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Convertido en la meca del street art, atrajo a mitos vivientes, como Bansky

El Muro de Berlín pasó de lugar de terror al lienzo más largo en la historia del arte

No era un objeto estético, sino un monstruo, recuerda Thierry Noir, pionero en pintarlo

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Berlín se prepara para conmemorar el 50 aniversario de la construcción del muro que separó la ciudad durante 28 años, el cual comenzó a erigirse el 13 de agosto de 1961. Símbolo de la división de Europa durante la guerra fría, la fecha será recordada con actividades culturales, entre ellas más de un centenar de exposiciones. El 9 de noviembre de 1989 comenzó a derribarse la valla de casi 160 kilómetros. En las imágenes, algunas obras emplazadas en lo que aún queda de esa murallaFoto Alondra Flores
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de agosto de 2011, p. 5

Berlín, 9 de agosto. Los soldados que hace medio siglo comenzaron a levantar el Muro de Berlín no imaginaban que, además de un elemento causante de sufrimiento, encierro y división, estaban construyendo el lienzo más largo en la historia del arte.

Al caer en 1989, el símbolo por antonomasia de la guerra fría era también un objeto estético de culto. Y si el muro desapareció, el estilo artístico que inspiró se mantuvo vivo, impregnó las calles y fachadas del Berlín moderno y convirtió la ciudad en meca del street art, que atrajo a mitos vivientes, como Banksy.

Pero la milagrosa transformación del horror por medio del arte no fue una evidencia desde el principio, como recuerda Thierry Noir, pionero en pintar el muro y autor de algunas de sus imágenes más conocidas.

Al principio nadie entendía lo que hacíamos. Nos preguntaban quién nos pagaba y creían que nos había mandado la FBI o la CIA para embellecer el muro. Nadie creía que estuviésemos tan locos como para hacerlo de nuestro bolsillo, cuenta el artista.

Noir se trasladó de su Francia natal al Berlín occidental en 1982.

Entonces había pocas pinturas en el muro. Sobre todo imágenes pequeñas, lemas antiestadunidenses o racistas, mensajes personales o graciosos... En algunas zonas no había nada: kilómetros de muro en blanco.

De tabú a atractivo turístico

En rigor, la pared que sorprendió al mundo el 13 de agosto de 1961 no era realmente apta para ser pintada, y sólo el llamado Muro 75, que se tendió a partir de ese año, hecho de hormigón y de 3.6 metros de altura, ofreció una superficie perfecta para los artistas.

Noir comenzó en 1984 con sus características cabezas redondeadas y de colores (inmortalizadas en el disco Achtung, baby!, de U2) junto a su amigo y compatriota Christophe Bouchet y otros artistas, como Jean-Yves Dousset o Kiddy Citny. El estadunidense Keith Haring sumó sus conocidos hombres hechos de una línea en 1986.

El Muro de la vergüenza pasó así de ser un tabú, algo que los alemanes intentaban no ver o que visitaban una vez al año, en palabras de Noir, a un objeto de atracción turística y artística de casi 120 kilómetros de largo.

Cuando cayó el 9 de noviembre de 1989, la ciudad quiso que también el lado oriental, hasta entonces impoluto, se contagiara de la imaginación y las ansias de libertad que habían inspirado el decorado en la parte occidental.

Así nació la famosa East Side Gallery, un fragmento de muro de mil 316 metros de largo en el que 118 artistas de 21 países plasmaron su obra, entre ellos el español Ignasi Blanch.

La imagen del Trabi –versión comunista del vocho alemán– atravesando el muro, el retrato del beso entre Leonid Breznev y Eric Honecker o las caras de Thierry Noir se sumaron pronto a los símbolos de la ciudad.

Pero la influencia de la pintura del muro se percibe en el Berlín de hoy mucho más allá de esa instalación.

El muro cayó, pero esa forma de pintar continuó, explica Noir.

La gente que pintó el Muro de Berlín creó un estilo: sin mucho detalle, elaborado con gran rapidez... Esa forma de pintar sigue presente en toda la ciudad.

Berlín es hoy una de las grandes capitales del llamado street art, que artistas como Banksy popularizaron en el mundo.

Paredes, puentes, portales y fachadas de toda la ciudad de Berlín acumulan capas de grafitis y patrones pintados con aerosol en una suerte de gran museo al aire libre.

Noir admira esa revolución, pero no olvida su origen: El muro no era un objeto artístico, sino un horror sangriento, un monstruo.