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Creador del estilo joeson, sufrió un paro cardiorrespiratorio a consecuencia de diabetes

Murió el cantautor Joe Arroyo, impulsor de la salsa colombiana

Más allá de la sabrosura, encarnó la figura del negro rebelado, comentó su biógrafo, Mauricio Silva

Formó parte de The Latin Brothers y Fruko y sus Tesos; grabó 50 discos y compuso 150 temas

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El músico durante un concierto en la ciudad de México, en 2008Foto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 27 de julio de 2011, p. 7

Bogotá, 26 de julio. El cantautor Joe Arroyo, uno de los impulsores de la salsa colombiana, quien formó parte de agrupaciones como The Latin Brothers y Fruko y sus Tesos, falleció hoy víctima de un paro cardiorrespiratorio a los 55 años, en la ciudad de Barranquilla, a consecuencia de diversas complicaciones agravadas por la diabetes que padecía, informaron sus familiares.

Arroyo estuvo internado durante un mes en un hospital de Barranquilla y su salud se deterioró notablemente la última semana.

Joe Arroyo creó un estilo único conocido como el joeson. Su verdadero nombre es Álvaro José. Nació en el humilde barrio Nariño, de palenqueros (descendientes de esclavos cimarrones), en Cartagena.

“Con un par de latas de manteca llenas de agua, yo tenía que ir y venir a la tienda de un señor que se llamaba Jericó. Cuando estaban vacías, me las ponía en la cabeza y eso daba un eco hermoso que, creo, sin saberlo, me afinó la voz. Por eso me decían Voz del tarro”, narró Joe a la revista colombiana Cambio. “Yo imitaba por esos días a Raphael, cantaba el Ave María, y cuando terminaba, yo mismo me ovacionaba con un ‘¡yaaaahhhhhhhh!’ Allá adentro del tarro sentía que estaba en un escenario y que me aplaudían. Ése era mi sueño de pelao (niño) y mi Dios me lo concedió”, contó en esa entrevista.

Joe Arroyo empezó su carrera musical cuando apenas tenía 15 años de edad, al integrarse al Supercombo Los Diamantes, aunque ya antes cantaba de manera esporádica en cabarets de Cartagena.

Es reconocido por haber retomado los diferentes ritmos de la música caribeña colombiana, como la cumbia, el porro y la champeta, que mezcló con la salsa, la soca y el reggae, combinación que finalmente derivó en un estilo que lleva su nombre, el joeson, según la crítica.

En una presentación en Cartagena de Indias, cuando tenía 17 años, lo escuchó Julio Estrada, director de la orquesta de salsa Fruko y sus Tesos, a la cual se integró. Con ella compuso su primera canción, Tania (dedicada a su hija), y la acompañó hasta 1978, cuando decidió formar su propia agrupación musical.

El Joe era un muchacho que venía del barrio Nariño a triunfar. Su postulado fue que su voz se escuchara y que su mensaje alegrara la vida de las demás personas, comentó este martes Julio Ernesto Estrada Fruko.

En 1980 consiguió crear su propia banda, La Verdad, con la que compuso la mayor parte de su éxitos, como Carnaval, Bolobonchi, Amanecemos, sí, La noche y Echao pa’ lante.

El pianista colombiano Chelito de Castro, quien lo acompañó en los escenarios durante unos 15 años, lo recordó este martes como un hombre suave, que tenía en la cabeza el sonido que quería lograr, y la fortuna de que todo lo que hacía, lucía. Estrada lo incorporó a su orquesta y pronto se hizo famoso al lado de la otra voz de la agrupación, Wilson Manyoma, con quien hizo tal vez el dueto más popular de la salsa colombiana en los años 70 y 80.

En esa época grabó éxitos como Manyoma, que dedicó a su gran amigo; Confundido, El negro chombo, El caminante.

Con La Verdad alternó la salsa con ritmos folclóricos del Caribe colombiano.

Inmortalizó temas como La rebelión, La noche, Volvió Juanita, En Barranquilla me quedo, Centurión de la noche, A mi Dios le debo todo y Tamarindo seco.

Garganta tocada por Dios, decían sus fans

El timbre de voz de Arroyo hizo que sus seguidores exhibieran en sus actuaciones carteles en los que aseguraban que la garganta del músico había sido tocada por Dios.

En sus piezas, el cantante cartagenero narró no sólo la vida cotidiana, sino también el tema de la negritud, destacó este martes el Ministerio de la Cultura, al resaltar en particular su canción Rebelión (1986), mejor conocida por su estribillo: No le pegue a la negra, sobre un matrimonio de esclavos africanos en la Cartagena del siglo XVII.

Según su biógrafo Mauricio Silva, autor del libro El centurión de la noche, Arroyo, más allá de su sabrosura, encarnó la figura del negro rebelado.

En la década de 1980, en Nueva York, se vinculó con músicos como el dominicano Johnny Pacheco y el estadunidense Jerry Masucci, de la casa disquera La Fania, y compartió tarima con los grandes de la salsa como Willie Colón, Celia Cruz, Bobby Valentín y Óscar de León.

A mediados de la década de 1990 grabó varios clásicos de la música costeña colombiana.

Estaba previsto que en noviembre de este año Arroyo recibiera el Premio Especial de la Academia del Grammy Latino a su trayectoria.

Casado en dos ocasiones, dejó cuatro hijos y una nieta.

Luis Ojeda, apoderado de Arroyo, dijo que el artista dejó por lo menos 150 composiciones y 50 producciones musicales.