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En París, expertos recordarán hoy al sicoanalista a 30 años de su muerte

El siglo XXI es ya lacaniano, afirma historiadora francesa
 
Periódico La Jornada
Viernes 9 de septiembre de 2011, p. 3

París, 8 de septiembre. El 9 de septiembre de 1981, Jacques Lacan murió de un cáncer de colon en una clínica de Neuilly, a las afueras de París. Treinta años más tarde, el siquiatra que revolucionó el sicoanálisis sigue levantando pasiones, considerado un genio por unos y un impostor por otros. Soy un payaso, tomen ejemplo y no me imiten, repetía este terapeuta y teórico fuera de lo común, que adoptaba gestos de dandy extravagante y abofeteaba ocasionalmente a sus pacientes, gran inventor de neologismos y popularizador del sicoanálisis en los medios de comunicación.

Nacido en 1901 en París, en una familia católica conservadora, estudió medicina, se especializó en siquiatría y se apasionó por el surrealismo.

En los años 30 efectuó un análisis de seis años y medio con Rudolph Loewenstein y defendió su tesis doctoral, La sicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad, en la que expone el caso de una joven criminal, Aimée, llamada en realidad Marguerite Anzieu, madre de un futuro sicoanalista, Didier Anzieu.

Lacan también se interesó por las hermanas Papin, que asesinaron a sus patronas en 1933 y fascinarían a numerosos autores, entre ellos el dramaturgo francés Jean Genet.

En 1936 presentó su trabajo sobre el estadio del espejo en la formación de la personalidad del niño.

En su mítico gabinete, situado en el número 5 de la calle de Lille, en París, Lacan instauró las sesiones cortas o de duración variable. En ellas no dudaba en recibir a sus pacientes apenas dos o tres minutos, varias veces al día, o en sacudirlos emocionalmente sin miramientos. Sus dos salas de espera estaban siempre llenas.

Sorprender

Durante las sesiones, Lacan se levantaba, comía, leía, jugaba. Y al mismo tiempo escuchaba. Su objetivo: sorprender, para favorecer el surgimiento del inconsciente.

Foto
Jacques Lacan, siquiatra que revolucionó el sicoanálisis, en una imagen tomada de Internet

Esos métodos iconoclastas le valieron la expulsión de la Asociación Sicoanalítica Internacional (IPA).

En el plano teórico, elaboró una obra singular, en perpetua evolución, abogando por un regreso a Freud que, sin embargo, chocaba a los freudianos ortodoxos.

En los años 50 se apoyó en la lingüística y el estructuralismo. Su divisa era que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. En esa línea, fabrica nuevas palabras: lalangue (lalangua), lituraterre (literatierra), etcétera.

Más tarde, recurre a las matemáticas, y el pizarrón de los seminarios semanales, que dicta desde 1953, se llena de dibujos de nudos y de trenzas.

Sus detractores lo tachan de charlatán, de gurú, de perdonavidas de la democracia, tal como recuerda la historiadora y sicoanalista francesa Elisabeth Roudinesco, que este mes publica una biografía de Lacan.

Sostiene que si el siglo XX fue freudiano, el siglo XXI es ya lacaniano, y que Lacan fue el único en tomar en cuenta de manera freudiana la herencia de Auschwitz.

Su yerno y legatario, el sicoanalista Jacques-Alain Miller, sigue publicando sus lecciones, en las Editions du Seuil. Le Séminaire, livre XIX, ou pire... apareció en agosto.

Afectado por un accidente de automóvil en 1978, Lacan murió tres años más tarde de un cáncer que nunca quiso tratarse.

En 2011 y 2012 están previstos varios actos y publicaciones para rendir homenaje al sicoanalista.

El ciclo de debates y lecturas comenzará hoy en la Escuela Normal Superior de París, con un encuentro de 50 filósofos, historiadores, actores, cineastas, escritores, periodistas y sicoanalistas que leerán textos de Lacan.