Opinión
Ver día anteriorMartes 12 de abril de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Abisales y superficies
L

a semana pasada intenté ir, esquemáticamente, de la superficie de la crisis al fondo de la misma, en tres pasos, acudiendo a documentos de fuente original y a tesis de investigadores calificados: 1) el informe crítico y autocrítico de la comisión del Congreso de EU y el respectivo del FMI; 2) una mirada más profunda por quienes revelan el intrincado y contradictorio tinglado de intereses entre los actores involucrados, pero sumergidos en los informes referidos, y 3) el examen más profundo, de largo plazo, que ve más allá de las voluntades de los individuos, y mira la estructura de relaciones de un sistema que genera las crisis y cría a los propios malhechores del presente.

Retomo al británico Alex Callinicos para continuar refiriéndome al fondo de la crisis: nos recuerda que el capitalismo nunca estará en una situación absolutamente desesperada mientras las personas trabajadoras le permitan sobrevivir. Tarde o temprano el sistema puede recuperarse de cualquier crisis, aunque esta vez será muy prolongado por la gran debilidad del sistema financiero.

La recesión, de otra parte, es desigual. “Una sección del sistema, el núcleo histórico en América del Norte y gran parte de Europa, aún continúa en un estado bastante deprimido. Pero si miramos hacia China y las economías que se asocian, Alemania y Brasil incluidos, vemos que crecen bastante deprisa. Esto refleja los esfuerzos del Estado chino, que hizo todo lo posible para evitar una depresión económica prolongada. Sin embargo, el hecho de que esta pequeña parte del sistema esté creciendo es otro factor desestabilizador: produce tensiones entre EU, la fuerza capitalista dominante, y China.

Pero incluso si encuentran una manera de salir adelante, la crisis se ha producido como resultado de la lógica del capitalismo y de un sistema que tiene como único objetivo la competición ciega para conseguir beneficios. Este sistema seguirá produciendo crisis y seguirá intentando resolverlas haciendo que paguen las personas trabajadoras y pobres. Por tanto, la única garantía real para evitar más crisis como la que nos afecta ahora es deshacerse completamente del capitalismo.

La propia reflexión de Callinicos muestra que hoy no existe el sujeto histórico capaz de llevar a cabo tamaña tarea. De ahí que regrese a la superficie concreta y piense en la posibilidad de un capitalismo de Estado y de bienestar: “necesitamos una serie de medidas que se dirijan a la raíz de la crisis. Esto quiere decir nacionalizar adecuadamente los bancos, en vez de utilizar grandes cantidades de dinero público para salvarlos mientras continúan funcionando sin que puedan exigírseles responsabilidades. Significaría reconvertir los bancos en empresas públicas que organizaran el tipo de inversiones que son necesarias.

“Un área de inversión obligatoria es la intervención sobre el cambio climático. El terremoto de Japón no lo causó el calentamiento global, pero sabemos que sí producirá más desastres de esta magnitud. Y lo que ha pasado en Fukushima nos muestra el peligro de utilizar la energía nuclear. La campaña para crear un millón de puestos de trabajo contra el cambio climático, apoyada por varios sindicatos, es una manera de impulsar el trabajo que se necesita para reducir las emisiones, y al mismo tiempo se crea empleo.

Además, el sistema del bienestar debe reorganizarse para acabar con la miseria de los subsidios reducidos y condicionales, y deberían tomarse otras medidas para combatir el paro. Éste es el tipo de programa que comenzaría a subordinar la economía a la lógica de las necesidades sociales, en vez de subordinarla a los beneficios. Un programa de largo plazo para la socialdemocracia.

Ahora asómbrese (si no la hecho ya). La crisis ha sido de tal manera devastadora que las tesis del FMI han dado un giro completo, según lo que afirmó la semana pasado su director gerente, Dominique Strauss-Kahn. Afirmó que las teorías liberales que guiaron a la economía mundial durante los últimos treinta años merecen una profunda revisión, pues hoy resultan teorías obsoletas, tal como lo es la eficiencia del libre mercado. Y más: el Consenso de Washington ya es historia. Así, la austeridad, la liberalización de los mercados, las privatizaciones, la reducción del gasto público y la desregulación financiera que constituía la herramienta principal para eliminar la inflación, la preservación del tipo de cambio, el incremento de la tasa de crecimiento de la productividad y crear puestos de trabajo estables, todo eso que era la biblia, se ha derrumbado con la crisis, aseguró ante los ojos cuadrados de profesores y estudiantes de la Universidad de Washington.

Y dijo aún más: el énfasis puesto en las políticas monetarias descuidó totalmente a la economía real y facilitó una globalización que se encargó de destruir empleo en todo el mundo con consecuencias que se pagan hoy y que seguirán pagándose durante años.

Y ahora, después de destruir la capacidad productiva de los gobiernos y tras el colapso de la economía mundial, el FMI considera necesario que el Estado ejerza un papel más relevante y controle los excesos del mercado.  “Al designar un nuevo marco macroeconómico para el nuevo mundo, el péndulo oscilará del mercado al Estado, y de aquello relativamente simple a algo relativamente más complejo… Hoy resulta claro que la política monetaria debe ir más allá que la simple estabilidad de precios, dado que debe velar por la estabilidad financiera global.”

Los numerosos Carstens que pueblan el Estado mexicano morirán de risa.