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El tenor recibirá un homenaje y la medalla de oro de Bellas Artes por su trayectoria

Francisco Araiza: el rendimiento en el canto dirá cuándo debo despedirme
 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de julio de 2011, p. 5

Retirarse del canto es una idea aún lejana para el tenor Francisco Araiza, el intérprete mexicano más relevante y reconocido hoy día en el panorama operístico internacional, quien se encuentra en el país para recibir un homenaje del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) por sus poco más de 40 años de trayectoria.

El acto tendrá lugar el 6 de julio, a las 20 horas, en el Palacio de Bellas Artes y consistirá en un concierto durante el cual se le entregará la medalla de oro de Bellas Artes.

La pregunta sobre el futuro, de acuerdo con los parangones que tengo ahorita, debo dejarla abierta, porque no veo la necesidad de tomar decisiones inmediatas en este momento, fue la respuesta que dio el intérprete a la inquietud sobre cuáles son sus próximos desafíos artísticos y la eventual posibilidad de poner punto final a su carrera.

Dentro del canto sigo teniendo actividades como concertista y en la ópera; ya el rendimiento me dirá cuándo es tiempo de bajar y despedirse. En la enseñanza, ocurrirá lo mismo. La de jurado y las clases de maestría son actividades que también me dan gran satisfacción.

Diversos fueron los puntos que Francisco Araiza –quien en octubre próximo cumplirá 61 años– abordó durante los 50 minutos que duró el encuentro del miércoles con periodistas de diversos medios de comunicación, como la amistad que lo unió con el fallecido director Eduardo Mata, con quien debutó en 1970 y al que debe el impulso de dedicarse a la docencia.

Entre otros aspectos, se definió como un cantante hecho totalmente en México (es egresado del Conservatorio Nacional, alumno de Irma González) y aclaró que si decidió salir del país, lo cual ocurrió en 1974, fue para estudiar y aprender más.

Estos 41 años de carrera han sido una aventura realmente emocionante. Ha sido un tiempo casi de sueño en el que las satisfacciones dominaron por mucho cualquier tipo de experiencia limitante o negativa, sostuvo.

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Francisco Araiza, durante el anuncio del homenaje al tenorFoto Jesús Villaseca

Es algo que considero un don de Dios. Alguien debe haber hecho algo bien en la vida para que yo recibiera esto; y para mí, la manera de agradecerlo, es dándole a mis estudiantes, los cantantes jóvenes.

Contó que su inclinación por el bel canto se debe a que proviene de una familia de músicos, en particular su padre, quien fue organista e incluso director asistente de la Ópera de Bellas Artes.

Acotó que su madre tenía cierta animadversión hacia esa profesión y, en su caso, le permitió estudiar órgano “como hobby”, pero a la par le pidió hacer una carrera seria, y cursó administración de empresas. La decisión de ser cantante ocurrió al escuchar una grabación del bajo barítono canadiense George London, en El holandés errante.

Pamino, Werther, Romeo, Andrea Chenier, pero sobre todo Lohengrin son los papeles favoritos de los que ha interpretado el tenor, quien ubicó la grabación que hizo en 1979 de La flauta mágica, de Mozart, dirigido por Herbert von Karajan, como el punto culminante de su carrera.

Después de esa experiencia, si por cualquier cosa hubiera tenido que dejar de cantar, hubiera quedado agradecido con Dios y la vida. Todo lo que ha venido después ha sido un regalo, dijo.

Quizá por el hecho de poseer una voz que se desarrolla, me vi en la posibilidad de indagar en repertorios nuevos, aprendiendo cosas nuevas; a estar constantemente en ebullición, desarrollo y movimiento. Eso hizo que esto nunca se convirtiera en algo rutinario.