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Recibieron la medalla Bellas Artes

¿Las intercambiamos?, bueno, deciden José Agustín y Vicente Leñero

Solares elogió la obra de los dos escritores

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José Agustín y Vicente Leñero, anteanoche, cuando los dos escritores recibieron la medalla Bellas Artes, en el máximo recinto cultural del país. En ese momento intercambiaron las preseasFoto José Antonio López
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Vicente Leñero y José Agustín, anteanoche, cuando los dos escritores recibieron la medalla Bellas ArtesFoto José Antonio López
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José Agustín y Vicente Leñero, anteanoche, cuando los dos escritores recibieron la medalla Bellas ArtesFoto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Viernes 23 de septiembre de 2011, p. 4

Vicente Leñero por José Agustín, y José Agustín por Leñero. José Agustín, dijo Leñero la noche del pasado miércoles, durante la entrega a los dos de la medalla Bellas Artes, era un chamaco retobón y travieso que me enseñó que se podía escribir con frescura y desfachatez; ha sido un compañero literario muy firme que ahondó en la búsqueda literaria que todos tenemos. Leñero, dijo José Agustín, es una mina de recursos literarios y le llamó amo de los novelistas y señor de la prosa latinoamericana y en español.

Y no sólo intercambiaron reconocimientos mutuos, pues tras la ceremonia, ya sentados ante una pequeña mesa, donde José Agustín firmaba libros y mientras ambos se mostraban sus medallas recién recibidas, el primero dijo al autor de Los albañiles: ¿Las intercambiamos? Y la respuesta inmediata fue: Bueno.

La entrega se realizó, de manera extraña, en la incómoda recepción del Palacio de Bellas Artes, cuando las salas Ponce y Principal al parecer se encontraban desocupadas. Sin embargo, el lleno fue total, hasta en las sillas colocadas ante diversas pantallas de video en otras áreas de la recepción.

Acompañados de sus esposas e hijos, quienes estaban entre el público, como primer momento ambos escritores rememoraron, a instancias de Ignacio Solares, quien fungió como moderador, su coincidencia en la revista femenina Claudia, en los años 60.

José Agustín y Gustavo Sáinz eran unos chamaquitos, unos muchachos muy relajientos, dos demonios que me sorprendían muchísimo; el más relajiento era Agustín, que además inventaba los horóscopos, dijo Leñero, y agregó que este último escribía entonces De perfil, obra excepcional, que rompió cánones y cambió mucho la perspectiva de la novela.

Esos dos jóvenes, agregó Leñero, experimentaban en la literatura como si fueran escritores más experimentados. Entendían el experimento como una forma de ser y de hacer literatura. Yo aprendí muchísimo de ellos, y ahí en la revista tallereábamos las novelas.

José Agustín contó: “Viví esa época con una emoción muy grande. Estábamos trabajando en Claudia de puro churro, al menos por mi parte. Y luego me enteré que llegaba Vicente Leñero, y dije: ‘¡Cómo, va a llegar aquí el señor, la mina de recursos literarios’. A toda madre, ya la hice en grande’”.

Leñero recordó que guarda un tesoro, un ejemplar dedicado de la primera edición de De perfil, del joven José Agustín, quien un día llegó con una caja llena de libros luego de diversas peripecias para lograr su publicación. Y leyó la dedicatoria, en la que el autor le dice a su amigo Vicente, entre otras cosas, amo de los novelistas, señor de la prosa latinoamericana.

Lectura del actor Jesús Ochoa

José Agustín dijo que siempre ha admirado a Leñero, desde antes de conocerlo personalmente. Descubrí que tenía un autor muy importante para mí, y después, que también lo era de las letras latinoamericanas y en español en general. El señor era muy serio al principio, y después nos hicimos cuates, poco a poco nos hicimos muy buenos amigos, de lo cual estoy muy orgulloso.

Leñero destacó que José Agustín vendía más libros que cualquier otro escritor y mencionó a otros jóvenes como Parménides García Saldaña y René Avilés. “Para mí –dijo el maestro– fue una lección de literatura; yo aprendí de ellos lo que es la frescura, la desfachatez para escribir, había cierto descaro, cierto impulso instintivo, que no estaba exento del rigor literario.

“Presumo –agregó Leñero– haber leído página por página los borradores de De perfil, y aparte de esa frescura, que tanto celebro y me abrió los ojos, había un gran rigor literario en la forma, no eran chispazos. Aparte de un chamaco retobón, José Agustín ha sido un compañero literario muy firme, que ahondó en la búsqueda literaria que todos tenemos.”

Durante la ceremonia, el actor Jesús Ochoa leyó, interpretó, un fragmento de Los albañiles, de Leñero, y otro de De perfil, de José Agustín. Las medallas fueron entregadas a los escritores por Teresa Vicencio, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes.

Solares recordó que Leñero ha incursionado en casi todos los géneros: cuento, novela, teatro, entrevista, crónica periodística, guión de cine y televisión. Ha escrito libros como Los albañiles, Estudio Q y Los periodistas, además de guiones de cine como El callejón de los milagros, El crimen del padre Amaro y La ley de Herodes.

De José Agustín, Solares dijo que es uno de los más influyentes escritores mexicanos de la segunda mitad del siglo XX y se mantiene vigente en los albores de este nuevo siglo, y recordó que escribió La tumba a los 19 años, en el taller de Juan José Arreola.