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El narrador y dramaturgo se incorporó a la Academia Mexicana de la Lengua

Nuevos poetas dramáticos, los artífices del renacer de la dramaturgia nacional: Leñero

El autor de Los albañiles ocupa la silla que estaba vacante luego de la muerte de Rascón Banda

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Vicente Leñero, en el Palacio de Bellas ArtesFoto Notimex
 
Periódico La Jornada
Sábado 14 de mayo de 2011, p. 3

El escritor y dramaturgo Vicente Leñero (Guadalajara, 1933) tomó posesión de su lugar en la silla número XXVIII de la Academia Mexicana de la Lengua, que dejó vacante el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, quien falleció el 31 de julio de 2008.

Durante el discurso de ingreso titulado En defensa de la dramaturgia, dedicado a Rascón Banda y a su hija Estela Leñero, el autor de obras como La voz adolorida y El garabato, mencionó que el diccionario de la Academia de la Lengua Española define al dramaturgo como: autor de obras dramáticas.

En la ceremonia que se realizó la noche del jueves en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, Leñero expresó: Y a la dramaturgia como sinónimo de dramática, la dramática es llamada poesía dramática quizá porque en el pasado la poesía era en verso, en prosa y sobre todo en aliento, la expresión dominante de quienes escribían para el teatro.

El también guionista de Los albañiles precisó que cada autor era poeta o poeta dramático y sus obras se denominaban dramas, palabra imprecisa por la doble acepción que le otorga el diccionario.

También dijo que han transcurrido 50 años de la explosión arrolladora de la puesta en escena, del espectáculo del teatro clásico redescubierto y del teatro extranjero como única posibilidad de la historia, y apenas en los años 60 y 80 se alcanzó a percibir una dramaturgia nacional.

El sofocamiento produjo que durante dos décadas después de Rodolfo Usigli poco se podía encomendar a los escritores nacionales que trabajaban, aseguró Vicente Leñero.

Agregó que fueron pocos los autores que consiguieron mantenerse fieles en sus proyecciones dramatúrgicas. Han sido pocos los sobrevivientes, pero no así los surgidos como de milagro para ofrecer el testimonio de la palabra en el siempre misterioso fenómeno del teatro.

Con la mirada en el foro

“La dramaturgia mexicana –prosiguió Leñero– logró resurgir gracias a que los nuevos poetas dramáticos entendieron que el terreno de la experimentación escénica no era exclusivo de los directores, sino que les correspondía a ellos también.”

Así como la dramaturgia del absurdo echó hacia atrás al naturalismo, como la comedia musical a la opereta y a la zarzuela, así salió una nueva dramaturgia, intentó alternativas ingeniosas para emprender una gran aventura, fue un movimiento universal, pero siempre con la mirada puesta en el foro.

Miguel Ángel Granados Chapa dio la respuesta al nuevo académico con el discurso titulado Vicente Leñero: fe en la escritura, en el cual habló de sus inicios como escritor y dramaturgo, para consolidarse en las letras mexicanas.

Vicente Leñero estudió periodismo en la escuela Carlos Septién García e ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1958 obtuvo los dos primeros lugares en el Concurso Nacional del Cuento Universitario, y el siguiente año publicó su primer libro de relatos La polvareda y otros cuentos.

Ha recibido premios, como el Seix Barral, por su novela Los albañiles; el Juan Ruiz de Alarcón, a la mejor obra de teatro estrenada en 1969, por Los albañiles y, por La mudanza, obra que obtuvo además los galardones de la Asociación Mexicana de Críticos y de la Unión Nacional de Críticos y Cronistas Teatrales.

Durante la ceremonia solemne estuvieron presentes Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, así como Vicente Quirarte y Diego Valadés, entre otros.