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Corazón siamés: días de flores y cuchillos consta de instalación, arte-objeto y dibujo

Dupla de artistas visuales expone en una muestra cómo conciben la siamesitud

Trabajamos polaridades muy fuertes de amor, odio, encuentro y desencuentro, explican Marisa Lara y Arturo Guerrero

Se inauguró ayer en el Museo Federico Silva, en San Luis Potosí

 
Periódico La Jornada
Lunes 9 de mayo de 2011, p. a14

Para los artistas visuales Marisa Lara y Arturo Guerrero si algo caracterizará al arte contemporáneo será la recuperación de la emoción. Hartos del arte que no compromete al creador, ni en su pensamiento, ni en su corazón, la dupla, con 27 años de trabajar al alimón, ha concebido Corazón siamés: días de flores y cuchillos, exposición de instalaciones, arte-objeto, dibujos y piezas tridimensionales que se inauguró ayer en la planta alta del Museo Federico Silva, en San Luis Potosí.

Con la finalidad de exponer su planteamiento, la muestra se divide en tres núcleos curatoriales: El espejo y el reflejo, La guerra y Planeta para todos. En el primero se presenta “esta idea que es el corazón mismo de nuestro trabajo: el asunto de la identidad, la otredad, la ‘siamesitud’, espejearse. De alguna manera es Alicia en el espejo”, expresa Lara.

En Días de flores y cuchillos, trabajamos, incluso, polaridades muy fuertes de amor, odio, encuentro y desencuentro. Hablamos de circunstancias de gran ternura, pero también de violencia. Es decir, el trabajo es muy ecléctico y se instala en los lenguajes contemporáneos de hoy, que justamente necesitan ocupar este tipo de alternativas.

La muestra también es un viaje por lo tridimensional, señala Guerrero. Es una reflexión intensa sobre la relación que tenemos con el mundo que nos rodea. El segundo apartado, anota, se refiere a la guerra en la que se mete el mundo en todas las áreas de manera global, pero cuyo elemento central es la batalla interior que libramos. No hay guerra más relevante que la que tenemos contra nosotros mismos para expandir nuestro sentido de humanidad. En Planeta para todos recuperamos el significado de la presencia de otros seres vivos y su validez como seres existentes.

Foto
Los artistas dicen estar hartos del arte que no compromete al creador, ni en su pensamiento, ni en su corazón

Cultivadores del tema de la siamesitud, es decir, la decisión de transgredir el cuerpo creador para volverse uno, Lara y Guerrero han empleado la pieza quizá más grande de la exposición, una mesa de los siete pecados capitales, para entablar un diálogo con Umbral, escultura de Federico Silva ubicada en la terraza. La mesa de ocho metros de largo, cubierta de docenas de platos con imágenes pecaminosas, sirve como paso antes de entrar al umbral donde la rendición nos espera o, lo contrario, la catástrofe.

Ahora, los artistas utilizan un amplio suéter rojo, donde caben los dos, para recrear un gran corazón. Respecto de su siamesitud, Lara dice: Un día, hace mucho tiempo, nos dimos cuenta de que no es un disfraz, ni una ocurrencia, sino que tiene que ver con la encarnación real de una personalidad. Al saber que uno podía ser el otro y viceversa, y luego otros podían ser nosotros y nosotros a la vez otros, empezamos a trabajar la identidad/otredad, convencidos de que no se trataba de un experimento transitorio, ni un paseo turístico por algún tema.

–¿Habrá quien piense que lo hacen para llamar la atención?

–En efecto, yo quería llamar la atención del siamés y él la mía. Pero, en lugar de que eso surgiera a partir de ser absolutamente opuestos, llamamos la atención con un espejo, él de mí y yo de él. A final de cuentas es teoría del conocimiento. Estamos conscientes de que los planteamientos son complejos, pero no por ello inaccesibles.