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Aquí la violencia está descontrolada, afirma el escritor bogotano Juan Gabriel Vásquez

México vive una hipertrofia de lo que sucedió en Colombia

El autor, quien radica en Barcelona desde hace 13 años, ganó el premio Alfaguara de Novela 2011 con El ruido de las cosas al caer, sobre la experiencia de una sociedad con miedo soterrado

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Juan Gabriel Vásquez también es autor de Los amantes de todos los Santos y El arte de la distorsión
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 30 de mayo de 2011, p. 8

Madrid, 29 de mayo. El escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973) asegura que en México se está viviendo una especie de hipertrofia de lo que sucedió en Colombia durante las décadas de los 80 y 90, en las que la violencia provocó un reguero de sangre y dolor a lo largo y ancho del país. El ruido de las cosas al caer, la novela con la que ganó el premio Alfaguara de Novela 2011, intenta adentrarse en las emociones y la experiencia íntima de un individuo que vive en una sociedad presa del miedo al terror.

El novelista colombiano vive en Barcelona desde hace 13 años, pero en la mayoría de sus historias recupera la Colombia de su infancia, su adolescencia y su juventud. En su país y en su capacidad para ser considerado el epicentro del realismo mágico, Vásquez encontró las historias para escribir lo que considera novelas imprescindibles, al menos para él, que un día decidió dejar la carrera de derecho por dedicarse a algo tan absurdo como la literatura. 

En un encuentro con un grupo de periodistas, Vásquez explicó que su obsesión por Colombia nació en su cuarto libro; los dos primeros prefiere que no se rediten, porque los considera uno demasiado experimental y el otro de plano muy malo. “Fue gracias a la distancia geográfica y de tiempo, así como a ciertas lecturas, que descubrí que no entender algo –en este caso mi país– es exactamente la mejor razón que puedo tener para escribir sobre él. Porque escribir es un acto de averiguación. Porque la novela es un acto de hacer preguntas sobre lo que no conoces.

La posibilidad de escribir sobre Colombia me la dio haberme ido; a partir de ahí Colombia se volvió mi obsesión. Es un país lleno de zonas oscuras, de cosas que nadie ha explicado bien, lleno de tensiones no resueltas... Y las novelas exploran muy bien eso, explicó. 

El también autor de Los amantes de todos los Santos, una recopilación de cuentos, reconoció que su país se quedó con heridas muy profundas y maltrecho después de décadas de violencia desenfrenada, que hasta hoy, a pesar de las versiones oficiales, sigue marcando el día a día de la sociedad. En Colombia hay una realidad innegable que es que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que son culpable de buena parte de los dramas que han asolado a mi país durante tantos años, están en horas bajas. Eso se debe en parte a la dedicación militar que tuvo el gobierno de (Álvaro) Uribe a esa guerra. Pero por lo demás, los ocho años pasados dejaron un país absolutamente maltrecho. Un país donde hubo una regresión clarísima en derechos civiles, libertades individuales; un país donde la línea entre Iglesia y Estado virtualmente se borró y se instaló una especie de nueva ética puritana en la sociedad. Todo eso es un legado de Uribe, que para mí es uno de los presidentes más nefastos de la historia.

Su novela arranca contando la historia del hipopótamo de Pablo Escobar, especie de metáfora de las sensaciones de los individuos ante la violencia desatada. Explica Vásquez: He dicho otras veces que ésta es una novela sobre Colombia en los años 90, pero creo que es una novela hija del lugar y la época en la que fue escrita, que es el primer mundo posterior al 11 de septiembre de 2001. En particular España después de los atentados del 11 de marzo de 2004, en Madrid. Es una novela escrita en una sociedad que vive con un miedo soterrado, amenazada... Es una novela del mundo al que le ha tocado en suerte esto que se llama terrorismo global y todo eso tuvo una suerte de anticipo curioso en Latinoamérica al final de siglo XX.

De inmediato, al mencionar los vocablos miedo soterrado y sociedad amenazada, se le vino a la cabeza lo que está ocurriendo en México. El caso mexicano es una especie de hipertrofia de lo que sucedió en Colombia. De hecho los colombianos comenzamos a hablar hace 10 años de lo que estaba ocurriendo en México, se dijo que si alguien no se despertaba iban a pasar cosas muy graves... Y nadie se despertó en México, y ahora vemos lo que está pasando...  Aunque hay una diferencia, que es que el terrorismo que yo viví en Bogotá utilizaba el asesinato indiscriminado de civiles como medio de presión para lograr leyes del gobierno o la eliminación de algunas, como la de extradición... Pablo Escobar mataba, ponía bombas en aviones y centros comerciales por esa causa concreta. O si había algún político que lo incomodaba, lo eliminaba directamente. Todo funcionaba dentro de la irracionalidad de la violencia terrorista, pero en la que había una causa-consecuencia. Y parece que la violencia mexicana está tomando un cariz de dispersión y descontrol. Está desparramada.

No es narconovela

A pesar de que El ruido de las cosas al caer se circunscribe a una etapa concreta y al enfrentamiento específico del cártel de Medellín con el Estado, Vásquez no se siente cómodo en situar su obra en el género narconovela. “Esa literatura está muy vigente en México y en Colombia, donde se han escrito cosas muy buenas, pero también mucha basura. Siempre he querido comunicar a los lectores que mi novela no va por ahí, más bien es de emociones, de vidas privadas, y explora la pregunta de cómo a un individuo le pueden afectar las circunstancias y el mundo que está allá afuera. Para mí, la narconovela tiene una estructura estilística, muy cinematográfica, de mucho diálogo, frases cortas, mucha acción. La narconovela más interesante roza con la novela negra. Son aquellas que hacen un cuestionamiento muy duro de la sociedad, de los sistemas, de las relaciones de poder, de la corrupción...”

Finalmente, Vásquez se mostró muy distanciado de sus compañeros de generación que consideran que el género de la novela se quedó obsoleto ante los vaivenes de un mundo dominado por las nuevas tecnologías. “Creo que, como decía Carlos Fuentes, la imaginación, es la transformación de la experiencia en conocimiento. Sólo cuando comenzamos a contar historias de lo que nos ha pasado es cuando entendemos realmente lo que nos ha pasado.

Construimos una comprensión de nuestro mundo y de nuestra condición humana. Lo que la novela hace es explorar y hacer preguntas sobre la realidad. Pero lo que hemos aprendido a lo largo del siglo XX es que la realidad no es sólo lo visible, sino también lo imaginado. La novela refleja la riqueza de eso que llamamos realidad. Por eso creo que mientras las personas sigamos haciendo preguntas sobre quiénes somos y dónde vivimos seguirá viviendo la novela como género literario. Si desaparece la novela eso quiere decir que desaparece la civilización.