe Calderón volvió a decir que seguirán el Ejército y la Armada en combate, que no cesará la guerra contra el crimen organizado. Y ya en la Cumbre Iberoamericana, tras la foto con el rey Juan Carlos y el presidente Zapatero, el michoacano hablaría de la importancia de una alianza iberoamericana para combatir a los criminales, al narcotráfico, al secuestro, el imperio de los delincuentes. Todos los días son día de muertos. En México hay regiones donde el poder soberano es de los criminales que han llenado el vacío producto de la ausencia del Estado. Al otro lado de la frontera, la señora Clinton declara que esos criminales no son insurgentes sino terroristas. Y la sombra de la intervención ampara al fantasma del golpismo.

Diez de los 22 jefes de Estado y de gobierno invitados no asistieron a la Cumbre Iberoamericana en Paraguay. Ausentes los de Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia, Cuba, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. España y Portugal padecen la crisis terminal del capitalismo financiero, del mercado que supuestamente se regulaba a sí mismo. En Madrid brotó la rebelión de los indignados que se ha extendido a más de ochenta países, con Wall Street, territorio ocupado, y con los trabajadores en marcha combativa en Roma, en la Italia donde el signore Berlusconi es caricatura de Il Duce y prueba del poder del dinero.

No están para discursos de guerra. La recesión, el desempleo, la terca austeridad a costa de la mayoría, de los que menos tienen, nos ha puesto frente a la lucha de clases que habían declarado inexistente los optimistas promotores de la política neoconservadora, de la reducción al fantasmagórico combate entre neoliberales y neopopulistas. En Xicoténcatl, la vieja sede del Senado, Cuauhtémoc Cárdenas recibió la medalla Belisario Domínguez y habló con la sobriedad heredada del Tata Lázaro; sin tonalidades retóricas, simplemente, con el peso y valor de las palabras pronunciadas. La situación del país es insostenible e inadmisible, dijo. En un régimen democrático, la seguridad y la justicia son asuntos de la autoridad civil. No de la militar, confirmó el hijo del general. La desigualdad, la pobreza de millones y la insultante riqueza de unos cuantos; la violencia desatada, el estado de excepción; los intereses privados por encima del acuerdo político en lo esencial, este no puede ser el destino de la patria.

La esperanza de que no sea así, de que cambie el rumbo y se aliente la búsqueda de la concertación política y se fortalezca la división de poderes, de los pesos y contrapesos en la República; del Estado laico sometido ahora a los embates del oscurantismo, está en los debates del parlamentarismo; en las reformas políticas discutidas, votadas, aprobadas unas, otras rechazadas o sujetas a futuras consultas populares; en actos como el del Senado, o en la entrega de la medalla Eduardo Neri al investigador, al ex rector de la UNAM, José Sarukhán Kermez, en San Lázaro. Hacer política y no privatizar lo social, actuar en defensa del poder constituido, con pleno respeto a los derechos individuales y la voluntad colectiva indispensable para establecer una política social de Estado que enfrente la pobreza con salud, educación y empleo.

Pero en Michoacán elegirán gobernador, diputados y presidentes municipales y ahí impera el estado de excepción. Ficticio, no declarado, sin que el presidente Calderón acudiera ante el Congreso de la Unión a solicitar autorización para declarar la suspensión de garantías. Y, afortunadamente, sin las facultades para decidirlo individualmente, sin consulta alguna, que le habría proporcionado su iniciativa de reformas, si el Poder Legislativo hubiera escuchado el son del flautista de Hamelin. No todo ha sido circo en la Cámara de Diputados. Ni en el combate imaginario de las fracciones del PRI que conducen Francisco Rojas en San Lázaro y Manlio Fabio Beltrones en el Senado. Leonel Godoy es gobernador débil, disminuido, desestimado, desde el michoacanazo que encarceló a decenas de alcaldes a los que liberarían después, sin que se denunciara la violación del pacto federal.

Balacera en Pátzcuaro en vísperas del Día de Muertos. Y Leonel Godoy se queja de las participaciones federales que no llegan o llegan con retraso. No hay dinero ni para las nóminas de trabajadores del gobierno. El PRD dejó de gobernar y en dos semanas su candidato, Silvano Aureoles, va a perder las elecciones que se llevarán a cabo después de que fracasó el ensayo calderoniano de hacer candidato común de PAN-PRI-PRD a un empresario amigo: un candidato de la sociedad civil, para evitarse la confrontación electoral en el clima de violentos conflictos de la entidad. La humillación de Leonel Godoy redujo a nada al PRD. Luisa María Calderón es la candidata del PAN. Los augures, los cortesanos del infantilismo democrático, evitan decir que es la hermana del Presidente de la República. Y ni hablar de apoyos del gobierno federal, de los delegados, de los secretarios del hermano menor que tiene poder mayor.

Pero es su hermana. Y los michoacanos recuerdan la feroz denuncia de nepotismo publicada por don Luis Calderón, el padre de estos dos demócratas, fundador del PAN, cuando Dámaso Cárdenas, hermano del general Lázaro Cárdenas, fue candidato a gobernador de Michoacán. Disminuido el PRD, consolidada la alianza de la derecha empresarial, el PAN envió a Ernesto Cordero, el delfín que dice no serlo porque en su partido no hay dedazo, a hacer campaña en favor de Luisa María, la hermana cuya candidatura no es acto de nepotismo, ni contiende con ventajas, según el mismo acto de fe. Cordero llegó, aplaudió y huyó. Y esa presencia fugaz dice más de una posible derrota del PAN a manos de Fausto Vallejo, candidato del PRI, que los dimes y diretes de las encuestadoras.

Y vino la trágica paradoja del día de muertos anticipado en Pátzcuaro. En verdad, este no puede ser el destino fatal de la patria.