Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 21 de agosto de 2011 Num: 859

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Al pie de la letra
Ernesto de la Peña

Dos poemas
Eleni Vakaló

2012: Venus, los mayas y
la verdadera catástrofe

Norma Ávila Jiménez

Castaneda: la práctica
del conocimiento

Xabier F. Coronado

Trotski en la penumbra
Gabriel García Higueras

Juan Soriano en Polonia
Vilma Fuentes

Leer

Columnas:
La Casa Sosegada
Javier Sicilia

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Corporal
Manuel Stephens

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
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Luis Tovar
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De personalidades, lugares y sopas frías

Las personalidades

En días recientes, Daniel Giménez Cacho, Diego Luna, Julieta Egurrola, Jesús Ochoa, Francesca Guillén y otros miembros del gremio actoral se pronunciaron públicamente solidarios con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que, como bien se sabe, tiene como líder más visible al poeta y periodista Javier Sicilia, compañero de estas páginas. Interrogado por Columba Vértiz para Proceso, Diego Luna expresó bien la razón y la conveniencia de que él y otros que son como él, se manifiesten al respecto:  “¿Cree que la participación de figuras públicas ayude a que se conozca esta campaña?”, preguntó Vértiz, a lo que Luna respondió:  “Todos podemos ayudar. Pero en efecto, aquellos que recibimos la atención a veces desmedida, podemos desviar esa atención hacia donde creemos que debe irse en realidad.” Con independencia del nivel de acuerdo o desacuerdo que pueda tener cada quien, respecto de las formas y los alcances de dicho movimiento ciudadano –que algunos defienden algo acríticamente mientras otros denuestan igualmente sin mayor análisis–, no es mala cosa que una celebridad mediática, como sin duda lo es el actor, director cinematográfico y productor teatral Luna, tenga la capacidad de ver claramente que la fama puede servir para mucho más que pavoneos mediáticos y otras frivolidades. Similar claridad es la expresada por Giménez Cacho cuando, al responder si, desde su perspectiva, en torno al movimiento “hay intolerancia o una fuerte polarización”, dijo lo siguiente:  “la vieja reacción de ‘estás conmigo o estás contra mí’ nos ha llevado a un callejón sin salida. Este movimiento apenas va arrancando, ya veremos también a dónde llega, pero de entrada hay un cambio que es bueno entender”.

Los lugares

Por falta de espacio se había pospuesto aquí el saludo entusiasta a la obra civil, hace pocos días anunciada, que habrá de ampliar de manera significativa la capacidad de exhibición, conservación, preservación, restauración e investigación de la Cineteca Nacional. De acuerdo con los planes, dentro de un año o poco más, la otrora Plaza de los Compositores –convertida a su actual vocación cinematográfica de manera emergente, luego del jamás aclarado incendio de la Cineteca original– será capaz de dar cabida a un público que, por fortuna, pareciera ser cada vez más numeroso, a juzgar por las multitudes que cualquier día de la semana es posible ver apersonadas en unas instalaciones que hoy acusan evidente cansancio pero, sobre todo, clara insuficiencia. Luego del reciente y deplorable período directivo previo, signado por algo que sólo puede ser catalogado como impericia, desinterés o haraganería, que había hecho de la Cineteca poco más que una dócil y anuente caja de resonancia para ciertos estrenos que interesaban a ciertas distribuidoras, y siendo este espacio uno de los pocos que le quedan al cinéfilo precisamente para escapar de la homogeneidad cinematográfica normalmente ofertada, bienvenidos sean el entusiasmo, la energía y la disposición de responder a las necesidades actuales, mostrados por la actual administración cinetequera.

Las sopas frías

Cualquiera diría que la inveteradamente pobre capacidad hollywoodense de generar algo que, siquiera de lejos, tenga por lo menos el aspecto de una idea original, este verano llegó a cotas de plano abisales. Sólo así puede uno explicarse –que no entender, mucho menos aceptar o dar por saludable– que prosiga el saqueo tenaz de las faltriqueras, cada año más menguadas, del imaginario del cómic, claro que estadunidense. Tocó esta vez el turno al nada célebre, de verdad anticlimático y ciertamente proyanqui Capitán América, y no puede uno sino aguardar, ceñudo, a que lo sucedan otros héroes aún más miserables, dramáticamente hablando, y más prescindibles en lo cinematográfico. Que lo diga si no un tal Martin Campbell, encargado de la perpetración artera de un traslado más del viejo papel bond a la pantalla grande –de preferencia en 3D–, el de otro “súper” de los muchos que formaban la caricaturesca “Liga de la Justicia”, llamado Linterna Verde y aquí multiplicado en varios igualitos unos a otros, para mayor demostración de anorexia creativa. No han de tardar otras sopas frías llamadas Acuamán, Birdman, Kum Kum, Fantasmagórico, La Princesa Caballero y aquellas que el amable lector desee agregar. No cuente a Los Pitufos, ya conducidos al desdoro de una versión cinematográfica como suelen ser éstas, que desnaturalizan origen e intención de la obra de la cual emanan y acaban siendo nada o poco menos –le pasó inclusive a Los Simpson, cuya película es peor que el peor de los capítulos de la famosa serie animada.