Opinión
Ver día anteriorLunes 28 de marzo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Las Arenas, el futuro

C

on el triunfalismo que por acá se cargan taurinos y publicistas, resulta amargoso y apocalíptico el título de la columna, sin embargo, en el país de no pasa (casi) nada, excepto decenas de miles de muertos y no precisamente por asta de toro, las cosas no van como los dueños del sistema quisieran ni los amos de la fiesta pretenden.

La tradición taurina de México no ha sabido reforzar y readaptar los principios que la sostienen porque el divisionismo fomentado por el duopolio ha hecho presa de todos los sectores ¿o conmigo o contra mí, no a favor del desarrollo coordinado de la fiesta del país?, y el falso humanismo de la época justifica la matanza de personas pero no la de toros de lidia.

Y como los globalizonzos siguen ganando terreno en la abolición de identidades, pues entonces a desentenderse de publicidad, mercadotecnia y utilidades estrictamente taurinas, a frivolizar la bravura, a disminuir el trapío, a vetar toreros locales, a aumentar la importación de figuras, a repartir orejas como prueba de seudodemocracia en el tendido, y a demoler vetustas plazas de toros ¿primero Tijuana, luego Cuatro Caminos, después la que se les antoje? para convertirlas en tediosos centros comerciales.

De Barcelona me escribe una amiga para contarme, con sentimientos encontrados, sus impresiones sobre “la audaz readaptación e inauguración el pasado jueves de la plaza de Las Arenas, de bello estilo neomudéjar, con capacidad para 15 mil espectadores, en la manzana de unos 40 mil metros cuadrados entre la Gran Vía y la Plaza de España, y cuya estructura original tuvieron el tino de conservar y techar. Ahora, en cinco pisos circulares, hay tiendas, boutiques, un gimnasio, oficinas, restoranes y 12 cines de la familia Balañá, propietaria también de la Monumental de Barcelona”.

“Desde su inauguración en 1900, hasta 1977, fecha en que se dio la última corrida, donde por cierto intervino tu paisano Miguel Espinosa Armillita, el coso tuvo temporadas brillantes y años de descuido e injustificado abandono, hasta dejarla en ruinas, igual que la hermosa plaza de toros de San Carlos, en Uruguay, que costará millones de dólares reacondicionarla como escenario de usos múltiples.

Mucho me temo, concluye, que en breve ese será el futuro de la Monumental y en pocos años el de las principales plazas del mundo, pues taurinos y aficionados apuestan por todo, excepto por la bravura del toro y la competencia entre toreros.