Sociedad y Justicia
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Ya no tenemos ninguna esperanza de volver a ver la lluvia

Prefieren matar a sus rebaños para evitar que se mueran de hambre
 
Periódico La Jornada
Jueves 28 de julio de 2011, p. 46

Funanqumbi, Kenia., 27 de julio. No nos alegra tener que matar a nuestros animales, dice Elena Warrio, mirando con tristeza los esqueletos colgados de los árboles. Preferiríamos que estuvieran pastando y tuvieran agua que tomar, pero no nos queda otra opción, agrega.

Naciones Unidas estimó que alrededor de 12 millones de personas están afectadas en el cuerno de África por una terrible sequía, la peor en varias décadas.

La ONU, que declaró el miércoles a dos regiones del sur de Somalia en estado de hambruna, habla también de la más grave crisis alimentaria en África en los últimos 20 años. Es la peor sequía que hemos tenido y ya no tenemos esperanza ninguna de volver a ver la lluvia, dice Galgalo Wato, pastor y padre de siete hijos, mirando hacia la polvorienta sabana que rodea al pueblo de 700 habitantes.

En este contexto, los precios de venta de los animales bajaron sensiblemente. Las agencias humanitarias aconsejan sacrificarlos y pagan precios cercanos a los vigentes antes de la sequía a quienes acepten reducir sus rebaños. De los siete burros, 80 cabras y 120 vacas que tenía Galgalo Wato, sólo le quedan tres terneros. Son mi única esperanza, dice con amargura, acariciando a uno de estos animales.

Actualmente, su familia depende del Programa Mundial de Alimentos (PAM), una agencia especializada de la ONU, que le proporciona cereales, aceite, frijoles y otros productos básicos.

No nos alcanza, explica. Sólo logramos susistir, añade.

De todos modos, estos animales seguramente mueran en breve por la sequía, estima Abraham Adan, quien dirige una agencia local que tiene a su cargo el esquema de matanzas de rebaños de la región, en el contexto de un programa diseñado por la Unión Europea.

Liquidar las existencias tiene dos ventajas: hacer entrar dinero en la economía, lo cual permite a la gente comprar cosas en el mercado, y dar de comer a hogares vulnerables, declara.

Luego de la muerte de los animales, se forman filas de madres vestidas con ropas de colores que llevan con ellas a sus niños. Unas 50 familias reciben la mitad de una oveja cada una. Gran parte del animal se secará luego al sol para ser comida en los días siguientes.

No obstante, la comunidad está comiendo a los animales que necesitaría para subsistir a largo plazo.

Anteriormente, las mujeres y los niños iban en burro a buscar agua al único lugar en el que aún había, a unos 22 kilómetros del pueblo, en medio de un calor agobiante.

Las agencias proveen en estos momentos agua que traen en camiones cisterna y planean instalar tanques de agua de plástico gigantes con la finalidad de conservar el agua de lluvia, aunque existe la convicción de que no lloverá en los próximos tres o cuatro meses.