Opinión
Ver día anteriorSábado 16 de abril de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El analizador Manning
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ocas semanas después de que Barack Obama llegara a la Casa Blanca, en enero de 2009, el mítico rapero KRS-One desafiaba al recién elegido presidente con una interrogante cargada de desconfianza y de recelo: ¿De qué lado estás tú? Al día de hoy no cabe duda de la respuesta. Los recortes en el gasto social, las nefastas reformas educativas, la inyección de dinero público a los bancos y a los magnates de las grande compañías o el incumplimiento de su compromiso de cierre de Guantánamo, así como la escalada bélica en Afganistán o Libia, han retratado a Obama y le han puesto en su sitio. Como suele decir el bueno de KRS-One para expresar su permanente recelo hacia el actual presidente de su país: tío, un político es siempre un político.

De todas las piezas que componen el puzzle de la decepción y la incredulidad de los votantes estadunidenses más progresistas, el soldado Bradley Manning es quizá el más complicado de digerir. La capacidad del equipo comunicativo de Obama para gobernar la contradicción evidente entre su retórica y su política ha encontrado en Manning un obstáculo difícil de sortear. Hasta el New York Times atacó hace unas semanas al presidente al respecto en una encendida editorial que equiparaba a Obama con Bush.

Bradley Manning fue detenido en mayo de 2010 acusado de ser el origen de la filtración de la importante información clasificada que inició el denominado “escándalo Wikileaks”: la salida a la luz pública de 250 mil cables diplomáticos secretos y de un par de videos que pusieron de manifiesto la autoría del Ejército estadunidenses en la muerte de civiles y de periodistas en Afganistán e Irak. Tras ser acusado formalmente en julio de ese mismo año, el pasado mes de marzo la fiscalía militar añadió otros 22 cargos adicionales contra Manning que incluyen el de ayuda al enemigo. Confinado en una base militar del estado de Virginia, el soldado Manning soporta un durísimo régimen de reclusión en aislamiento que ha sido denunciado por diferentes organismos locales e internacionales, así como por diversas organizaciones de derechos humanos. Hace tan sólo unos días, 295 juristas estadunidenses hicieron pública una carta en la que manifestaban que las condiciones en las que se encuentra Bradley Manning podrían constituir una violación de la propia Constitución de Estados Unidos.

Recluido 23 horas al día en una celda sin ventana de tan sólo 6x12 pies, Manning soporta un régimen de privación del descanso diurno de 5 de la mañana a 8 de la tarde y ha sido despojado de cualquier tipo de objeto personal. Además, es obligado a dormir desnudo y a pasar periódicas inspecciones sin ropa alguna ante las constantes humillaciones y vejaciones tanto de los militares que le custodian, como de los demás reclusos que se encuentran en su mismo pabellón. Pese a que el régimen especial de aislamiento se justifica según las autoridades estadunidenses en la prevención del suicidio, todos los siquiatras militares que han visitado a Manning han negado que exista riesgo alguno en ese sentido, motivo por el que sus abogados han denunciado una y otra vez lo injustificado y lo arbitrario de su situación.

No obstante, el pasado mes de febrero Geoff Morrel, portavoz del Pentágono, manifestó tras visitar al soldado Manning que había quedado “impresionado por la profesionalidad del staff que lo custodia y por lo apropiado del tratamiento y de la forma del confinamiento al que está sujeto”. Sus palabras contrastan notablemente con el punto de vista de Amnistía Internacional, que ha definido el trato que está soportando Manning como inhumano, así como con la preocupación de Juan E. Méndez, relator especial de las Naciones Unidas para casos de tortura, a quien el Departamento de Estado estadunidense ha prohibido tajantemente cualquier visita al detenido, en una decisión que según Méndez equipara a la administración Obama con los regímenes dictatoriales. Lo cierto es que la posición oficial del gobierno estadunidense sobre el asunto no convence ni a sus propios miembros: en marzo pasado el portavoz del Departamento de Estado se vio obligado a dimitir tras reconocer que la situación de Manning es ridícula, contraproducente y estúpida, declarando además que no entendía por qué se estaba sometiendo al soldado a semejante trato.

En esta misma línea, la indignación ciudadana por la situación del soldado ha ido creciendo en los últimos meses. A la Red de Apoyo a Bradley Manning, una iniciativa conformada en junio del pasado año por amigos, familiares y ciudadanos estadunidenses anónimos, se ha unido ahora la acción deslocalizada e internacional de grupos en diferentes partes del planeta. Fruto del esfuerzo global han sido las 500 mil cartas de protesta recibidas hasta la fecha por Obama a iniciativa de la organización de movilización telemática AZAAZ.ORG, así como la celebración de actos de solidaridad con Manning en diferentes países. La red estadunidense de apoyo al detenido, por su parte, desarrolla una continua campaña de sensibilización y visibilización que el pasado 20 de marzo llevó a un nutrido grupo de manifestantes hasta las puertas de la base militar en la que permanece confinado el soldado, con el resultado de decenas de detenidos por acciones de desobediencia civil. Además del apoyo público a Manning por parte de diferentes mandos militares estadunidenses retirados, periodistas, juristas o personalidades como el cineasta Michael Moore o Daniel Ellsberg, famoso por haber filtrado documentos secretos del Pentágono durante la guerra de Vietnam, la red de apoyo a Manning ha conseguido recaudar más de 100 mil dólares para su causa en una campaña desarrollada en coordinación con Courage to Resist, una organización de ayuda a soldados desertores de las guerras de Irak y de Afganistán.

Uno de los pilares fundamentales de la campaña electoral de Obama en 2008 fue la transparencia. El entonces candidato a la Casa Blanca llegó a decir literalmente que aquellos que filtran información desde el gobierno a la ciudadanía son parte de una democracia saludable y deben ser protegidos de las represalias. Ann Wright, una coronel retirada tras 29 años de servicio en el ejército estadunidense, declaraba hace unos días que el presidente Obama podía poner fin a la situación de Manning con tan sólo una llamada. Sin embargo, resulta difícil imaginar que esa llamada se produzca. Obama ha manifestado públicamente que considera el confinamiento de Manning y el trato vejatorio que está recibiendo como condiciones apropiadas y acordes con nuestros estándares básicos. La situación de Bradley Manning no constituye sólo un ataque frontal a la democracia y un caso evidente de maltrato y tortura, funciona además como analizador de la enorme distancia entre la esperanza que despertó Obama entre sus votantes y la realidad de las políticas de su gobierno. Como el agua y el aceite. No por casualidad un deprimido votante demócrata y fanático de la saga Stars Wars me decía hace unos días que Anakin Skywalker Barack se había transformado en Darth Vader Obama. Efectivamente, el caso Manning pone de manifiesto que Barack Obama ha decido pasarse definitivamente al lado oscuro.