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Fuerte asalto a búnker termina con 4 meses de diálogo fallido para que entregara el poder

Fuerzas francesas capturan a Gbagbo y lo entregan a Ouattara

Ofensiva diplomática para distanciar a Francia del operativo de arresto en Costa de Marfil

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Celebración de marfileños en la región de Youpougon, Abiyán, tras la captura de Laurent GbagboFoto Ap
The Independent
Periódico La Jornada
Martes 12 de abril de 2011, p. 21

Abiyán, 11 de abril. Un hombre desconcertado en una habitación de hotel, con sólo la camiseta puesta y rodeado de extranjeros. Tales fueron las primeras imágenes que surgieron de Laurent Gbagbo después de ser obligado a salir parpadeando a la luz este lunes por un estruendoso asalto francés a su búnker de Abiyán, al cabo del cual fue entregado a su némesis, Alassane Ouattara.

La noticia de su captura cundió por la ciudad de la laguna, transformada en un montón de despojos por la negativa del ex presidente de 65 años a dejar el poder.

Conforme la gente que ha vivido bajo el fragor de las armas pesadas se fue atreviendo a abrigar la esperanza de que lo peor haya pasado, un grito comenzó a escucharse: ¡Gbagbo fini!

No estaba muerto, sino despojado del poder. Luego de cuatro meses de negociaciones fallidas, de atrocidades y del retorno de la guerra civil, se impuso al fin el resultado de la elección. Pero eso sólo se logró con un enorme despliegue de poderío francés que tal vez haya dejado complicaciones letales en esta nación africana, profundamente dividida.

El día comenzó cuando un convoy blindado de 30 vehículos salió retumbando de la base de la Fuerza Unicornio francesa y entró en la ciudad.

Durante la noche, helicópteros franceses y de la ONU estuvieron atacando las posiciones de las fuerzas leales a Gbagbo y destruyeron parcialmente la residencia que se levanta arriba del búnker. Pero ni así se rindió.

Testigos en Cocody vieron los tanques franceses unirse a las fuerzas de Ouattara que habían rodeado la residencia de Gbagbo, y el fragor de una batalla feroz se escuchó por toda la laguna.

El ex profesor de historia y su familia se habían retirado a una antecámara ubicada debajo del sótano de la residencia, donde eran protegidos por la Guardia Republicana y una fuerza de mercenarios, al parecer angoleños. Luego llegó la noticia de su captura.

Al mediodía Gbagbo hizo el humillante recorrido de tres kilómetros a través de la laguna de Abiyán al hotel Golf, donde antes había rodeado y sitiado a Ouattara. El vuelco de la fortuna era absoluto.

Simone Gbagbo, la esposa a cuya ambición muchos en Costa de Marfil atribuyen que un académico socialista se haya convertido en el estereotipo del hombre fuerte africano, apareció en camisón, con semblante de abatimiento.

Antes de que los disparos cesaran, se puso en marcha una ofensiva diplomática para distanciar a Francia del arresto del hombre que ha acusado a la antigua potencia colonial de encabezar un complot internacional para derrocarlo. No hubo un solo soldado francés en la residencia de Laurent Gbagbo, aseguró Frederic Daguillon, portavoz de las fuerzas francesas en Abiyán. Pero minutos antes un asistente de Ouattara había declarado a The Independent que Gbagbo había sido entregado por los franceses al gobierno legítimo en el hotel Golf.

Ouattara, ex economista del Fondo Monetario Internacional que esperó cuatro meses para ser declarado vencedor de la elección de noviembre, había tenido cuidado de negar acusaciones de ser comparsa de potencias extranjeras. Se contentó con aplicar una estrategia de estrangulamiento económico luego que la campaña de Gbagbo revocó el resultado de los comicios y declaró que su hombre era el vencedor.

Cuando las sanciones fallaron y las fuerzas rebeldes, que han controlado el norte de Costa de Marfil desde que el país fue dividido en dos por la pasada civil, barrieron el territorio hasta llegar a las puertas de Abiyán, hace 10 días, Ouattara las hizo detenerse.

La semana pasada, cuando falló la embestida final de sus fuerzas, Ouattara pronunció un discurso en el que prometió rodear y vencer por hambre a su rival, en vez de abrirse paso a sangre y fuego hacia el complejo y correr el riesgo de convertir a Gbagbo en mártir.

Ese enfoque subestimó la beligerancia del hombre que ha gobernado el país durante al menos 11 años. Las fuerzas de Gbagbo bombardearon primero la residencia del embajador francés, el viernes, y luego el hotel Golfo, resguardado por la ONU, durante el fin de semana. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que se ha vuelto cada vez más estridente durante la crisis, llamó a silenciar las armas del ex presidente.

Al caer la noche las calles estaban casi desiertas, aunque se vio a niños jugando futbol en el vecindario de Marcory, adepto a Ouattara, por primera vez desde el principio de la crisis.

En el puente Charles de Gaulle, donde se han librado algunos de los combates más encarnizados, un joven que vestía una sucia camiseta empujaba un carro cargado de madera. Cuando vio venir el convoy de soldados franceses con sus ametralladoras y sus cascos, paró su carro y se plantó en el camino para hacerles una señal de reprobación. A unos cientos de metros, en un retén, hombres sin uniforme agitaban armas de fuego y amenazaban a los transeúntes. Abiyán tiene frente a sí un largo camino hacia la recuperación.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya