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La compañía presenta temporada hasta fines de agosto, cerca del Metro Villa de Cortés

Regresan el verano y las emociones del Circo Atayde, incluso para adultos
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Este año, el Circo Atayde festeja su aniversario 123Foto Archivo
 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de julio de 2011, p. 8

Luz, color, emociones: el circo ha vuelto. Las vacaciones escolares lo ameritan, aunque –como bien reconoció Celeste Atayde– no todos los asistentes son niños; sin embargo, todos los espectadores tienen algo de aquéllos.

La temporada 123 –que indica también la edad del circo– está en marcha; será también crisol en donde se conjuguen las artes procedentes de aquí, de allá y de acullá.

De aquí estarán Marcus, joven surgido de los festivales que la empresa realiza cada año, quien maneja asombrosamente los aros hula-hula –hace un buen de años recomendados como benéficos para bajar la panza, sin que la propuesta tuviese algo de ciencia.

Más: Julio Flores y Mauricio Saavedra. El primero se atreve a encerrarse con un octeteto de felinos, tigres de Siberia y de Bengala. El otro maneja al dueto de elefantas que, como es sabido, son las venerables del elenco y frisan ya casi un tercio del tiempo de existir que tiene su circo.

Del sur de la América proceden Pitillo, payaso peruano, hábil en arrancar la risa, tarea nada fácil. De Argentina vienen los de la tropa Nexus, voladores en el emocionante acto del columpio ruso.

De acullá hacen acto de presencia Martín Chabry, beldad de Bélgica, perteneciente a una séptima generación circense, reconocida por sus logros por la casa real de ese país, quien en nanosegundos cambia de vestuario y, por si esto fuera poco, es una versátil filarmónica, pues ejecuta el saxofón, el xilófono y el botellófono. No es ajena a los actos del legendario Lido en la mismísima capital francesa.

Louise y George Marinoff son osados rumanos que ejecutan actos de trapecio a gran altura y prácticamente sin alguna protección. Ella mezcla la gimnasia, deporte en su país, que algo tiene de arte circense; con su par realiza el castinac, número poco visto en México, como asevera Federico Serrano, versado en esto del devenir cirquero.

Y, de más lejos, de África, se presentan los de la troupe The black angels, que vienen de lo profundo de Kenia para dejar constancia que esa no es tan sólo tierra de fantásticos maratonistas, sino que hay también acróbatas igualmente de gran calidad.

El circo reclama un espacio dentro del abanico de las artes escénicas y ésta es la oportunidad de corroborarlo.

La temporada se alargará hasta el 28 de agosto. Las funciones son de lunes a sábado, a las 17 y 20 horas y los domingos a las 12, 16 y 19 horas, en Calzada de Tlalpan 855, a unos pasos del Metro Villa de Cortés.