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El violinista y su ensamble se presentan en el Teatro Juárez de Guanajuato

La música es un principio de libertad, el camino humano más directo: Lakatos

Toda expresión sonora es un placer y lo más importante es que permite disfrutar y divertirse, dice

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Roby Lakatos, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto Ángel Vargas
Enviado
Periódico La Jornada
Jueves 20 de octubre de 2011, p. 6

Guanajuato, Gto., 19 de octubre. Roby Lakatos se asume como un hombre tocado por la mano de Dios, un virtuoso. Sin embargo, su proceder es el de una persona desenfadada, sencilla, que confiesa que su vida sería inimaginable sin el arte sonoro, mucho menos sin su violín, el cual lo ha acompañado desde los cuatro años de edad y ahora tiene 46.

Sus manos son fuertes y expresivas, aunque quizá un tanto cortas y regordetas para ser las de un violinista y mucho menos las de uno de los encumbrado entre los mejores del mundo.

La música no conoce límites: proviene de Dios. Cuando uno improvisa, la fuerza irrumpe del espíritu, del interior; no puede ser de otra parte, subraya el reconocido intérprete húngaro en entrevista con La Jornada, mientras toma el sol al lado de la alberca del hotel donde se hospeda, en la víspera de su concierto de este jueves en el Teatro Juárez.

Recital en la Sala Nezahualcóyotl

De personalidad magnética y un tanto excéntrica, en mucho definida por su singular bigote al estilo que lo usaba Salvador Dalí y una alborotada cabellera entrecana, Lakatos está convencido de que la música es un principio de libertad, el camino más directo para llegar y entablar contacto con las personas, sin importar épocas ni geografías.

Si algo busca explorar y explotar de esa expresión artística es su naturaleza lúdica. Por eso en sus conciertos lo primero que busca, dice, es gozar y tratar de contactar con el público, que no se duerma, disfrute y se divierta con lo que escucha.

Ello explica porqué muchas veces en sus presentaciones decida cambiar sobre la marcha el programa cuando siente que no está calando en el ánimo de la audiencia: Espero que eso no ocurra en mis presentaciones en México, pues preparé una serie de obras muy movidas.

Además de su actuación de este jueves en Festival Internacional Cervantino, donde estará acompañado por su ensamble, el violinista tocará el domingo en la ciudad de México, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario, con la misma agrupación.

El programa, en principio, incluye partituras recientes, entre ellas una de su autoría y otra de Astor Piazzolla, cuya música es una de preferidas, al igual que las melodías gitanas, pueblo donde encuentra el origen de su familia.

En su genealogía, de hecho, hay siete generaciones de violinistas, entre ellos algunos de los más virtuosos de su época, como Janos Bihari, a quien Beethoven definió como El rey de los violinistas gitanos.

El propio Lakatos ya carga sobre de sí el apelativo de El diablo del violín, pero no le gusta y dice que preferiría trascender en la historia como una leyenda de la música húngara, El Violinista, con mayúsculas, remarca con una sonrisa.

Acerca de este instrumento, el intérprete lo ubica como el principal de la música gitana, como también lo es para los mariachis en México.

Afirma que el primer deber de todo intérprete es buscar hacerlo suyo, convertirlo en una parte más del cuerpo.

A la fecha posee ocho violines, uno de ellos construido ex profeso para él por un laudero italiano a principios de la década del 2000. Su preferido, sin embargo, es el que heredó de su abuelo, cuya construcción se remonta a 1861 y que en la Exposición Mundial de París de 1902 ganó la medalla de oro al mejor instrumento, aunque esa presea se perdió en una de las dos guerras mundiales.

Gusto por todos los repertorios

Roby Lakatos, además de su manera de interpretar, destaca también por la versatilidad en el manejo de su repertorio. Lo mismo incursiona en el jazz que en la música de concierto o el folclor húngaro, profesa el mismo gusto por esos repertorios: Todo tipo de música es un placer; lo más importante de ella es que permite disfrutar y divertirse al mismo tiempo.

La relación del intérprete con el arte sonoro comenzó a los cuatro años de edad, a los seis empezó sus estudios formales de violín y a los nueve debutó con la orquesta de su padre. Desde entonces ésa ha sido su vida y nunca ha debido plantearse ni ha tenido necesidad de dedicarse a otra cosa. Fui hecho para la música, indiscutiblemente.