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Otorgan al mexicano Arturo Álvarez-Buylla el premio Príncipe de Asturias

Posible, introducir células nuevas y modificar los circuitos nerviosos

El neurobiólogo recibirá el galardón en Investigación Científica y Técnica junto al estadunidense Joseph Altman y el italiano Giacomo Rizzolatti el próximo octubre en Oviedo

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Arturo Álvarez-Buylla, en una conferencia en la Universidad de ColimaFoto tomada de la página de la institución
 
Periódico La Jornada
Jueves 26 de mayo de 2011, p. 2

Entender cómo surge la diversidad de neuronas del cerebro, de dónde vienen y de qué tipo son, muy probablemente servirá para comprender mejor su funcionamiento y cómo remplazarlas para, en un futuro, lograr la cura de enfermedades como Parkinson o Alzheimer. En eso está enfocado el trabajo del investigador mexicano Arturo Álvarez-Buylla, cuyos estudios han permitido conocer que en uno de los ventrículos se producen células madres y de ahí neuronas nuevas que sustituyen a otras que han muerto o se han perdido en dos zonas: la que procesa los olores y la encargada de generar la memoria y el aprendizaje.

El científico reconocido ayer con el Premio Príncipe de Asturias, junto con el estadunidense Joseph Altman y el italiano Giacomo Rizzolatti, señaló que apenas se conoce entre 10 y 20 por ciento de la estructura y funcionamiento del sistema nervioso central y que países como México deberían estar involucrados en este campo de la investigación científica.

Lamentó, sin embargo, que a pesar de que se habla mucho de la educación, la eficacia no existe. Debería haber más personas educadas, estímulos culturales para que la juventud no se vaya a otras cosas, sino al progreso y el trabajo positivo para un país, contribuir al engrandecimiento y mejorar el nivel de vida.

En entrevista vía telefónica, todavía sorprendido por la noticia del galardón que recibirá el próximo octubre en la ciudad española de Oviedo, el científico también se refirió a la violencia que se vive en México. Todos los que estamos fuera esperamos que regrese la tranquilidad. Recordó que cuando salió del país para ir a estudiar el doctorado a Estados Unidos, en 1983, Nueva York era una ciudad más peligrosa que México, y ahora las cosas se han revertido.

Desde hace poco más de 10 años, Álvarez-Buylla trabaja en la Universidad de California en San Francisco, donde, dijo, encontró las condiciones para realizar el trabajo que lo apasiona: conocer y entender la máquina más compleja, que es el cerebro.

Explicó que antes se pensaba que las células nerviosas no se sustituían después del nacimiento, pero entre sus hallazgos está que sí es posible y lo hacen células madres para zonas específicas de la estructura cerebral. Lo sorprendente fue encontrar este tipo de neuronas en uno de los ventrículos, indicó.

Con esto se abrieron nuevas avenidas de investigación que ahora exploran las posibilidades para que otras células se comporten como progenitoras.

Hasta ahora se ha comprobado que la regeneración de neuronas (neurogenénesis) se da en el bulbo olfatorio y el hipocampo. Por eso el trabajo de Álvarez-Buylla está enfocado en cómo introducir nuevas células a zonas donde no sucede de forma natural.

El científico, graduado en biomédicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que una gran proporción del cerebro carece de células que se regeneran, lo cual, de acuerdo con otros investigadores, es importante para mantener la memoria de largo plazo y circuitos que tienen experiencias funcionales. Lo nuevo es que eso no es absoluto, sino que es posible introducir células nuevas y modificar los circuitos nerviosos, afirmó.

Otro aspecto interesante del trabajo de Álvarez-Buylla es que identificó que algunas neuronas se desarrollan en la etapa embrionaria, las cuales son como el cimiento del sistema nervioso y en las que se originan males degenerativos como Parkinson o Alzheimer.

Ladrillos finales

Pretender sustituir estas neuronas es difícil, admitió. Sin embargo, hay otras neuronas que se añaden en etapas posteriores del crecimiento del individuo, las cuales son como los ladrillos finales del edificio, quizá más fáciles de remplazar y, aunque se hayan perdido los cimientos, se podrían mejorar algunos de los síntomas de los padecimientos.

El investigador también recordó cuando en la década de 1990 intentó regresar a trabajar a México. Era una época complicada, el peso se había devaluado y fue imposible montar un laboratorio. Tampoco prosperó el proyecto para crear instituciones académicas, como la UNAM o el Politécnico, fuera de la ciudad de México. En tanto, uno va echando raíces en el lugar donde está. Álvarez-Buylla se casó en Estados Unidos, tiene dos hijas que nacieron en Nueva York. Mi madre y hermanas están en México y acá (en San Francisco) tengo muchos amigos mexicanos; estamos esperando el momento en que regrese la tranquilidad a nuestro país.